Juan Esteban Ospina es un estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Sergio Arboleda que a sus 22 años acaba de estrenarse como padre. En medio de sus estudios y trasnochadas decidió escribir sobre lo que han sido sus primeros 30 días con su bebé.  Un feliz año para todas las familias que este año se estrenaron en la maravillosa y difícil tarea de educar.

 

El primer descubrimiento luego del parto es que ser hombre e imponer dominio es inútil: si no le gusta obedecer órdenes, ser papá no es para usted. Su mujer y ese don maternal no son cuentos inventados. Ella, centrada en su bebé como prioridad, le pedirá que recoja, levante, prepare y arregle. Todo esto mientras en una mano sostiene al bebé sobre su pecho y con la otra le señala a usted lo que necesita.

No le discuta. Ella sabe lo que dice, Además, las conversaciones posparto se equilibran en un delgado hilo que divide la estabilidad de la mamá cansada con las hormonas de fiesta y la impaciencia del padre inexperto.

Cansado en casa y añorando dormir, usted se recostará para intentar descansar, pero en su cabeza retumbará la recomendación del pediatra: “Al angelito hay que darle tetica a libre demanda”. Esto significa que cada dos horas, durante noche y día, usted tendrá que despertarse para que el bebé tome leche. Obviamente todo lo que entra sale. Prepárese para el laborioso ejercicio de cambiar el pañal.

Las preocupaciones por los gastos en pañales no son infundadas, pero para ser sincero, existe una preocupación aún mayor: los pañitos húmedos. Es verdad que diariamente puede llegar a cambiar 5 o 6 pañales, pero la cola del bebé no será limpiada con un solo pañito, necesitará dos o tres como mínimo, además, su mujer los cogerá para limpiarse el maquillaje. Mejor escóndalos.

Si no hubo pañito capaz de dejar limpio a su hijo, entonces báñelo. Esta es una de las tareas más complicadas. Usted lo tendrá acostado en su tina y deberá sostenerle la cabeza, recuerde que él carece de control de cuello y usted, de técnica. Después de tener al bebé estable en su mano, con la otra eche jabón corporal procurando que el pequeño quede completamente limpio y que, además, no se resbale. Esto último es complicado si le suma la mirada preocupada de su mujer y el vaivén constante del bebé en la tina.       

Luego de bañarlo, llegará la hora de vestirlo. Los bebés son pequeños y parecen frágiles, pero las manitos de uno de ellos cuando está molesto no entran en ninguna manga. Con las piernas es igual, solo súmele las medias en sus pies.

Pasados los 20 días del parto, su bebé estará más consciente de la presencia paterna. En este momento se presentará la mayor dificultad de todas: su hijo lo empezará a mirar fijamente y de pronto le soltará una sonrisa. Allí, en ese instante, usted desaparecerá como un individuo egoísta y se entregará en cuerpo y alma a su pequeño retoño y a la difícil, pero incomparable labor de ser padre.