A nivel oficial, tanto en el seno de las Fuerzas Amadas de la mayoría de los países como entre los gobernantes hay, sobre los O.V.N.I.s, una conspiración de silencio. Y, sin embargo, existen pruebas palmarias de su interés y preocupación. Los Estados, casi todos, requisan todo tipo de información y crean comisiones oficiales para el estudio concienzudo de los avistamientos y aterrizajes.

Pero mantienen en secreto los resultados de sus análisis. ¿Tan peligroso es saber que quienes manejan estas naves que superan nuestra lógica?

Aeronaves misteriosas
Lo que más inquieta a los gobiernos, y tal vez en este aspecto no les falte razón, es la evidencia de que en ocasiones los O.V.N.I.s vuelan y maniobran en los cielos, demostrando con ello que son naves de  una potencia y agilidad admirables, imposibles de lograr por la tecnología terrestres. En este sentido, algunos documentos gráficos llegan a estremecer por la nitidez de su imagen y por todo lo que su presencia sugiere.

Cuando se manifiesta un fenómeno y éste interesa a determinados grupos de personas, aparecen los llamamos especialistas, que con mejor o peor fortuna acometen el estudio de esos hechos. Pero cuando un fenómeno como el de los O.V.N.I.s llega a interesar al ciudadano medio, al hombre de la calle, la opinión o postura de los grupos minoritarios no cuentan demasiado: se busca algo más. En estas circunstancias es cuando se presiona ante los máximos responsables de los distintos países que conforman nuestro mundo, haciendo que ese interés y esas opiniones se hagan “oficiales”.

¿Cuál es, pues, la opinión de los gobiernos frente a los O.V.N.I.s?
Ya hemos hablado en capítulos anteriores de los estudios y esfuerzos del gobierno de los EE. UU., representado en sus Fuerzas Aéreas, por dar una explicación al tema O.V.N.I., pero el interés de los gobiernos era anterior a la fecha que marcó la era moderna de los mal llamados platillos volantes. En efecto, ya durante los años de la Segunda Guerra Mundial, tanto un bando como el otro, se hacían  múltiples preguntas en torno a las misteriosas bolas de fuego que, en no pocas ocasiones, habían estado presentes en los escenarios bélicos. Al principio todo giró en torno a explicaciones puramente terrenales y de alto interés estratégico, ya que se pensaba en nuevas armas de los recíprocos enemigos.

Cuando la Alemania nazi fue vencida y sus secretos militares empezaron a ser desvelados, se comprobó que tales objetos volantes no correspondían a armas ultra secretas, es más: se pudo confirmar que también por parte de ellos existía un alto interés en saber cuál era su real naturaleza.

Cuando se crea el Proyecto Signo en los EE.UU., la situación no había cambiado estratégicamente mucho, pues entonces se sospechaba no de la Alemania nazi, pero sí de Rusia.

¿Son una amenaza?
Tras un primer análisis de las evidencias O.V.N.I.s, se comprueba que esas sospechas no representan una amenaza para la seguridad de la nación, con lo que las posibles explicaciones en otros sentidos se ven virtualmente desechadas sin presentarle la atención que realmente deberían tener. Es en este preciso instante, cuando se hace patente la política de descrédito al que iba a ser sometido el tema O.V.N.I de cara a la opinión pública. Se contrata a un científico sobresaliente, como el doctor Hynek, para que busque afanosamente explicaciones astronómicas a los cientos de casos que se encuentran registrados en los archivos de las Fuerzas Aéreas norteamericanas. Al mismo tiempo se dictan normas, según las cuales el personal militar queda silenciado ante cualquier experiencia personal en este terreno. Podríamos citar aquí algunas de esas normas, pero preferimos remitir al lector a la bibliografía especializada, en la que podrán encontrar numerosas referencias de primera mano sobre este particular. Toda información sobre O.V.N.I. se encontrará etiquetada bajo la denominación: top secret, con lo que se alejarán las miradas curiosas de no pocos investigadores serios del tema.

Desde este punto hasta cierre del proyecto del Colorado, o Informe Condon, la postura estadounidense queda bien clara en relación con el asunto O.V.N.I., al no existir un peligro real e inmediato producido por las extrañas manifestaciones; al existir una posible desorientación en cuanto a su real naturaleza, se prefiere cerrar los ojos “oficiales” y luchar denodadamente por convencer al público de que todo el asunto no es más que “cosas de locos”.
Cuando la primera potencia mundial en aquellos años adopta esta postura ¿qué se podía esperar del resto de las naciones  del  mundo? Pero el tiempo pasa y desde 1968 a nuestros días han sucedido nuevas cosas. Todo esto no ha cambiado sustancialmente la postura de los EE.UU., pero sí ha hecho posible avanzar en el conocimiento de cierta parte de la documentación que durante años había sido silenciada por el famoso secreto.

Los Estudios de Mc Donald.
Un hombre, norteamericano por más señas y con bastante que perder bajo el punto de vista social, entabló una lucha personal con los autoridades para poder dar luz a la información que sobre los O.V.N.I.s existía. Era doctor James E. McDonald, decano del Instituto de Física Atmosférica de la Universidad de Arizona y profesor de Meteorología, quien a partir de 1966 tomó sobre sus  hombros la tarea de interesar a los científicos en el tema, en su estudio y razonamiento, pese a su plena convicción de estar ante manifestaciones de sondas extraterrestres. Este hombre, al que algunos llamaron “el Quijote de la Ufología”, descubrió las irregularidades del Comité Condon, cuya finalidad era la de engañar al público determinando que los O.V.N.I.s eran fenómenos naturales.
McDonald participa, en julio de 1968, en el Simposium de Ciencias y Astronáutica de la Cámara de Representantes, desarrollando la tesis de una explicación extraterrestre del fenómeno.
Además, luchó denodadamente por establecer una atención mundial por el tema, lejos de las influencias interesadas de las grandes potencias, por lo que se puede destacar la carta dirigida entonces secretario general de las Naciones Unidas, U. Thant, en junio de 1967. (Dicha carta se encuentra reproducida íntegramente en su obra “Objets Volants Non Identifies”, número especial de la revista francesa Phenomenes Spatiaux, editada por el GEPA.)

