Imagen cortesía- Jonathan Nassif: Grupos recorren las calles de Medellín ayudando a los necesitados

 

Mientras el paro nacional está por cumplir un mes desde que iniciaron las manifestaciones, el país lleva más de un año enfrentando otra crisis: las dificultades económicas ocasionadas por la pandemia, lo que ha agudizado la pobreza con cifras tenebrosas.

En ciudades como Medellín diversos grupos de voluntarios no se detienen en la lucha para brindar ayudas a los habitantes en las zonas más desfavorecidos y personas en situación de calle. Si bien en la ciudad se destaca la lucha contra el coronavirus, el hambre generalizada, causada por la pandemia, empuja a movimientos sociales con el deseo de intervenir para brindar alivio.

Desde que el mundo comenzó a hablar del covid-19, el panorama se tornó preocupante para nuestra región. Antes de que el nuevo coronavirus llegara a América Latina, ya era evidente que la pandemia tendría un costo desproporcionadamente alto en la región, donde los índices de pobreza son más altos que en los países desarrollados a los que el virus comenzó a golpear primero.

Semanas después comenzó el padecimiento de miles de familias de escasos recursos que viven del día a día. El Gobierno Nacional ordenó el cierre total el 25 de marzo de 2020 ante la potencial amenaza de una rápida multiplicación de los infectados. Las consecuencias inmediatas para los millones de trabajadores informales que se quedaron sin ingresos y alimentos abrumaron en todos los niveles.

En Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia, han surgido colectivos con la idea de apoyar de alguna manera a los más afectados por la situación. Uno de los colectivos es liderado por el estadounidense Jim Glade y el fotógrafo Harold Smith Henao, quienes de inmediato pusieron su mirada en dicha población e intervinieron cuando la hambruna se avecinaba en los barrios más pobres de la ciudad.

Ambos comenzaron a recaudar fondos y asociarse con amigos y vecinos para entregar paquetes de ayuda con alimentos no perecederos a cientos de familias en el centro de la ciudad de Medellín, así como a diferentes barrios marginados.

Los esfuerzos, que el grupo pretende continuar mientras dure la crisis, incluyen la entrega de frijoles, papel higiénico, galletas, hielo, galletas, pasta y otros artículos. Este colectivo también ha brindado platos de comida a más de 380 personas, incluidas familias en inquilinatos y personas que viven en la calle, así como almuerzos para llevar a más de 190 presos a la cárcel de Bellavista.

Otros de los esfuerzos han contado con el apoyo adicional de un espacio de cocina ofrecido por el Teatro Pablo Tobón Uribe, donde un grupo de colombianos y extranjeros también pudieron cocinar, así como empacar algunos paquetes para entregar a más de 800 personas sin hogar y personas que viven en las decenas de inquilinatos de la zona del centro de la ciudad de Medellín; muchos de esos lugares no cuentan ni siquiera con una cocina. 

“El domingo fui a un inquilinato donde 50 personas, muchas de ellas familias con ancianos o niños pequeños, se hospedan por alrededor de $10.000 pesos la noche”, comenta Jim Glade. “La mayoría de las personas en el inquilinato pagan tarifas diarias con el dinero que ganan vendiendo dulces o frutas en las calles. Personas mayores y jóvenes viven en situaciones lamentables. Debido a la cuarentena forzada en Medellín, estas personas no han podido trabajar desde el 25 de marzo y necesitan desesperadamente alimentos y otros recursos”. 

En medio de un momento bastante complejo para Colombia, y con índices de pobreza en aumento, solo queda agradecer a quienes de alguna manera extienden su mano a las más de 21 millones de personas que viven en la pobreza y 7,4 millones en pobreza extrema que hoy se cuentan en el país.