“Despegué de Chehalis alrededor de las tres de la tarde; era un día hermosísimo y no había ni una sola nube en el cielo.
“Vi una hilera de extrañas aeronaves”
“Aquellos objetos eran de un tamaño considerable, y conté hasta nueve. ..Los brillantes destellos que surgían de su superficie, y que yo al principio supuse que eran reflejos del sol, eran pulsantes, y al propio tiempo los aparatos se balanceaban; parecían volar tan fácilmente de lado como en posición plana…Los objetos parecieron ascender un poco mientras seguían el rumbo de 170 grados, y comprendí que estaba a nivel con ellos porque ambos estábamos en el horizonte. Mi altímetro señalaba algo más de 9.200 pies (2.800 metros), lo cual quiere decir que ellos volaban a esta altitud, poco más o menos. Calculé que su diámetro era de unos 30 metros y, por supuesto, me sorprendió mucho que no tuvieran cola, pero pude ver muy bien su imagen sobre la nieve.
Unas maniobras increíbles
“Cuando despedían aquel destello parecían ser completamente redondos. Cuando se me mostraban de lado a de plano, se veían muy delgados y en realidad desaparecían de mi vista tras una aguda proyección del monte Rainier sobre el ventisquero. Pero como yo conocía aproximadamente mi situación en relación con la montaña, sabía por dónde habían pasado. Pensé que mi cálculo de la distancia y mi cronometraje me permitirían calcular, dentro de un margen razonable, su velocidad y por entonces ya estaba seguro de que aquella extraña formación de aparatos volaba a más de mil millas por hora(más de 1.600 km por hora).
“Entonces, cuando terminaron de sobrevolar Goat Ridger, el segundo a partir del final pareció volver su parte superior hacia mí. Creo que esta es la expresión más adecuada, y entonces pude ver que el objeto no era redondo. A juzgar por las maniobras que efectuaban, pensé que si hubiese seres humanos en ellos, hubieran quedado hechos picadillos al primer viraje, porque aquellos aparatos volaban muy deprisa y de una manera muy caprichosa; por el modo como cambiaban de dirección casi instantáneamente, la fuerza centrífuga debía ser terrorífica.
Los platillos volantes
La descripción de Kennet Arnold es mucho más extensa, pero es necesario reproducirla toda. La difusión que la prensa dio a la noticia despertó el interés mundial por los OVNIs. Y fue precisamente un periodista, Bill Bequette, de la United Press, quien puso en circulación el término “platillo volante”, al interpretar la respuesta que el protagonista del suceso concedió a una de sus preguntas: “Volaban de una manera caprichosa –respondió Arnold- , como cuando usted lanza un platillo sobre el agua, que va rebotando sobre ella…”
En realidad, el término había sido utilizado ya con mucha anterioridad, nada menos que en 1878. El 24 de enero del mismo año un agricultor llamado John Martin, que vivía cerca de Deniso (Texas), levantó la mirada y vio un objeto circular ene l cielo. Martin dijo que el objeto se hallaba a gran altura y se movía a una velocidad “maravillosa” (sic), y que la única manera como podría describirlo era comparándolo con un gran platillo que flotase en el aire. Su relato se publicó al día siguiente en el Denison Daily News, pero no pasó de ahí, por lo que Kennet Arnold no podía de ninguna manera conocer el vocablo con que el agricultor había descrito su avistamiento. Fue en efecto el periodista Bequette, ya mencionado, quien difundió el término en 1947. Los telegramas de agencia con la noticia se publicaron en más de 150 periódicos de los Estados Unidos, Y antes de trascurrido un mes, las noticias sobres observaciones de objetos semejantes proliferaron por los cinco continentes.
Fuente: Documento de España<- Año Década de lso 80