No entiende uno cómo un gobierno que dice tener el fomento de la educación como eje fundamental de sus políticas propone en su reforma tributaria cambios en la legislación que pueden desincentivar la lectura. Es claro que a nadie le gustan los impuestos y siempre se escucharán voces en contra cuando estos se proponen, pero creo que realmente vale la pena apoyar a quienes defienden el mundo editorial.
Por eso hoy quiero darle eco a las palabras de La Cámara Colombiana del Libro que advirtió recientemente que el proyecto de reforma tributaria eliminaría las normas de fomento a la lectura y la edición en el país. De acuerdo con información publicada en El Tiempo, Enrique González Villa, presidente de la Cámara, dijo que “aunque los libros mantienen su calidad de exentos, no están dentro de los bienes con derecho a devolución bimestral de IVA”. Y agregó que el gobierno propone que las editoriales con una base gravable de hasta 1.000 millones de pesos paguen un impuesto de renta de 9 por ciento, y las más grandes, la general.
Muchas de las editoriales independientes de este país, antes de ser un negocio, son una quijotada que emprenden amantes de los libros con la que logran darles la luz a ciertos tipos de libros, hacer visibles a autores interesantes y publicar obras que son verdaderas joyas. Seguramente muchas de estas editoriales deberán pagar el 9 por ciento del impuesto de renta que propone el gobierno y quién sabe entonces qué tan tortuoso se haga su recorrido para seguir adelante.
Quienes vaticinaron el fin del libro de papel con la revolución digital no han acertado, hoy el papel sigue vigente al punto en que el propio Amazon abrió una librería en Estados Unidos para vender libros como se han hecho toda la vida, pero al parecer lo que no ha logrado la revolución tecnológica en Colombia podría hacerlo una reforma tributaria en un país donde la gente no lee. Si se incrementa el costo de los libros, probablemente muchos compradores dejarán sus sueños de aprender más o de leer buenas historias porque el bolsillo ya no da para más. Tras de que los jóvenes no leen y las generaciones que están ingresando a las universidades son totalmente audiovisuales, es realmente imposible pretender ahora que saquen más platica para motivarlos a que por lo menos descubran el placer de un buen libro escrito.
Como si fuera poco, el gobierno también propone un IVA del 5 por ciento a las revistas y periódicos. De acuerdo con información publicada en Kienyke, ya varios diarios se han pronunciado al respecto, como El Heraldo que escribió en su editorial: “Encarecer al lector el precio de un periódico no es, evidentemente, el mejor modo de contribuir al fortalecimiento de la democracia”. Y Martha Ortiz Gómez, directora de El Colombiano, afirmó que “el afán financiero está primando sobre el bien mayor de la información, la formación y la transformación”.
Los periódicos y revistas cada vez tienen menos suscriptores por cuenta de su presencia digital, pero las ventas en papel son las que, en muchos casos, todavía aportan buena parte de los recursos, así que, si las versiones en papel son aún más costosas para el lector, pues seguramente este se trasladará a la lectura en Internet. Suena muy paradójico que un gobierno quiera aumentar sus recursos con impuestos a una industria que pasa por un mal momento y que está analizándose permanentemente para saber cómo sobrevive a la revolución tecnológica. Es como pretender que done sangre un paciente en cuidados intensivos.