Este Cristóbal Colón no descubrió tierras desconocidas, pero sí mundos mentales y emocionales de personas que en otras circunstancias habrían terminado en un asilo o en una clínica psiquiátrica. Todas ellas son empleadas de la fábrica de yogures postres, helados y mermeladas La Fageda, ubicada en Girona, España. Allí trabajan, reciben sueldo y pueden ser independientes.

Colón es psicólogo y después de ejercer su profesión en una clínica siquiátrica sin obtener resultados, entendió que sus pacientes necesitaban y merecían vidas diferentes y los llevó a trabajar al campo, al aire libre, a cuidar plantas, luego animales y, por último, a ser los productores de una marca que goza de prestigio en su país.

El negocio es rentable y se ha ganado su lugar en el mercado por sus productos, no porque se haya hecho publicidad con las condiciones de sus trabajadores. Así lo ha querido Colón, porque de eso se trata todo esto, de hacer que cada vida sea digna. La fábrica es un negocio rentable y genera ingresos para el bienestar de todos. No es una obra de caridad.

Esta historia, que está registrada en varios documentales en internet y que ojalá los lectores vean, es una muestra real de que quienes tenemos enfermedades mentales no estamos condenados al silencio, al aislamiento y la improductividad.

Un proyecto como el de Colón nos hace ver que sí da resultados positivos entender que detrás de cada enfermo mental hay un ser humano y no un ente que ya no sirve para nada, que es necesario que los gobiernos replanteen las políticas de salud mental y los siquiatras reevalúen el ejercicio de su profesión.

La Fageda también nos dice que el bienestar de un enfermo mental no se reduce a unos medicamentos, sí, en muchos casos son necesarios, pero también es fundamental brindarle ambientes emocionales sanos y físicamente dignos, donde lo entiendan como un ser humano y le ayudan a desarrollarse por lo que realmente es. La fábrica de Cristóbal Colón es un gran ejemplo de ello.