La ciudad de noche es otra muy distinta a la del día, no solo porque ya no se cuenta con luz natural y la temperatura del ambiente baja, sino porque la dinámica social cambia. Gran parte de la población termina su jornada laboral y se retira a su casa a descansar. Pero esto no significa que la ciudad se apague.

La noche es aprovechada en especial para actividades de esparcimiento en bares, restaurantes y discotecas, pero el horario nocturno también es asociado con calles solitarias y oscuras, y con problemas de seguridad.

En algunas ciudades del mundo funciona la figura de la Alcaldía Nocturna, como la llaman en Ámsterdam; Office of Nightlife en Nueva York; Clubcommission en Berlín. En Colombia ha funcionado esta figura en algunas ciudades, como en Cali, que tuvo el Gerente de la Noche y en Pasto, donde hubo un alcalde nocturno en 1997.

En la mayoría de los casos estos gerentes, alcaldes o administradores de la noche se han enfocado en las actividades relacionadas con el control a la seguridad entre las 6:00 p.m. y las 6:00 a.m. Las acciones tienden a ser policiales para garantizar el control del volumen de los establecimientos públicos, evitar riñas callejeras y reducir los reportes de agresiones personales y robos.

Hace poco Antonio Navarro Wolff, uno de los precandidatos a la Alcaldía de Bogotá, propuso la creación de Alcaldes Nocturnos en las localidades de la ciudad. En su sitio web de campaña explica que con esta medida “busca generar el disfrute del espacio público y la rumba sana, evitando que situaciones que podrían desencadenar en violencia, consumo de drogas o bebidas embriagantes en menores; riñas callejeras, atracos, excesos de ruido en clubes nocturnos, se reduzcan a partir de acciones coordinadas entre las entidades del Distrito, las autoridades y organizaciones privadas, presentes en el sector”.

Y continúa: “Esta figura operativa delegada por el Alcalde Mayor, y a quien se le reportará, facilitará acciones interinstitucionales donde el Alcalde Nocturno recorrerá las calles en compañía de las autoridades de policía, principalmente de jueves a sábado, siempre velando por el cumplimiento estricto de medidas preventivas o sancionatorias”.

Es decir, el foco de su propuesta es eminentemente policial. Por supuesto que las acciones de un alcalde nocturno tendientes a garantizar la seguridad son importantes y necesarias para garantizar que las actividades culturales, sociales y económicas se desarrollen con tranquilidad, sin embargo, esta figura debe aprovechar para poner en marcha otras acciones que dinamicen las actividades nocturnas.

Las alcaldías de la noche deben promover una economía nocturna de la ciudad que conduzca a la generación de empleo, mediante actividades sociales, culturales, recreativas, comerciales, deportivas y gastronómicas, porque una calle o una zona llena de gente se percibe como un sitio seguro y pleno de vida. Esta situación se vive con intensidad en los días previos a la Navidad, época en la que se revitaliza el espacio público. Lo mismo sucede en las ciclovías nocturnas, que además del deseo de hacer deporte, la ciudadanía participa porque mucha gente va a ellas y eso les da sensación de seguridad.

Además, esta promoción de las actividades de la noche debe ir acompañada de otros servicios, como la garantía de un transporte público 24 horas.

Otra razón para promover las actividades nocturnas es pensar en quienes todo el día trabajan y tienen horarios de salida al final del día o ya en la noche, cuando el comercio y muchos servicios han cerrado su atención al público.
Algunas ciudades adelantan actividades esporádicas en la noche como ciclovías nocturnas, la noche de los museos, rebajas en los establecimientos comerciales, entre otras, pero en general la noche sigue siendo vista como un espacio temporal en que la ciudad duerme y todo se apaga.

Reactivar la noche comienza por desmontar la idea de que las actividades posibles giran solo en torno a la rumba. Una alcaldía nocturna debe hacer una lectura de los deseos de los ciudadanos para desarrollar actividades masivas, constantes y seguras que satisfagan a la mayoría para que haya un balance positivo entre los beneficios económicos y los beneficios sociales.