Un suicidio enigmático
Su dilatada labor terminó misteriosamente el 13 de junio de 1971, día en el que fue encontrado con una bala en la cabeza. McDonald se había suicidado, quizá como producto de manos ajenas o poniendo fin a la enorme tarea que había hecho recaer sobre sí. Pero lo que quizás explique mejor la postura  de los EE.UU. ante este asunto sea el hecho de que ven en los O.V.N.I.s la posible pantalla de humo que podría ser utilizada por cualquier potencia extranjera para encubrir un ataque sorpresa o una acción descarada de espionaje. En una simple frase, se anteponen los intereses estratégicos a los de la ciencia. Prueba de que esto es cierto es la incuestionable intervención de la CIA en toda información referente al tema, no sólo dentro de los Estados Unidos, sino en cualquier país del planeta, desde donde ha informado puntualmente de cualquier caso de importancia relevante y que ahora sale a la luz merced a los numerosos organismos privados, como la NICAP.

Inhibición difícil
Pese a todo, aquella Comisión o Comité no recibió el respaldo “oficial” al hacerse público un comunicado de la Academia Soviética de las Ciencias, en el que se ponía de manifiesto que se trataba de una asociación libre de científicos que mostraban un interés especial por el estudio de esta materia. Las posteriores declaraciones de la Oficina de Física General y Astrofísica, en la persona del doctor L.A. Astsimovich y la del secretario del Comité Nacional de Físicos Soviéticos, Vladimir Lechkusov, llevo al Comité Stoliarov a suspender sus actividades.

Definitivamente, el 27 de febrero de 1968, Pravda publica una nota oficial por la que se reconoce que todo objeto detectado en el espacio aéreo ruso ha sido perfectamente identificado, por lo tanto no existían dudas en cuanto a la no existencia de los O.V.N.I.s. Las resoluciones del Comité Condon dieron al traste con cualquier otro intento de investigación, al menos  a escala oficial.
Pese a todas las manifestaciones O.V.N.I.s en Rusia seguían los mismos parámetros de comportamiento que en Occidente, a tal punto que hacían declarar a hombres como el doctor Ziegel: “la documentación reunida sugiere que el fenómeno O.V.N.I es real y no puede ser comparado con ningún otro fenómeno conocido, como, por ejemplo, los fenómenos naturales de la atmosfera.”

Todos los gobiernos imitan a USA
Es evidente que otros  países, incluso Rusia, imitan a E.E.U.U. con respecto a su postura sobre este tema.

Los países occidentales han seguido casi igual desarrollo en los intereses oficiales en torno a los O.V.N.I.s. Francia fue escenario de una de las más importancias oleadas O.V.N.I.s registradas en el mundo. Como consecuencia de ello, aquel mismo año de 1954 fue creada una comisión de estudios (SEMOC), Sección d Estudios de Los Misteriosos Objetos  Celestes, dependiente, como en otros casos, del Estado Mayor del Ejército del Aire. De nuevo se ponía en manos de militares el estudio

“El fenómeno O.V.N.I. considerado como materia reservada por el Alto Estado Mayor”
El 15 de mayo de 1979, la prensa nacional de España publicaba una noticia que se encabezaba: “El fenómeno O.V.N.I. considerado como materia reservada por el Alto Estado Mayor”.
El 20 de octubre de ese año, desencadenó este titular de prensa: En Madrid se celebraba una reunión que podíamos denominar como histórica, pues Juan José Benítez, por esas causalidades que ofrece la vida, iba a ser la persona que recibiera de un teniente general del Estado Mayor la primera información O.V.N.I. salida de los archivos “oficiales”, información que nos llevaría al conocimiento del interés del Ejército del Aire por el asunto O.V.N.I.

No es solo una actitud del gobierno de los Estados Unidos. Se puede afirmar que en todos los países de la Tierra el fenómeno O.V.N.I. es tratado por las altas esferas políticas y militares como secreto de estado. Los informes  y datos, así como los documentos gráficos obtenidos en los avistamientos, son archivados tras una investigación minuciosa a cargo del personal técnico muy calificado. Los investigadores privados no tienen acceso a estas fuentes de documentación; y el público conoce sobre el tema solamente lo que se filtra a través de los legajos oficiales.

“El fenómeno O.V.N.I ha sido considerado materia reservada por la Junta de Jefes de Estado Mayor. Esto quiere decir que la documentación y conocimiento que se tenga en el Ejército del Aire no se puede comentar ni difundir”.
Sobran las palabras para comentar el hecho: sólo hacer ver que de nuevo son los hombres del Ejército del Aire quienes están al cargo de investigar “algo”, que prioritariamente tiene un interés estratégico más que científico.

En un próximo artículo: comentaremos acerca de la postura de Rusia, Inglaterra, Brasil y España.

Finalmente, una noticia para cerrar este artículo: un ovni visto en Barranquilla.

https://www.lafm.com.co/nacional/conmocion-por-supuesto-ovni-en-barranquilla/