Creo que el servicio de transporte de Bogotá siempre ha sido un reflejo a menor escala de lo que se vive en la capital y muchas veces también de lo que sucede en el país. Lo que está pasando en TransMilenio con los venezolanos muestra la dimensión que está tomando su llegada a Colombia.

La inmigración es un hecho y las cifras que la representan son seguramente más altas de las que informa la cancillería, porque su presencia no se ve únicamente con empresarios, restaurantes de comida venezolana y trabajadores legales, también con ventas informales. 

Y eso se nota en TransMilenio. Atrás quedaron los desplazados colombianos que contaban historias de violencia y despojos para que los pasajeros les dieran limosna o les compraran chocolates, dulces o esferos.

Ahora en cada estación se sube un venezolano que habla de su desempleo y de su familia pasando hambre en la distancia. Algunos dicen que llevan una semana o diez días en Bogotá y venden los mismos productos que antes ofrecían los colombianos. Ya conocen dónde adquirirlos y se han vuelto expertos en las rutas y en las estaciones que son más rentables. De entrada hacen énfasis en su acento que, como lo escuchan los pasajeros, es de Venezuela; luego hacen las cuentas de un salario que no alcanza en su país y terminan su ofertas con consejos para que todos agradezcan el país que tienen y la comida en sus casas.

Muchos dicen que tienen títulos universitarios: son chefs, profesores, ingenieros y abogados. Explican que no han conseguido empleo en Colombia o que la guardia venezolana les rompió sus certificados de estudios al cruzar la frontera.

También hay venezolanos raperos y cantantes. Han conseguidos los mismos equipos que usan los colombianos para mostrar sus dotes artísticas. Entienden el negocio y parecen haber sido instruidos en Colombia para que aprendan a contar mejor su historia. No importa qué tan ciertos sean los detalles de su presente, lo que es claro es que les ofrece un mejor futuro que su pasado.

Ante eso, no basta la voz femenina de las estaciones que les recuerda a los usuarios que está prohibido hacer publicidad o promociones en TransMilenio y que quien lo está haciendo debe salir inmediatamente del sistema. Considero que la alcaldía debe diseñar con urgencia una política que les permita a los venezolanos integrarse a la ciudad porque el problema es más complejo que el posible asilo a la exfiscal Ortega.