El espacio público es de todos, es decir, es mío, también es tuyo, de ella, de nosotros y de ellos, porque es el territorio por donde cualquier persona tiene derecho a estar o a transitar.
Los andenes hacen parte de ese espacio público que podríamos verlos como otros carriles, al lado de las vías vehiculares, pero destinadas al tránsito de peatones.
Muchas discusiones y polémicas se han dado por el uso y aprovechamiento de este espacio con fines comerciales y privados, pero hay otro asunto pendiente e importante en torno a los andenes, y es su diseño.
Los andenes no son solo espacios de tránsito, sino también vías de acceso peatonal para entrar a la casa, al trabajo, a la escuela… Y son zonas que deben ser pensadas para la fácil y segura circulación de todas las personas, en especial de niños, ancianos y personas con problemas de movilidad.
Pero con frecuencia nos encontramos con aceras diseñadas al gusto de los dueños de las viviendas. Esto pasa porque permanece entre muchas personas la falsa concepción de que la propiedad de la vivienda se extiende e incluye al andén. Esta es otra forma de privatización de lo público.
El resultado de este desorden es ver calles con andenes sin ninguna uniformidad, ya que varían de casa en casa. No es extraño verlos embaldosados, con el riesgo que esto implica para que alguien se resbale. O encontrar andenes con pendientes, otros excesivamente altos o incluso con escalones. Esto sin contar con los andenes que requieren mantenimiento con urgencia porque tienen huecos o losas levantadas.

Esta acera es tan angosta que el peatón prefiere caminar por la vía vehicular.

La normativa exige que los andenes sean parejos, continuos y a nivel, sin ningún obstáculo, y construidos con materiales duros y antideslizantes.
Ninguna excusa es válida para modificar, o mejor dicho, para complicar el diseño y el libre tránsito de los peatones, pues aunque la casa cuente con antejardín o con entrada a un garaje o a un sótano, el acceso debe comenzar a partir de la línea de parámetro de la vivienda, sin incluir el andén.
Además, el espacio público debe tratar de eliminar cualquier riesgo de accidente. Por ejemplo, es común en los andenes colombianos que en los pasos peatonales no haya un leve desnivel que conecte la acera con la calzada vehicular. Esto se logra con vados peatonales.
Los espacios públicos deben ser diseñados bajo el concepto de la accesibilidad universal, de manera que ninguna persona encuentre dificultades para acceder al mobiliario urbano, a las infraestructuras de transporte o a las edificaciones, sin importar su edad, su estado físico o sus limitaciones de desplazamiento, o incluso si se trata de alguien que va en en silla de ruedas o que empuja un coche para bebé.

Los desniveles y las losas sueltas son un peligro para los peatones.

Las personas con alguna discapacidad física frecuentemente tienen que superar muchas barreras para acceder a las mismas oportunidades que la población en general en servicios como salud, empleo, atención pública; si convertimos los espacios públicos en una carrera de obstáculos, estamos cerrando aún más las oportunidades de esta población y contribuyendo a la discriminación que ya viven.