Estoy encantada con las recientes películas para niños y adolescentes en las que las mujeres son protagonistas no porque encontraron un príncipe azul que les dio razón de ser, futuro y vida, sino porque salvan pueblos, luchan, son fuertes de espíritu y sus objetivos los definen ellas y no la sociedad que las educa.

No quiero decir con esto que no existan en otros espacios como la literatura para niños y adolescentes mujeres sorprendentes o ejemplos inspiradores, por supuesto que los hay, lo que quiero resaltar es que me parece maravilloso que estas películas pensadas para grandes públicos, con las que muchos niños se pueden identificar y llegar a marcar a una generación como lo ha hecho Pixar con Toy Story, cuenten con mujeres protagonistas que son auténticas, pelean por sus sueños, tienen capacidad de decisión o son elegidas para definir el futuro de sus pueblos.

Para mí esto es importante, porque las imágenes con las que crecemos, las historias que nos cuentan cuando niños nos hacen imaginar el mundo, nos permiten leerlo e identificarlo, nos crean modelos mentales y emocionales sobre lo que la vida es y con ello también una proyección sobre aquello que uno quiere llegar a ser cuando sea adulto.

Diana, la protagonista de Wonder Woman, tiene ideas propias, lucha por lo que cree y la razón de ser de su vida le nace desde el alma, no le es impuesta. Hoy muchas niñas juegan a ser mujeres maravilla, porque encontraron alternativas a las princesas, que tal vez no eran sus ideales. Ahora ellas también cuentan con imágenes que las representan y así hay cabida para todas. Bienvenidos sean entonces la llegada de La Liga de la Justicia y la secuela de Wonder Woman. Sí, sé que hubo discusiones feministas alrededor del traje de la superhéroe, pero creo es un detalle mínimo en comparación con otros como el paso de Diana por los escenarios de debate político en la época en la que se desarrolla la cinta.

Otra mujer fantástica es Moana, la niña creada por Disney que vive enamorada del mar y de la navegación y que cuando crece toma sus propias decisiones con una voz interior que la guía. Es una clara representación de la intuición femenina. Moana es inteligente, alegre, soñadora, valiente y decidida, y cuenta con un coprotagonista maravilloso que tiene miedos y cuya pinta no es  propiamente la del tradicional príncipe azul.

Si los grandes dueños de la industria del cine han comenzado a introducir este tipo de historias en el mercado es porque ya la mujer no puede ser representada desde un solo lugar en el mundo y eso hay que celebrarlo. Había mujeres encantadoras en el mundo comercial de los niños como Fiona, la enamorada de Sherk, o Rita, la rata que vive en las cañerías de Londres en la maravillosa cinta Lo que el viento se llevó, una coprotagonista divertida, arriesgada, amorosa, familiar, con mundo propio a quien la vida no le queda grande. Pero ellas no son el centro de la historia, por lo general son quienes hacen posible la vida de los otros.

Pixar hizo su intento con Valiente (la mayoría de sus protagonistas son masculinos), una joven con uno crespos pelirrojos indomables que no se acomodaban a los peinados de la época, que le daban una personalidad única y con un cuerpo y una vestimenta que no buscaban insinuar sus caderas, sus pechos o su cintura. Disney también se había aproximado al tema con Mulán, pero tanto en Mulán como en Valiente, la vida y las hazañas de estas mujeres están contadas en relación con las de los hombres.

En cambio, en Moana: una aventura en el océano y en Wonder Woman ni siquiera se definen el papel del hombre o de la mujer. En estas películas no se dice que ellas quieren tener los mismos derechos de los hombres, no pelean por ser como ellos ni por vestirse como ellos o hacer lo que ellos hacen; en estas historias su lugar en el mundo les pertenece porque sí, porque es natural. Y eso es lo que más me gusta, porque creo que de eso se trata el verdadero feminismo, no de lograr lo que otros han alcanzado para podernos realizar verdaderamente como mujeres, sino de dejarnos expresar y manifestar lo que realmente somos con total y absoluta libertad. De eso se trata, de sencillamente dejarnos ser.