Entro a un #Carulla y un compatriota se acerca y me dice que Álvaro Uribe estuvo por ahí y que dejó el supermercado dividido en dos: el lado izquierdo lo vació, arrasó con todo, a la fuerza. En el derecho se quedó él solo, tapando la entrada y la salida para que nadie más pudiera pasar.
Y parado allí, en el lado derecho, le mandó un WhastApp a Paloma Valencia para que organizara una fiesta con el mercado que quedaba: huevos revueltos para todos los invitados, arepas para Ordoñez, una canasta de mercado para cargar a Iván Duque y una copia de El Tiempo para que Óscar Iván Zuluaga pueda repintar todas las caricaturas.
En esas apareció Daniel Samper Ospina en el parqueadero de #Carulla para ofrecerles a los dueños el millón de copias que le quedan de su puto libro, pero como vio que Uribe tenía bloqueadas las puertas -siempre le ha pasado esto a Samper Ospina con ese señor Uribe- decidió irse para D1 a ver si el negocio le funciona con compradores que únicamente pagan en efectivo, pero que no se fijan en las marcas ni en los apellidos de lo que llevan.
Mientras Uribe estaba adentro y no dejaba entrar ni salir a nadie, se comió todo el pan campesino, le guardó una mogolla a Andrés Pastrana para no dejarlo morir de hambre y unos caramelos a Pachito. A Marta Lucía Ramírez le reservó un buen lomo para envolverla al trapo.
Y estaba decidido a pasar la noche ahí, quieto, sin moverse, mandado tuits y respondiéndoles que no y no y no y no a todos aquellos que le proponían alternativas para reabrir el supermercado, cuando llegó un muchacho de Rappi y le contó que tenía unos domicilios para varias personas que por diferentes motivos no podían acercarse. Uribe le pidió la lista al domiciliario, él y sus amigos del lado derecho del supermercado siempre llaman a lista, y el hombre de Rappi leyó: “Andrés Felipe Arias, María del Pilar Hurtado, Mario Uribe, Santiago Uribe, Luis Carlos Restrepo…” Y no alcanzó a mencionar todos los pedidos porque el señor Uribe le abrió inmediatamente las puertas y lo dejó pasar, no sin antes decirle que ahí le dejaba los productos del delicatessen, porque él conoce muy bien a esos comensales y sabe que no se satisfacen con simples mermeladas.
Nota: Después de que Álvaro Uribe salió de #Carulla, el periodista Daniel Coronell publicó una columna en la que comprobó que ese señor había convencido al carnicero, no se sabe cómo, para que les entregara a Tomás y Jerónimo la fabricación de los embutidos.