Esta semana se dio a conocer la noticia del Instituto Humboldt sobre el levantamiento parcial de la veda para uso sostenible del caimán aguja. La noticia no fue bien recibida en las redes sociales, donde los internautas se quedaron solo con lo que decían los titulares y empezaron a hablar de “ecocidio”. Sin embargo, es necesario detallar esta historia para entender que tiene más fondo que la simple calentura que puede generar un titular de prensa o una tendencia en Twitter.
A través de la Resolución 2298 de diciembre de 2018, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible levantó parcialmente la veda establecida en la Resolución 573 de 1969 del Inderena para la especie caimán aguja o ‘caretabla’, de la población de Crocodylus acutus del Distrito de Manejo Integrado (DMI) de los Manglares de la Bahía de Cispatá, Tinajones, La Balsa y sectores aledaños, en el departamento de Córdoba.
Queda claro entonces que el levantamiento de la veda no es generalizado, no aplica para todo el país, sino que será puesto en práctica en un lugar específico del territorio colombiano. Además, esta medida no aplica para todas las especies de caimanes, sino para una en particular.
Respecto a la autorización del comercio de piel de caimán aguja es necesario conocer las justificaciones y las características de la medida.
Para empezar, la mencionada resolución es clara en que el levantamiento parcial de la veda a la población de caimán aguja será exclusivo y restringido a sus huevos y dentro del DMI de la bahía de Cispatá. De igual manera, la cosecha se permitirá únicamente a los grupos de comunidades locales de la zona, autorizados por la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS) y en el Plan de Manejo Específico, y quedará restringida a particulares o entidades.
Según informó el Instituto Humboldt, “la medida permitirá la recolección de huevos del nido silvestre solo entre enero y abril, en zonas georreferenciadas, previa autorización, los cuales serán llevados a incubación controlada en las instalaciones de la CVS para el manejo de neonatos y juveniles, para obtener una proporción de individuos de ambos sexos para repoblación en el medio silvestre, así como un porcentaje para aprovechamiento de las pieles por parte de las comunidades y su posterior comercialización internacional”.
Los resultados serán avalados por el MinAmbiente
Los resultados obtenidos de esta experiencia de tres meses serán revisados y avalados por el MinAmbiente y los institutos de investigación, para determinar si los volúmenes de extracción no ponen en riesgo la supervivencia de la especie. Y es que la decisión fue tomada luego de estudios realizados a la especie de caimán aguja en la bahía de Cispatá, que demostraron que sus poblaciones recuperaron el equilibrio y que existe para ellas un manejo sostenible que garantiza su permanencia a largo plazo.
En 2017 hubo incremento de individuos de Crocodylus acutus en 250 %, se pasó de 50 en 2003 a 121. El aumento obedeció al programa de liberación puesto en marcha en la última década, alcanzando 11.788 especímenes.
En ese sentido, la recuperación del caimán aguja ha sido permanente y sostenida en el DMI de los manglares de la bahía de Cispatá, lo que trajo como resultado el levantamiento de la prohibición de comercialización, beneficiando a las comunidades de la zona, que se han encargado de la conservación de la especie y que dependen del uso sostenible de la fauna y flora para su supervivencia.
“Uno de los mecanismos aprobados por los tratados internacionales para conservar las especies amenazadas, es el establecimiento de medios de subsistencia y de participación de las comunidades locales rurales, a través del aprovechamiento sostenible de las especies que habitan el mismo territorio, con el desarrollo de proyectos que buscan el repoblamiento de las especies silvestres mientras se aprovechan de manera sostenible, similar a los cultivos de peces”, explica el MinAmbiente en un comunicado.
Lo que se tiene es que esas comunidades que en la década de los 70’s se dedicaban a cazar la especie, llevándola casi a su extinción, hoy trabajan unidas en Asocaimán y hacen parte de una estrategia de conservación, legalidad y emprendimiento para que sean custodios y protectores del caimán, gracias al cual subsisten económicamente.
No se trata de una caza desmedida
El aprovechamiento sostenible de cualquiera de los componentes de la diversidad biológica (bien sean caimanes, chigüiros, tortugas hicoteas, entre otros) es aquel que no ocasiona una disminución a largo plazo de esta diversidad biológica de ninguno de sus componentes, manteniendo su potencial para satisfacer las necesidades y pretensiones de las generaciones presentes y futuras, como bien lo explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En definitiva, esto no se trata de una caza desmedida de caimanes, sino que es una estrategia de aprovechamiento sostenible que garantiza que la especie no quede en riesgo de extinción y que tampoco haya una sobrepoblación que afecte otros ecosistemas. Además, esta estrategia es regulada por reconocidos institutos de investigación, lo que garantiza que no haya sobreexplotación; y lo más importante es la participación de las comunidades que antes se dedicaban a la cacería y que ahora cuidan la especie porque han comprendido que dependen de la biodiversidad en la que viven. ¿O qué otras alternativas se les propone?