Nos han hecho creer que Uribe y Petro son distintos y la verdad es que estos políticos tienen más coincidencias que diferencias. Ambos juegan como víctimas: Uribe, de las Farc, de la justicia y de la prensa. Petro, del sistema, de los ricos y de la prensa.
Los dos quieren cambiar las reglas del juego en tal magnitud que solo es posible pensar que quieren voltear todo a su favor. Petro espera realizar una Constituyente y Uribe quiere eliminar las cortes que lo investigan. Con estas propuestas, cada uno puede, a su manera, mantenerse en el poder y gobernar a su antojo y sin controles.
Los dos se muestran como salvadores. Uribe es el único capaz de frenar a la izquierda, el único capaz de evitar que este país se vuelva como Venezuela, que en este país se vayan los ricos y se queden los pobres. Petro, por su parte, es el único capaz de salvar a Colombia de los políticos del siempre, del capitalismo que arrasa con todo y del desastre ecológico.
Los dos son autoritarios, no crean equipos en sus gobiernos sino súbditos; y ninguno soporta las críticas. Uribe no responde las preguntas de los periodistas y voltea los argumentos. Petro tampoco contesta las preguntas y sigue con su discurso.
En sus gobiernos, cumplir la ley no fue un valor y en cambio definieron sus prioridades pensando en los suyos y no en Colombia como un todo. Uribe privilegió con sus impuestos a los empresarios y Petro a sus votantes con el precio del TransMilenio y el mínimo del agua vital.
Ambos quieren este país para sí mismos, para sus vanidades y para amasar el poder. Aman mandar, mas no gobernar; aman sentirse rodeados de lacayos que les obedezcan y que no figuren con luz propia.
Los dos usan el miedo como instrumento de persuasión, porque ninguno es capaz de imaginar un mundo más allá de sí mismo, ninguno es capaz de lograr que los colombianos imaginemos un país mejor, solo logran que pensemos en que esto no se vuelva peor. Solo son elegibles si riegan el miedo, si lo esparcen por donde pasan.
Y ninguno de los otros candidatos ha podido mostrarse realmente como una opción porque todos están convencidos de que Uribe y Petro son opuestos y se han acomodado en el medio. No, aquí lo que se necesita es un tercero que haga pensar en un futuro posible, que hable de construir y no de evitar que se caiga la estructura, alguien que plantee la opción de seguir adelante, alguien que entienda que todavía tenemos país, que somos muchos los ciudadanos comunes y corrientes que estamos lejos de los intereses de los empresarios del azúcar o de pasados relacionados con las armas, somos muchos los colombianos que hemos logrado vivir aquí sin derramar una gota de sangre, sin llenarnos de furia contra otros.
Uribe y Petro son guerreros y han convertido a Colombia en su nuevo campo de batalla y somos muchos los que ya no queremos más guerras, por eso tan solo necesitamos alguien lo suficientemente fuerte y valiente como para entender que es necesario acabar con el miedo y apostarle a la esperanza.