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Vuelve al centro del debate la medida que prohíbe la circulación de motos con parrillero, todo por cuenta de la decisión de la administración del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, de restringir el tránsito con pasajeros hombres mayores de 14 años en motos de cilindraje igual o superior a 125 cc, con el fin de reducir los índices de hurto en la ciudad.
La medida operaría de manera temporal, tres meses inicialmente, y funcionaría desde la calle 100 hasta la avenida Primero de Mayo y entre la carrera 68 y los cerros orientales.
Esta disposición no es novedosa, de hecho, opera desde hace años en varias ciudades de Colombia, como Cúcuta, Neiva, Cali, Barranquilla, Pereira, Itagüí, Ibagué, Envigado, Bello, Barbosa, Neiva, Buenaventura, Florencia, Barrancabermeja, Valledupar, Yopal, Riohacha, entre otras. En algunas de ellas la restricción funciona en toda la localidad y para todo tipo de motos. Hay ciudades donde funciona las 24 horas del día y en otras va entre momentos del día. Las razones, además de la seguridad, puede ser para frenar el mototaxismo.
¿Qué tan efectiva es esta restricción? ¿Tiene un impacto real y verificable en la disminución de los delitos? Los resultados en algunas de las ciudades que ya tienen implementada esta medida son variables, por ejemplo, en Barranquilla, donde la restricción opera desde hace un año, las autoridades de Policía consideran que esta ha sido efectiva para disminuir los hurtos. En Cali funciona la prohibición desde 1995, sin embargo, esta es fuertemente desacatada, ya que es común ver motos con parrillero hombre en las calles. “Lo que pasa es que en Cali la cantidad de motos supera en algunos sectores la capacidad de respuesta institucional para controlar el parrillero hombre”, responde la Secretaria de Seguridad y Justicia de esa ciudad, María Ximena Román.

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En Medellín funcionó la medida entre 2012 y 2015. Según la Secretaría de Seguridad de esa ciudad, hubo una reducción de algunos delitos como el número de homicidios (26.1%) y el hurto de carros (10.6%). Sin embargo, como lo señala el diario El Colombiano, “esta reducción sistemática de los últimos años en número de homicidios es algo que no se puede atribuir únicamente a esta medida, puesto que al comparar las cifras de años anteriores cuando se permitía la circulación del parrillero hombre, se evidencia que desde 2010 había una tendencia decreciente en el total de personas asesinadas en Medellín”.
El resultado de esta restricción no es el mismo en cada ciudad y nada permite anticipar qué tan positivo será su resultado. En Bogotá decidieron que inicialmente fuera temporal, es un ensayo, a ver qué pasa, pues no se tiene certeza de los resultados. Sin embargo, tiene un alto impacto mediático por la gran cantidad de población a la que afecta.
El alcalde Peñalosa justificó la medida bajo el argumento que «las cifras muestran claramente que los delitos cometidos por los parrilleros han venido en aumento». Eso es cierto, pero el asunto que las autoridades distritales y de seguridad deben analizar es por qué aumentaron tan dramáticamente de un año a otro, ya que en 2014 fueron 1.289 casos reportados por la Policía, en 2015 pasaron a ser 1.551, en 2016 ascendieron a 2.168, pero en 2017 aumentaron 144% con respecto al año anterior, con 5.288 casos de asaltos perpetrados con moto.
Todas las formas de delincuencia deben ser contrarrestadas, pero pareciera que la atención se está centrando en los parrilleros de las motos, tal vez para mejorar la percepción de seguridad, pues del total de asaltos cometidos en el año 2017 en Bogotá (62.169), el 75,19% fueron cometidos por personas que iban a pie, es decir, 46.750 casos. Los actos de delincuencia perpetrados por parrilleros en moto representaron tan solo el 4,87% de ellos, con 3.031 casos. Es más, si se suman los asaltos cometidos por parrilleros y por conductores de moto, estos significaron tan solo el 8,5%, con 5.288.
Los datos presentados por la Policía revelan que en 2017 hubo 46.750 asaltos cometidos por personas que iban a pie, por pasajeros de bus (4.921), por parrillero de moto (3.031), por conductor de bicicleta (2.701), por conductor de moto (2.257), por conductor de carro (797), por conductor de taxi (622), por pasajero de carro (569), por pasajero de taxi (385), por conductor de bus (77), y otros (59).
Independiente de los resultados que se obtengan en la lucha contra la delincuencia al restringir el parrillero hombre en moto, lo cierto es que la medida trae otras consecuencias para las ciudades y sus habitantes.
Las motos en Colombia son usadas como medio de transporte principalmente entre la población de estratos 1, 2 y 3, y cada vez hay más colombianos que se bajan del bus para subirse a la moto por las ventajas económicas que les representa. Una familia puede ahorrarse $125.188 cada mes si se desplaza en moto, concluye el estudio ‘Contribución de la motocicleta y su evolución en la economía nacional’, elaborado por la Universidad de los Andes en 2011. Prohibir el parrillero en las motos afecta el presupuesto de muchas familias que tendrán que destinar dinero para el pago de transporte público, teniendo un espacio libre en la moto.
«Solo 5% de los ciudadanos en Bogotá se movilizan en moto. De ese 5%, menos del 10% lleva parrillero hombre. De manera que esta medida afectaría a menos del 0,5% de las personas en la ciudad”, sostuvo el alcalde. ¿Tiene sentido entonces afectar a estas familias si de antemano se sabe que el impacto en la delincuencia será mínimo?
Otro riesgo de implementar la prohibición es que, en un país inundado en motos, solo en Bogotá hay 480.000 motos matriculadas, se aumente la cantidad de ellas por cuenta de quienes no pueden transportarse como parrilleros. Esto, por supuesto, es directamente proporcional a la cantidad de accidentes de tránsito, porque, según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, el 50 % de los muertos en las vías son motociclistas y en casi la mitad de las muertes de peatones está involucrada una moto.
En 2011 el alcalde Peñalosa decía: “En algunas ciudades colombianas han restringido las motos que porque en ellas se cometen delitos. Eso es como el cuento del sofá, cuando el marido encuentra a la esposa que le está siendo infiel en el sofá, entonces va furioso y vende el sofá. La moto puede ser usada en alguna ocasión para cometer un delito, igual que un carro, igual que una bicicleta, pero la inmensa mayoría de motos sirve para ir a trabajar, para llevar a los niños al colegio…”.
¿Qué sentido tiene ir ahora a vender el sofá? Lo que a los motociclistas se les debe exigir es que cumplan las normas de tránsito y que conduzcan con responsabilidad, dado su alto nivel de accidentalidad, y en el caso de la inseguridad de la ciudad, ¿qué tal si las autoridades judiciales empiezan por dejar de liberar a los delincuentes a las pocas horas de capturarlos con la excusa de que “no son un peligro para la sociedad”?

 

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