6. Crónicas de La Candelaria.

No es casual la pregunta de Valentina, una muchachita francesa llegada casi por equivocación a Bogotá y cuyo destino inicial era la selva peruana.  En una escala se quedó aquí sin saber exactamente porqué. Tal vez, pensó, podría averiguar algo más de una historia que Jean Marie Binoche había contado en su casa cerca de Paris.

Para ella, como para muchos, “Guadalupe” es la principal referencia, si no la única, que tienen del Teatro La Candelaria. Y viceversa. Un buen paquete de anécdotas viene de la coincidencia entre el nombre del cerro compañero del de Monserrate y el personaje principal de la creación colectiva que se escenificó por primera vez el 11 de junio de 1975, a media cuadra de la calle 12 subiendo entre carreras 3ª y 2ª del barrio la Candelaria.

Se estima que, desde entonces, se han presentado más de 3 mil funciones de “Guadalupe años cincuenta” en 114 ciudades de una veintena de países. Ha recibido infinidad de premios y galardones otorgados por prestigiosos festivales internacionales.

La recopilación de los parlamentos elaborados por los actores en las improvisaciones sirvió para elaborar el texto literario que contó con la colaboración del escritor Arturo Alape. La versión depurada del mismo, obtuvo el premio Casa de las Américas en 1976. La amplia difusión en esa edición dio a conocer rápidamente la obra que infinidad de críticas y ensayos coinciden en calificar como emblema del teatro en lengua castellana.

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Común hombre libre

Hijo de un ganadero venezolano asentado en el Arauca colombiano y de una briosa mestiza de ancestro yaruro, fue Guadalupe Salcedo Unda lo que se dice un llanero por todos los costados: domador de potrancos, músico aficionado con cierto talento. Intrépido organizador social, rebelde enamoradizo y amante de su tierra: esas lejanías donde crecieron, combatientes certeros, los lanceros que acompañaron a Bolívar en el pantano de Vargas y lograron la 1ª libertad en el Puente de Boyacá.

Con el osadía de quienes conocen los atropellos contra la población inerme, Salcedo Unda organizó un grupo civil de resistentes que se sumó a otras guerrillas anti-estatales para conformar un ejército del que terminó siendo máximo comandante. Según algunos historiadores, la Guerrilla de los Llanos llegó a contar con 10 mil hombres y mujeres enfrentados al régimen conservador, a un lustro del asesinato de Gaitán.

En junio de 1953, tomó de facto el poder el general del ejército Rojas Pinilla quien se ocupó, entre otros asuntos, de impulsar grandes obras de infraestructura, abrir la televisora nacional, perseguir a los comunistas y frenar una insurgencia crecida por las victorias contra las tropas oficiales y bandas de facinerosos gobiernistas.

Para lo segundo trajo a Seki Sano (de quien estas crónicas se ocuparán más adelante). Al tiempo, hostigó con inquina a campesinos demócratas, comunistas y liberales, amparado por una mezcla de franquismo-macartismo bendito por la jerarquía eclesiástica, financiado por Estados Unidos, adoptado con gusto por las élites nacionales y que enriqueció al dictador y sus adláteres.

Reconstrucción de los hechos

Son las once o algo así de la mañana. Los flashes de los reporteros gráficos disparan luces sobre el cuerpo de un hombre bocabajo tendido en la calle rodeado de sangre. A unos metros, un auto negro con las puertas abiertas. Un oficial felicita con un par de patadas al cadáver que se levanta: “lo has hecho bien. Tienes madera para actor de cine”.

Unas noche, tres años, 8 meses y veintiún días después de suscribir la paz con el gobierno militar, Guadalupe Salcedo fue acribillado por la policía en cercanías de la estación de bomberos al sur de Bogotá.

Los acusados del crimen alegan actuación en defensa de las instituciones. Enredan la investigación judicial, amedrentan a los testigos e intimidan a sus acusadores; todo con el fin de eludir la responsabilidad del gobierno en el asesinato del ex guerrillero.

“Guadalupe”, la pieza maestra del grupo La Candelaria, fue producto de casi dos años de ardua investigación en la que, además de los actores-autores, colaboraron académicos de diversas disciplinas, cantores populares, veteranos de las guerrillas Los resultados nutrieron las improvisaciones elaboradas a manera de sketches las que, finalmente, se ensamblaron a través de intervenciones musicales.

Memorias del canto

Las canciones que enlazan las escenas y parte de los parlamentos brotaron, precisamente, del contacto entre el grupo y habitantes de la región que vivieron el cruento período del que fue protagonista Guadalupe Salcedo Unda. quien no perdía ocasión de zapatear un joropo o rasgar un cuatro en los parrandos llaneros.

Los cantores populares de los Llanos Orientales referían las causas del levantamiento guerrillero. En puntos clave de las extensas sabanas de la Orinoquia montaron comandos y puestos de control en caminos y campamentos que parecían a veces pequeños pueblos itinerantes.

Las primeras operaciones guerrilleras lograron parar los ataques para luego, fortalecidas con el respaldo ciudadano, tomar la iniciativa al punto de infringir cuantiosas derrotas a las fuerzas conjuntas de policía, militares, pájaros y chulavitas: los feroces ejércitos defensores del orden establecido.

Extensos territorios quedaron bajo control absoluto de las milicias insurgentes. A mediados de 1953, casi simultáneo con el ascenso al poder de Rojas Pinilla, se proclamó la llamada “Ley de los Llanos Orientales”, que definió los objetivos de las guerrillas como un movimiento político de liberación patriótica con objetivos y estructuras reglamentadas, con procedimientos y mecanismos de acción similares a otras manifestaciones de resistencia popular y campesina que, por la misma época, se dieron en amplias regiones de la geografía colombiana.

Su última tarde en vida la pasó Guadalupe Salcedo Unda al norte de Bogotá junto al político liberal Juan Lozano y Lozano a quien, extrañamente, jamás se le tomó versión judicial aunque enseguida el llanero salió a encontrarse con unos amigos amnistiados que también fueron acribillados esa noche (como ocurrió con muchos más en los departamentos de Magdalena, Tolima, Huila y Santander) sin que hasta hoy se sepa quienes ordenaron esas muertes.

 

En la historia que contamos

Muchos nombres no aparecen,

La revuelta fue tan grande

Que cimbró hasta el continente.

Si Guadalupe Salcedo

No aparece en mi cantar,

Su sombra nombra mi canto

Del moriche hasta el palmar.

Son hombres de todo el pueblo

Los que hicieron esta historia.

Tengámosla bien presentes,

Recordemos la memoria.