Eso de ‘amar a tu prójimo’, y lo de ‘amar a tu enemigo o a los difíciles de amar’ (Mateo 5:44), es de los temas más revolucionarios que enseña Jesucristo.

Empecé mi martes, muy temprano, con oración; ese momento de la mañana en el que me conecto con el cielo. Todo bien y todo muy lindo. Luego me subí en el transporte publico y mientras me aislé del mundo a mi alrededor, quizás para hacer más ameno el trayecto a mi oficina, escuché Anthem de Planetshakers, de esas canciones que relajan y elevan espiritualmente.

– Pero «ah cosa rara», exclamé para mis adentros.

A mi alrededor vi un alboroto. Vi como un vendedor ambulante que se subía al bus después de pedir dinero -sin que nadie le diera nada-, trataba de llevarse el extintor del vehículo. Y luego, mientras los pasajeros rechazaban el acto y acudía la policía, rápidamente, a bajar al señor del bus; todos querían apedrearlo.

Me detuve a pensar, ¿por qué una persona así puede llegar hacer eso? sin embargo, me volví a colocar mis audífonos y continué en mi nirvana espiritual urbano.

 

Llegando a mi oficina me encontré con Juanita (le cambié el nombre por si las moscas), con quien no he tenido la mejor relación laboral y quien, para ese día, hizo la tarea de incomodarme. Ella sabía muy bien cómo sacar lo peor de mi, y yo estaba listo para responderle. Sin embargo, recordé que justo el fin de semana anterior había estado voluntariamente enseñando en mi iglesia sobre «Amar a los difíciles de amar».

Entonces me detuve, respiré profundo, salí de la oficina, camine un rato y me pregunté:

– ¿Qué me estará diciendo Dios?

Seguí caminando  y ¡eureka! Dios me estaba dando la oportunidad, en bandeja de plata, de aplicar lo que estuve enseñando el fin de semana: vivir en carne propia su palabra.

¿Se imagina usted amando a quien se llevo el extintor de ese bus? ¿O amando a la compañera de equipo que hace lo justo y necesario para incomodarlo? ¿ O a aquel que le cierra el paso en su carro, a quien le robó o no le paga lo que le debe, a quien arma chismes o difamaciones detrás suyo, al político corrupto, o a quien aplica su ‘malicia indigena’ con usted?

¿Cuantas veces has sido el que incomoda a otro, a veces sabiéndolo y otras veces sin saberlo?, ¿Cuantas veces has sido el que ha sido perdonado por otros? y si crees en Jesucristo, ¿cuantas veces has sido perdonado y amado a pesar de tus faltas? ¿no crees que podrías también perdonar y amar a otros así como Cristo lo hizo por ti en la cruz?

Ahora me pregunto: ¿qué sería del mundo, de nuestros países y ciudades si cada individuo amara a los difíciles de amar, e hiciera de ese mensaje una realidad? Quizás no habrían guerras, tampoco hambre y demás.

Pero en la realidad vemos que esto dista mucho de serlo, pagamos ojo por ojo y diente por diente. Y  la venganza inunda las noticias con masacres y gente queriendo tomar justicia por su propia cuenta.

Nuestros políticos nos instan a odiar a sus opositores. Decimos que estamos en un tiempo de alta polarización, el mercado nos invita a competir hasta acabar con el otro, la ley darwiniana del ‘más fuerte es el que sobrevive’ nos sigue rigiendo como especie a pesar de que ya no vivimos en las cavernas, ni trepamos los árboles.

Entonces, ¿para que amar al difícil de amar? para traer luz a un mundo de odio y venganza.

La batalla interna por morir a la gratificación que puede traer la venganza es compensada para los que creen en Jesús, con agradar a Dios… y a los que no creen en Él, con crecer en carácter y poner los cimientos para una humanidad más civilizada.

 

Y estará preguntándose, ¿qué hizo con su compañera de trabajo?

Me guarde lo que pensaba y ore por ella. Justamente ese día tenía unas chocolatinas que acababa de traer de uno de mis viajes y que repartí a todos mis compañeros, obviamente no pensaba compartirle a ella y adivinen…

Le dí doble porción, también ore por el señor que hizo lo que hizo en el bus.

Lo sé, es muy difícil, no levito espiritualmente, a mi también me cuesta, sin embargo, amemos a los difíciles de amar por mucho que nos cueste.

 

Por Alvaro Narvaez