Y de profetas se ha hablado cuando ingresamos en estos temas de los OVNIs. Desde el lugar de las religiones, cuando nos remitimos a los libros sagrados, nos encontramos con aquellos que veían el futuro. En la antigüedad les llamaban los adivinos.
Desde la noche de los tiempos, los adivinadores alcanzaban a quienes llamaban a los muertos, en la observación de los animales se exponían dentro de sus entrañas. La interpretación de los sueños como elementos para ver el futuro mediato e inmediato: los antiguos veían los elementos de la naturaleza como algo sagrado, y los utilizaban para fines adivinatorios. Las aves anunciaban buenos tiempos; he de decir que viviendo en Capilla del Monte y gracias a los lugareños, he sabido que cada tarde noche de cualquier estación unas aves con un canto específico anuncian si van a venir lluvias. Para los paganos, la corte real y los poderosos la adivinación es parte de su forma religiosa. En un proceso propio de cada civilización en los diferentes lugares de la sociedad, la adivinación era practicada como en nuestros tiempos.
Platón como Cicerón concebían dos formas de adivinación: una inductiva considerada arte y otra natural, deductiva e intuitiva. Con la inspiración, se consideraba que el adivino era poseído por un genio o demonio, que le sumía en un trance o manía, palabra de la cual deriva ‘mantike’: mancias o artes adivinatorias.
https://es.wikipedia.org/wiki/Adivinaci%C3%B3n
En nuestros tiempos, las formas no han cambiado. Y en nuestra sociedad se convive con estas personas que nos sorprenden por la forma como pueden vaticinar, alcanzar a predecir como lo dice la palabra hechos que imposible se podría encontrar una explicación posible a tales situaciones. Y es que como en la ciencia, la Ficción alcanza lugares del conocimiento haciendo navegar formas del futuro.
Conocido por los dibujos «proféticos» que realizó en el transcurso de su vida
El loco del barrio, así lo designaban algunos vecinos, nos cuenta un señor ya mayor que visitó nuestro Centro de Informes OVNI. Cuando eran niños, fueron a visitarlo a su atelier. Rodeado de cuadros se dirigió a mí, nos cuenta: “Pibe, cuando seas grande te vas a acordar de mi”. Palabras que reafirman lo que hemos conocido del pintor Bonaerense, Benjamin Solari Parravicini. Nacido un 8 de agosto de 1898 en Buenos Aires. Con 76 años parte el 13 de diciembre de 1974 en Buenos Aires. Alguna vez fue director del Museo de Bellas Artes, con un perfil bajo mantuvo en varias oportunidades estados de trance en las que al salir de ellas en su mesa de tareas tenia en hojas, dibujos que hoy vemos y se caracterizan por bocetos bien terminados con un texto en la mayoría. Al pasar el tiempo él mismo se dio cuenta después que no quería aceptar su situación, que algo o alguien provocaba leer el futuro.
Miles de sus dibujos recorren la red y hago notar alguna simplemente para invitarles a recorrerlas en la red de internet.
Como es nuestro actuar patético, queremos estar con el «famoso», ademas que da fama es estar al lado de los famosos. En ocasiones, como en otros lugares de la sociedad, un bien propio de la humanidad se convierte en propiedad privada. Qué desafortunado que es el individuo cuando en él prevalece su propio ego.
Publicar emitiendo las fuentes hace que sea más directa la documentación. La información ha de ser de todos los individuos. En estos tiempos es un poco difícil de encontrar, cuando queremos saber…
1960: «Viraje del mundo hacia un 2002. Llega la atómica sin solución y estallará al fin. No es verdad la actual actitud de las naciones al decir y hablar de paz. Ellos comercian con la guerra organizada. Ellas atemorizan con el hongo azul, creyendo que jamás se llegará a las manos, pero el recio amarillo dirá: ¡va! y en ofuscación ¡irá! después final de finales. Principio de principios. Luz».
1939: «¡Llega la locura en masa! El trastorno cerebral será general en el final del siglo».
Él mismo narra la historia de un hombre común que se obsesiona con los dibujos de Benjamín Solari Parravicini. Su director nos acompañó en la presentación de las 20 profecías que no se conocían hasta ese momento, dadas a color y obsequiadas en el público por Claudia Banyik, quien las había recibido por una persona muy cercana a la vida de Parravicini.
Los lazos invisibles entretejen nuestras experiencias de vida. Sin pretender nada más que el saber, estas personas y la vida misma se encarga de alcanzarnos todo lo necesario para comprender la urgencia de no creernos todo lo que nos dicen; que el ser persistentes en las propias lecturas de libros, vidas y experiencias trascendentales hemos de hacer nuestra propia experiencia.