Los senos de las mujeres vistos como una parte atractiva y sensual del cuerpo femenino no disgustan a nadie, por el contrario, entre más profundo sea el escote, mejor; entre más famosa la actriz a la que los paparazis descubren en topless, más grande la foto. Las puchas están en todas partes a la vista de todos: en avisos publicitarios, en películas, en los desfiles de moda. Y eso está bien, cada quién mira lo que quiere y cada mujer es dueña de su cuerpo para mostrarlo como le plazca.
Pero sí es inaudito que existan personas y sociedades que consideren impúdico amamantar en público, que rechazan y agreden a mujeres por realizar frente a otros un acto que es natural y necesario, que crea el lazo más sólido entre madres e hijos y que provee gratis el mejor alimento en la vida de cualquier persona.
Es como si el simple hecho de exponer las tetas como fábrica de leche las redujera a un objeto que ya nadie quiere ver, comprar ni consumir, como si su condición maternal les arrebatara su connotación sexual y esto ya no estuviera bien visto. Creo que detrás de esta falsa postura moral se esconden otros juicios, como uno machista dominante que quiere definir lo que debe ser y no ser una mujer para la sociedad y según el cual la maternidad le quita a la mujer su condición de estar disponible para el hombre cada vez que él lo desee y bajo las condiciones que él disponga.
También creo que encubre el menosprecio que existe hacia las actividades propias de la maternidad y del cuidado del hogar, tanto que las mujeres encuentran muy pocos lugares apropiados para amamantar fuera de su propia casa. No sé a quién le dio por equiparar la alimentación de un bebé con una necesidad de aseo personal, las madres se esconden en los baños a darles leche a sus hijos cuando el común de la gente no compra su almuerzo para comérselo en el lavamanos. Seguramente, si la sociedad valorara la maternidad como lo que realmente es, construiría lugares especiales para amamantar, con sillas cómodas donde la espalda y los brazos encontraran apoyo y descanso, con agua para tomar.
Pero es tan real y tan frecuente la discriminación y el maltrato a las madres que amamantan en público que en varias ciudades del mundo se realizan “tetatones”, encuentros públicos en los que las mujeres se reúnen para darles pecho a sus hijos a la vista de todos para defender sus derechos y hacer evidente el rechazo del que son víctimas.
El próximo miércoles el turno de la “tetatón” es para las mujeres lactantes de Bogotá, en el Parque de los Novios, a la que esperan la asistencia de 2.000 madres. Ojalá llegue el momento el que no sea necesaria una actividad como esta para que las mujeres se sientan seguras y tranquilas a la hora de amamantar a sus bebés y también el momento en el que todas puedan elegir libremente qué uso les dan a sus tetas sin que la sociedad les cree la falsa dicotomía entre llevar un escote o lactar.