Más de 7 horas, la mayor parte por carreteras destapadas, separan el municipio de San Mateo, al norte de Boyacá, de Tunja. Sin embargo, los ocupantes de la pequeña buseta no se quejan del estado de las vías que prolonga su cansancio: son estudiantes de la Normal y van al 14º encuentro regional de semilleros de investigación.
A transformar el mundo
Los esperan más de mil jóvenes como ellos. Vienen de colegios, universidades e institutos de los departamentos de Boyacá, Santander y Arauca. Traen afán de mostrar sus adelantos. Quieren hablar y, sobre todo, quieren escuchar. Anotan referencias y bibliografías, buscan aprender un poco más de lo que ya saben mucho. Están animados por intercambiar. Siempre están en la tarea de averiguar, de conocer y transformar el mundo.
Una joven bióloga expone los avances en el trabajo, minucioso y delicado, de identificar los tipos de musgo (algunos casi desconocidos), presentes en el campus de la UPTC en Tunja.
En la noche, de regreso a la casa paterna en las afueras de Cómbita, mientras le sirve comida a un caballo cojitranco y saltarín como un perro, explica la dificultad de estudiar los musgos debido a su fragilidad (misma que impide la casi existencia de fósiles y la dificultad de mantener muestras vivas en condiciones de laboratorio).
Pasan casi desapercibidos, a pesar de su ostensible presencia entre húmedas grietas, al borde de arroyos y ríos, regados por el bosque. En masa pueden frenar incendios forestales, filtran el agua, descontaminan, convierten ínfimas partículas de podredumbre invisible en aire puro. Arrojan verde y limpieza. Son el mejor piso para la tierra: la fertilizan y nutren mediante procesos que apenas empiezan a escudriñar unos cuántos científicos en el mundo.
El comienzo de un programa
Como esa, la inmensa mayoría de ese tipo de proyectos que adelantan los jóvenes innovadores, en el país avanza gracias al tesonero interés de la propia muchachada. El apoyo institucional es ridículo, por no decir inexistente. No cuentan con patrocinio empresarial de ninguna especie.
En las universidades públicas, por ejemplo, se exige a los jóvenes científicos la publicación en revistas indexadas de un cierto número de artículos. No es fácil conseguir que una revista internacional, conceda espacio a un paper sobre temas remotos como la “evaluación de la moringa como agente coagulante y floculante para el tratamiento primario de aguas mineras de carbón”. Y pensar que éste puede ser el comienzo de un programa de mejoramiento de aguas que, al mismo tiempo, abra nuevas propiedades a una planta.
Dominio del inglés
Son mayoría los aprendices de científicos e innovadores que se financian con las uñas. Nada les pagan por escribir artículos que les demandan meses de trabajo adicional. Por el contrario, les toca rogar por un cupo gratis en los eventos académicos, prestar para el bus y hacer colectas para comprarse por Internet un texto de los que nunca se conseguirán ejemplares aquí, a menos que se cuente con plata y se domine otro idioma, preferible inglés.
En el patio central del caserón escolástico (en simultánea con las presentaciones sobre todo lo imaginable en ciencia y tecnología, que se realizan en tres pisos de salones), en una muestra de proyectos de “emprendimiento”, las normalistas de San Mateo explican su idea: elegante, sencilla, práctica.
En un cuadro de 20 metros de lado, especialmente adecuado por los mismos estudiantes de 10º grado, sembraron arboles de tomate de árbol (con redundancia y todo), cuyos frutos se repartirán a partes iguales el colegio y el grupo. Parte de la ganancia se destinará a la fiesta de grado. Otra, a mantener y ampliar el cultivo, que será legado a los que siguen el próximo año.
Unas alumnas de Duitama, al lado de las cultivadoras de tomate de árbol, buscan apoyo para construir en su colegio rampas para el tránsito de personas con impedimentos para caminar. Por el momento sólo estudiantes tienen esa condición:
- Podría ser ninguno, dice una de ellas. – Pero la ley ordena que todo establecimiento educativo las tenga, afirma mientras, con mano experta, indica los incisos y parágrafos del texto menudo que guarda en una carpeta plástica, junto a los bocetos y planos de lo que debe hacerse para que su colegio cumpla las normas.
El colegio de donde vienen no tiene plata para cubrir el viaje de sus delegados al encuentro en Tunja. Los profesores tienen prohibido hacer colectas. Recurrir a los padres de familia, labriegos y pequeños comerciantes, es la única salida. Se inventan un bazar. Con eso y el alojamiento generoso de amigos y parientes… se van a exponer.
Adelantos en investigación
Los esfuerzos y el ánimo de los participantes se compensa, en parte, con la atención de los voluntarios en un edificio conventual reconvertido en universidad. En los pasillos, bajo los carteles de temas religiosos y estatuas a la Virgen, coordinan el desarrollo del evento.
Los profesores (también voluntarios) diligencian, con premura y, en lo posible, rigor; las casillas según el aula, el número de registro, la denominación del proyecto, el código de la institución representada, el nombre del semillero, el subtipo y la subárea, etc.
En el interludio, a cambio de un desprendible en las escarapelas, los participantes reciben botellines de bebidas azucaradas y panes dulces para seguir cumpliendo los horarios y rellenando formatos.
Mañana, cuando llegan a la jornada siguiente, los recibe un toldo del Centro Docente de Formación Policial, Rafael Reyes. Desde la “Noble y Culta Villa Republicana, Santa Rosa de Viterbo”, envió sus delegados al encuentro regional de semilleros estudiantiles.
Con uniformada amabilidad, se complacen a invitar a los presentes a observar, en el plasma adornado con bombas verdes y blancas, los adelantos policiales en investigación.
(fotos de øbticco@gmail.com)