Debo confesar que leí la entrevista que le dieron Gina Parody y Cecilia Álvarez a María Isabel Rueda para este periódico hace dos semanas y quedé muy sorprendida.
Lo que me impactó no fue que ellas hablaran juntas y en público sobre la relación amorosa que tienen hace 9 años. Lo que me impactó fueron los comentarios de los lectores en eltiempo.com donde está colgada la entrevista. Los leí porque quería saber cómo recibe la gente este tipo de información y quedé absolutamente aterrada. Realmente no alcanzaba a imaginar tanto odio y tanta vulgaridad junta. Y lo peor del caso es que las palabras mostraban rechazo hacia ellas por partida doble: por ser lesbianas y por ser mujeres.
La mayoría de los comentarios eran machistas, ignorantes, y estaban amparados en la religión para esconder miedos propios, la incapacidad de ver en los otros, en todos los otros, sin discriminación alguna, un motivo de amor y respeto.
Muchos usuarios masculinos escribieron que lo que les falta a ellas dos es un buen macho. Claro, es esa posición ignorante y aberrante que cree, por un lado, que la homosexualidad es una enfermedad o un mal que debe y puede ser corregido con un sexo agresivo… ¡cuando no hay nada más falso que esto! No hay nada que corregir.
Y por otro, los comentarios estaban cargados de esa visión de los hombres que creen que la felicidad y el bienestar de las mujeres depende únicamente de contar con un hombre que las satisfaga en la cama. Pero qué visión tan miope.
Esta no solo reduce a la mujer, también al hombre. Nos convierte en seres cuya única capacidad de dar se encuentra en el sexo, cuando las verdaderas relaciones de pareja están hechas de lazos que se unen en muchos frentes, y porque creen que los hombres pueden imponer su poder en todo, en la cama y en las preferencias sexuales de todas las personas.
Los comentarios machistas me hicieron pensar en ese horror que llaman las violaciones correctivas con las que hombres muy atrofiados en su cerebro creen que con abusar sexualmente de una mujer lesbiana ella va a dejar de serlo. Siguen sin entender que cualquier intromisión en el cuerpo femenino sin el permiso de la dueña es por encima de todo un acto agresivo y repudiable.
Sí, se han hecho muchos avances en la legislación del país para proteger los derechos de los homosexuales y también de las mujeres, pero al parecer no hay todavía nada que logre abrir del todo las mentes y los corazones para de verdad vivir y respetar los derechos de todos.
Espero que algo de lo que veo en las nuevas generaciones sea común a muchas personas y se extienda, para que no sean solo puntos aislados en las multitudes. Cada vez más adolescentes se atreven a hablar de su sexualidad, a presentarles sus parejas a sus amigos y salir juntos a tomar un café, cada vez más mujeres optan por ser ellas mismas sin presiones sociales, pero no deja de preocupar que en este país de separaciones y segregaciones entre pobres y ricos, entre el campo y la ciudad, los del club y los sin club, la mentalidad realmente abierta y respetuosa frente a la homosexualidad y las mujeres se convierta también en un abismo más entre unos y otros, en una forma más de dividirnos.
Espero que los jóvenes respetuosos de quienes escribo también lean las entrevistas que se publican y escriban comentarios acertados al respecto, porque hace mucha falta su voz ante estos hechos.
Sería muy bueno que quienes son hombres y heterosexuales, por el simple hecho de recibir un poder que el orden social dominante les ha dado porque sí, también contribuyan a defender los derechos de quienes han sido sometidos y rechazados.