Un 30 de marzo nació el pintor Vincent Van Gogh de quien se dijo póstumamente que posiblemente había sufrido de un trastorno bipolar. En honor a él, hoy se conmemora el día de esta enfermedad.
Y hay mucho que decir al respecto: que el 2,5 por ciento de la población mundial padece un trastorno bipolar, que muchas de estas personas lo sufren en silencio y sintiéndose culpables por cuenta del rechazo social, del estigma y del acuerdo tácito del mundo de no hablar de las enfermedades mentales o de hacerlo en voz baja. Todo esto por cuenta de la falta de información pública y abierta, por cuenta de la errónea identificación de los pacientes con el trastorno y su consecuente negación como seres humanos completos más allá de su mal.
Por esto yo no digo que soy bipolar, yo digo que tengo un trastorno bipolar y hablo del tema públicamente como una forma de enfrentar el estigma. Escribí mi historia con la enfermedad en el libro Mi bipolaridad y sus maremotos, páginas en las que describo cómo he logrado ser totalmente productiva, madre, esposa y periodista, a pesar de los malos pasos de mi mente y cómo he logrado transformarme con las adversidades y ser resiliente.
Desde que salió publicado el libro, son muchas las personas que me han contactado para darme las gracias por poner el tema sobre el tapete, para contarme que han encontrado respuestas, que han logrado entender a su hija o a su madre. Otros han podido definirse a ellos mismos y entender qué les sucede con su mente.
Por todos aquellos que atravesamos nuestros momentos de euforia y nuestras depresiones, por todos los familiares que nos acompañan y nos brindan abrigos amorosos y acogedores, quiero conmemorar este día. Quiero saludarnos a quienes tenemos un trastorno bipolar para felicitarnos por ser capaces de vivir, por enfrentar, por atrevernos a mirarnos por dentro, por luchar para no dejarnos enredar entre ideas confusas, por la permanente tarea de alimentar el amor propio que nos saca adelante.
Quiero que hoy quienes no conocer la enfermedad entiendan que no es nuestra personalidad la que oscila, que no tenemos un problema en nuestra manera de ser. El trastorno bipolar es una enfermedad que sucede en nosotros por cuenta de un problema químico en nuestro cerebro, sumado a muchos otros factores, sin que nosotros seamos los culpables. Quiero que hoy la sociedad entienda que no debe tenernos miedo, que no debe aislarnos ni rechazarnos, por el contrario, solo el apoyo social y generoso hace posible que nuestras vidas se vuelvan estables y productivas.
Quiero que por un día se pongan en nuestros zapatos para entender que tenemos almas fuertes, que nuestros espíritus son luchadores, que amamos, creamos y pensamos con el corazón, que nuestra misión como seres humanos va más allá de la razón y que es posible que seamos un ejemplo de crecimiento interno para otros. Quiero que hoy se acuerden de nosotros sin vergüenza y con amor. Yo, por mi parte, me abrazo y me quiero por ser capaz, después de 12 años de ser diagnosticada con un trastorno bipolar, de recorrer un camino que me ha hecho libre y me ha dado fuerzas para hablar en voz alta de la enfermedad mental.