«Un fantasma recorre nuestro diario convivir, el fantasma del lenguaje políticamente correcto»

Edilberto Aldán.

 

A tan solo días después de las elecciones presidenciales 2018, que nos dejaron una Colombia polarizada por la derecha, el centro y la izquierda. Un nuevo fenómeno generó una oleada de debate en torno al comportamiento de la hinchada en el Mundial de Rusia 2018, especialmente en redes sociales, lugar en donde hoy en día más se dan estas discusiones.

Si bien, en un principio los comentarios y mensajes se centraron en el desempeño del equipo tricolor, sus jugadores y su director técnico, el debate se trasladó inmediatamente al comportamiento de un par de hinchas que exhibieron un pésimo comportamiento en los espacios deportivos de Rusia, el  uno por grabar un video irrespetando a la hinchada del equipo de Japón, el otro vídeo es de un hincha que camufla licor para entrarlo al estadio en donde se disputó el partido en Saransk y finalmente el vídeo de unos japoneses recogiendo la basura del estadio después del partido.

 

 

 

 

Muchos han manifestado sus opiniones sobre estos hechos, como si fueran poseedores de una moral superior, como si no se cruzaran la calle cuando el semáforo esta rojo por “una urgencia que se les presento”, como si nunca tiraran basura o desperdicios en las calles, como si nunca hubieran entrado comida al cine o lo que usted quiera imaginarse.

Tan solo la semana pasada, recuerdo como un grupo de contactos en mis redes sociales, luego de que publicará mis posiciones políticas entorno a las elecciones presidenciales en Colombia, la emprendió para corregirme porque al votar por ese candidato, estaba dándole la espalda a determinados temas que necesitaba el país, sacaron su ‘expertis’ en temas políticos, económicos y demás para reducir mi opinión a la de un troglodita que no lee, no piensa y no es consciente, lo más gracioso es que por su propia cuenta me eliminaron o bloquearon, incluso sin responder sus comentarios.

Aunque defienden la libertad de expresión, estaban censurando mi postura y cayendo en la discriminación de la misma. Estos y otros hechos que se han venido presentando en el escenario de las discusiones oficinistas, las redes sociales, las horas de almuerzo y demás, solo muestran que en nuestra condición humana, esta el querer tener la razón, que nuestra opinión sea la correcta y la del otro no, y cuando esa opinión es diferente procedo a acabar al otro.

Vale la pena reflexionar sobre este tema desde diferentes aristas, por ejemplo, en la religión, recordemos ese mensaje de la biblia que menciona: “¿Cómo puedes decir: “Amigo, déjame ayudarte a sacar la astilla de tu ojo”, cuando tú no puedes ver más allá del tronco que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Primero quita el tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo” (Lucas 6:37) o desde la filosofía, me gustaría recoger un fragmento de el “Elogio a la dificultad” del filósofo colombiano Estanislao Zuleta:

 

“Hay que observar con cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica; es decir, el empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro cuando es adversario o cuando disputamos con él.

“En el caso del otro aplicamos el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado es una manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso, aplicamos el circunstancialismo, de manera que aún los mismos fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada coyuntura. Él es así; yo me vi obligado. Él cosechó lo que había sembrado; yo no pude evitar este resultado.

 

El discurso del otro no es más que un síntoma de sus particularidades, de su raza, de su sexo, de su neurosis, de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados”.

 

Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados. Estanislao Zuleta

 

No caigamos en esta diatriba, respetemos la opinión del otro y #BajemosElTono en redes sociales, somos humanos y no tenemos la verdad revelada por más que muchos quieran hacerlo ver así.

 

Nos vemos en Twitter: @alvaronarvaezr

 

Por: Alvaro Narváez