La información es poder, esto no solo aplica para políticos o periodistas bien “dateados”, sino también para los ciudadanos que requieren información puntual y al día sobre los diferentes temas de su ciudad para sacar el máximo provecho de su tiempo.
Una ciudad inteligente, también conocida como Smart City, aprovecha las infraestructuras, la tecnología y la innovación para hacer eficientes y sostenibles los territorios urbanos, y para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Para eso es necesario garantizar que el ciudadano cuente con la información necesaria para que pueda tomar las decisiones que más le convengan en su diario vivir, y de paso para que el ritmo de la ciudad no se vea alterado ni estancado.
Las tecnologías de la información y de la comunicación ayudan a hacer eficiente el funcionamiento y los servicios de las ciudades, porque responden a las necesidades puntuales de la población y les permite ganar tiempo, algo que cobra mucha importancia en las grandes urbes, donde los ciudadanos deben llevar a cabo múltiples tareas, deberes o gestiones en tiempos reducidos o simultáneos.
Pensemos por un momento en la persona que está en su casa y a través de su computador o de su teléfono móvil puede ver en tiempo real que el bus que necesita llegará al paradero más cercano en un tiempo estimado de 25 minutos. Ella puede calcular el tiempo necesario para salir de su casa y no tener que esperar mucho en el paradero. Esto le dará la oportunidad de aprovechar mejor el recurso tiempo. Si esta misma persona no cuenta con esa información, tendrá que ir rápidamente al paradero con la esperanza de que el bus no haya pasado o que no tenga que estar mucho tiempo esperándolo.
Del mismo modo, un conductor puede enterarse al instante dónde hay un embotellamiento en la ciudad para evitarlo y tomar otra ruta. O en qué zonas de la ciudad el tráfico fluye más rápidamente. Este dato es altamente valioso en los horarios pico. No solo gana el ciudadano que consulta la información, sino también las autoridades que podrán sortear de mejor manera los problemas por el tráfico congestionado.
Si hay un accidente en la ruta, un conductor no querrá enterarse cuando tiene el incidente enfrente y ya no tiene muchas posibilidades de salir rápidamente de ahí. Los servicios de información también pueden anticiparle a este ciudadano lo que se encontrará más adelante para que busque un desvío en su trayecto y sortee de mejor manera la situación.
O qué tal contar con información en directo de los sitios de la ciudad en donde hay lugares libres para estacionar el carro, lo que evitaría dar vueltas innecesarias buscando uno, y economizaría tiempo y combustible.
La tecnología y la información inmediata no solo son útiles en materia de transporte, gracias a ella también es posible estar enterados de los horarios de los establecimientos públicos o privados, o incluso permite reservar y/o comprar las entradas a distintos espectáculos de entretenimiento desde el sitio donde el usuario esté conectado. O separar una cita médica. O pagar los servicios públicos. Todo a distancia y de forma inmediata.
Todos estos son tiempos de trayectos y esperas que el ciudadano se puede ahorrar y que los puede aprovechar y disfrutar en otras actividades.
La gestión inteligente de la ciudad pasa por recuperar el tiempo perdido y optimizarlo, porque se trata de lapsos usados inoficiosamente y que bien pudieron haber sido aprovechados por los ciudadanos en sus ámbitos familiares, personales o laborales.
¿Cuánto tiempo al año pasa usted esperando ____? En el espacio de la pregunta se puede agregar un bus, en una fila en el banco o en el supermercado, en un trancón, entre muchas otras posibilidades. El resultado total seguramente será de días y hasta de semanas solamente esperando. Ahora piense en todo lo que pudo haber hecho con ese tiempo.