Los periodistas no supimos qué hacer con la columna de Claudia Morales más allá de seguir las especulaciones en las redes sociales, convertirlas en las interlocutoras válidas y darle a un tuit el poder de hacer más creíble su mención a un posible violador.
Pero no supimos hacer lo que teníamos que hacer. Perdimos la oportunidad de profundizar en por qué tantas mujeres prefieren el silencio, por qué tanto miedo a denunciar, y no solo el miedo de la periodista Morales, el miedo de todas aquellas que saben lo que les puede pasar por nombrar a su victimario.
No fuimos capaces de contar por qué la justicia no opera en estos casos, por qué tanta impunidad, cómo son tratadas las mujeres en este país cuando denuncian una violación, qué fortaleza emocional se necesita para que la justicia recopile las pruebas, cómo los casos se amontonan sin que a nadie le importen.
Perdimos la oportunidad de entrevistar a aquellas mujeres que han sido violadas por paramilitares y guerrilleros en esta guerra y que sí han puesto la cara, para saber cómo han vivido desde entonces, qué ha pasado con sus casos, qué ha hecho la justicia; para preguntarles si después de todo hubieran preferido quedarse calladas.
Perdimos la oportunidad de buscar información para enseñarles a las víctimas de abusos sexuales, hombres y mujeres, cómo lidiar con su dolor, cómo superar la situación, cómo callar o hablar les puede ayudar o hacer daño, según el caso.
Muchas mujeres les dieron la cara a sus violadores, los miraron a los ojos en el proceso de Justicia y Paz, pero nadie las miró a ellas, ningún medio estuvo en ese momento tan dispuesto a señalar a sus violadores como lo han estado ahora con el de Claudia Morales.
Habríamos podido hacer de esta semana unos días memorables para darles a los seres humanos víctimas de abuso sexual en Colombia información útil para enfrentar su situación y darle por primera vez en los medios, todos juntos, un valor real y profundo a un tema que recorre todas las capas sociales y todas las formas de violencia , desde la que se produce al interior de las familias hasta la violación como arma de guerra. Pero no, preferimos quedarnos con lo que Claudia Morales no dijo en vez de escuchar lo que sí dijo.