Un comunicado suscrito por el brazo armado de la derecha fascista en Bogotá y divulgado en mayo de 2015, culpa a la “sociología” o, más exactamente, a la escuela de sociología de la Universidad Nacional, de todos los males del país por lo que condena a muerte a quienes estudian esa disciplina.
Consideraciones básicas para el estudio de caso
Esa amenaza de un grupo paramilitar sería motivo de preocupación en ambientes académicos normales, no ensombrecidos por la persecución a muerte. Aquí es muy grave: se sustenta en el asesinato de estudiantes, profesores y profesionales de diversas disciplinas, de los que los asesinos fascistas se jactan en el comunicado, de haber perpetrado en el pasado inmediato.
De esa manera, está condenando a toda una profesión (y, de paso, al espíritu universitario, al pensamiento y el estudio), por lo que consideran inadmisible: analizar la realidad con rigor científico y no con ignorancia calenturienta
– Debe ser terrible ser sociólogo: quiénes más los necesitan, los persiguen para matarlos. Cosa de locos
– Esos, lo que necesitan entonces, ¿no son los siquiatras?
Para contribuir a esclarecer el tema, se proponen aquí las siguientes tesis:
- Algo debe llevar a los fascistas a imaginar el paraíso como un mundo donde no hay lugar para la sociología.
- ¿Qué entenderá por “sociología” un fascista? Pongamos, con más exactitud un fascista criollo, un producto nacional (“lo que da la tierra”, como dicen algunos).
- Es improbable que unos de esos que van al rompe, con cuero negro y garrotes, decida una tarde elucubrar acerca de las malas influencias de la sociología y resuelva armar un grupo para perseguir a sus practicantes
- No es lo mismo “El Duro” que “el rudo”. El primero es un título que se gana a punta de muchos crímenes y lleva al generalato. Los rudos son sus peones de brega. Los de más bajo nivel.
- Al nivel de la calle, en las aceras, el matón de barrio o rufián de esquina, obedece mecánicamente las órdenes de los jefes. En la calle se transa el último gramo de merca por el último billete de la ansiedad. De ahí para abajo, nada queda.
- Desde las base operativas de la calle hasta la cúspide donde reina “El Duro” (nadie se atrevería a llamarlo así Sin Mayúsculas), ascienden los que han recogido la cosecha de dinero.
- De arriba salen las órdenes. Que, si se entendieran al pie de la letra, dicen “sociología”, a secas: no contextualizan el campo de las ciencias sociales, de otras ciencias sociales, ni tienen en cuenta el entronque con las humanidades, artes, economía, ciencias de la salud ni las ingenierías.
- Sería ingenuo suponer que “el rudo” sí distingue entre profesiones, escuelas, tendencias, categorías, discursos, acciones comunicativas, expresiones, manifestaciones. Para no ir más lejos ¿cuál teoría del cambio será de su preferencia?
- El problema de que “el rudo” malinterprete las órdenes de “El Duro” es que produce muertes innecesarias. Inclusive la de quien malinterpreta las órdenes y, por supuesto las muertes de inocentes odontólogos, tecnólogos o cualquiera. Pero, sobre todo, mueren inocentes “no-rudos”, gente común que anda por ahí, en su vid y la asesinan, sin haber soñado nunca en ser sociólogos ni nada por el estilo.
- Pobres esos que soñaron con ser sociólogos…y lo son. Ahora son, también, amenazados de muerte.
- ¿Es posible que alguien, frustrado su sueño de ser sociólogo, sin poder llegar a serlo, le ordena a “El Duro” que acribillen a los sociólogos?
- Establecer diferencias, y semejanzas con lo que pasa en “El Padrino”, amplia los modos de representación de las circunstancias específicas que median entre el rudo, “El Duro” (Como don Vito el personaje simbólico, obviamente), pero en el contexto local.
- Los funcionalistas (y también los positivistas, por supuesto) rechazan las tendencias críticas, la dialéctica materialista -no así la hegeliana- e, inclusive el post-estructuralismo y hasta empirismo racionalista con dureza pero ¿mandarían matar a sus contradictores?
- Analizar si las amenazas de muerte encajan -o no- en la categoría de acciones comunicativas. Revisar planteamientos, como los de Antanas Mockus, frente a declaraciones de los paramilitares que imponen serios riesgos al trabajo de los sociólogos. La argumentación es deplorable, tanto como la redacción.
A partir de las anteriores consideraciones, cada uno debe entregar un ensayo con no menos de quince (15) páginas sin incluir referencias ni bibliografía, en formato APA. Plazo de entrega: la clase del próximo viernes, siempre que la universidad esté abierta.