Salir de las cuatro paredes de la ciudad, o incluso del país en que vivimos, es una excelente oportunidad para desconectarse del entorno y la rutina habitual, pero también puede servir para ver y comprobar que existen otro tipo de soluciones para enfrentar problemas comunes de las localidades.
Que las diferentes cuestiones urbanas se resuelvan en nuestra localidad de cierta manera, muchas veces no significa que sea la mejor solución, ni que sea la única posible, tampoco que sea así en todas partes. Con seguridad siempre habrá ideas novedosas, más eficientes o útiles, que ya están siendo puestas en práctica en otros lugares. De igual manera, muchas de las iniciativas de nuestra localidad pueden ser útiles y ejemplares para otras ciudades.
Algunas ideas, planes y proyectos de territorios foráneos se pueden tener en cuenta para ser implementadas y adaptadas en las nuestras, según las necesidades y las características culturales, sociales, geográficas o climáticas. No se trata de hacer réplicas exactas ni malas copias que podrían agravar los problemas ya existentes.
Es el caso de Bogotá, que tomó como ejemplo el sistema de transporte de Curitiba (Brasil) para implementar el TransMilenio en la capital. Y de allí este sistema fue copiado a varias ciudades intermedias colombianas, con las dificultades que hoy presenta porque su desarrollo se estancó mientras que la ciudad continuó creciendo y demandando un mayor servicio.
Pero viajar no solo implica ir a conocer procesos exitosos, sino también fracasos. De los errores y de las malas decisiones también se aprende para no caer en lo mismo. Es por eso que nunca se debe perder de vista cuál es la necesidad de la ciudad, qué es lo que necesita solucionar o mejorar, y cuáles son las posibles consecuencias o respuestas de implementar una solución.
Asistir a un seminario internacional, ver un buen documental o leer un libro sobre el urbanismo en otras ciudades y países nos deben dejar con ganas de recorrer esos lugares, de sentir, de constatar otras realidades y de comparar.
Y al final resulta que en otros lugares caemos en cuenta que muchas de las situaciones problemáticas de nuestras localidades solo requieren emprender estrategias de organización y educación en cuanto a horarios, sentido de calles, luminarias, frecuencias de servicios, seguridad, señalización, comunicación… para que las cosas marchen un poco mejor.
No debemos conformarnos con que “así es acá”, pues todo es susceptible de mejorar. Viajar nos sirve para darnos cuenta de la clase de ciudad en la que vivimos.
Por supuesto, los viajes no tienen el mismo interés para todas las personas, pero para quienes estudian las ciudades o para aquellos que están encargados de tomar decisiones sobre el futuro de las mismas, es importante que se enriquezcan tratando de conocer más ampliamente estos lugares y no limitarse a los clásicos circuitos turísticos, que reflejan una pequeñísima y sesgada realidad de los territorios.