Viviane Morales decidió que la ley colombiana debe acomodarse a la lectura que hacen de la Biblia los pastores y los creyentes de su grupo Casa sobre la Roca y no a las decisiones de la Corte Constitucional que se rige por la definición de un país laico. Qué fácil resulta para ella y el Centro Democrático ir decidiendo el futuro de la adopción de niños por parte de parejas homosexuales en vez de dedicarse a debates de fondo sobre los horrores que viven millones de menores de edad en Colombia, como el hambre, la intoxicación y las enfermedades a las que están expuestos por cuenta de los políticos que se roban el dinero para alimentarlos o la violación y explotación por parte de sus propios familiares, pero claro, como sobre estos hechos no recae un falso moralismo, no vale la pena indignarse por ellos.
Las atrocidades bien pueden seguir pasando que al parecer el horror del abuso sexual no se castiga con el infierno como tampoco la muerte de niños por desnutrición. No entiendo cuáles son los valores cristianos que reclama Viviane Morales con tanta vehemencia cuando a mí me enseñaron que la caridad es un principio rector de los seguidores de Jesús y no robar es uno de los 10 mandamientos que le entregaron a Moisés. Estos deberían ser motivos suficientes para que ella tan creyente diera en el país batallas por temas de mayor envergadura como que los pobres sean cada vez menos y que muchos de quienes nos gobiernan y definen las leyes dejen de asaltar el presupuesto nacional.
Claro, me dirán que cada quien es dueño de sus causas y que estoy planteando un falso dilema, que todas se pueden adelantar al mismo tiempo y por igual. Lo que pasa en este caso es que la señora Morales dice hablar en nombre del bienestar de los niños y honestamente creo que los pequeños viven dramas mucho más complejos en Colombia como para gastar tiempo, debates y dinero en un referendo que defina la adopción por parte de parejas gais. Suficiente tenemos con definir la terminación de la guerra con las Farc y qué futuro emocional, psicológico y económico se les va a dar a los menores que dejen las armas después de haber sido obligados a matar. Estos sí son debates urgentes.
Tampoco quiero que miembros del Centro Democrático ni miembros de Casa sobre la Roca definen lo que debe ser el bienestar de los menores de este país. Extraño profundamente a personajes de gran talla moral e intelectual como Beatriz Linares y Gilma Jiménez quienes lucharon de verdad, contra viento y marea, por una mejor vida para los niños colombianos.
Voté por congresistas que espero hagan fiel muestra de sus ideas políticas y rechacen totalmente este referendo tan absurdo e innecesario en un país como Colombia y que, como si fuera poco, solo permite la adopción por parte de parejas conformadas por hombre y mujer. Al parecer, los padres y madres solteras tampoco parecen dignos de darles amor a los niños ni de salvarlos del horror de la orfandad y de toda una vida sin afecto.
Más bien debería la señora Viviane conocer de primera mano cómo es la vida de los muchachos que jamás son adoptados y el futuro que les espera una vez cumplan 18 años de edad, para ver si sus historias le generan la compasión y la caridad que, también cuenta la Biblia, sentía Jesús por todos los desamparados.