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A pesar de que Brasil no atraviesa por un buen momento en su economía, después de varios años de abundancia con un crecimiento en su PIB de 7.5% entre el 2003 y el 2010, aún tiene mucho que enseñarles a sus países vecinos en materia de inclusión social y derechos humanos.

Si bien «el país del fútbol y la samba» es fuertemente criticado por su desigualdad social y corrupción, estás son dos realidades que no son ajenas a Colombia, con la diferencia de que Brasil tiene leyes concretas con las que ha comenzado a atacar la brecha social que separa a los pobres de los ricos:

1. Educación gratuita 
Los colegios y las universidades públicas son totalmente gratuitas. Si bien quienes aplican a la educación superior deben presentar pruebas de conocimientos para obtener un cupo, cuando ingresan a la institución educativa, gran parte de ellos, pueden acceder a becas y auxilios económicos de manutención, alimentación y transporte. Lo que significa, en pocas palabras, que el gobierno además de ofrecer educación gratuita, les paga a sus jóvenes para que estudien. También es importante resaltar que, en una década, Brasil construyó 18 nuevas universidades públicas.

2. Trasporte gratuito para estudiantes, ancianos y discapacitados 
En ciudades como Río de Janeiro, si los padres de un niño no tienen dinero para llevarlo a la escuela, no importa; los estudiantes de educación básica y secundaria no pagan el transporte público convencional. Los universitarios, por su parte, tienen un auxilio económico o un descuento en la tarifa dependiendo de la ciudad. En el caso de los adultos mayores y las personas con discapacidad, el transporte es totalmente gratuito. En Brasil, hay un respeto por la vejez, una apuesta por la educación y un apoyo a los que presentan alguna invalidez (mientras tanto, en nuestro país, estamos enfrascados en si los estudiantes merecen alguna ayuda, los discapacitados ya tienen un “descuentico” y los viejos, de ellos ni siquiera se habla).

3. Salud pública gratuita 
Aunque la calidad de la salud pública es bastante criticada por los mismos brasileños, hay algo que el país tiene muy claro: la salud es un derecho universal. Todo ser humano, nacional o extranjero, con identificación o sin identificación, con dinero o sin dinero, tiene derecho a recibir atención gratuita y tratamiento (ya sabemos muy bien lo que pasa en Colombia si no se tiene EPS, y aun así teniéndola; y ni hablar de los extranjeros que vienen sin seguro médico).

4. Derechos laborales 
Mientras en Colombia las empresas se acostumbraron a ofrecerle el salario mínimo a bachilleres y a profesionales, o a contratar practicantes para pagarles exclusivamente lo de los buses, en el gigante suramericano hay un respeto por el trabajador, no solo por parte de las empresas, sino también del gobierno quien ha creado leyes para protegerlo.

En Brasil, hay 30 días de vacaciones al año, un seguro de desempleo, una indemnización por despido (equivalente a 6 meses de salario), un auxilio de transporte, auxilio de alimentación y en algunos casos, auxilios de estudio.

5. Activismo 
El año pasado, Brasil protagonizó una de las movilizaciones más grandes del continente. El 18 de junio de 2013, más de 2 millones de personas salieron a las calles de 100 ciudades de su territorio para protestar por la corrupción, la calidad en la educación, la inversión en la salud, el precio en el transporte y el despilfarro económico en las obras del Mundial de Fútbol. Brasil tiene unos de los movimientos activistas más grandes de la región y la participación de los ciudadanos en la política está en aumento. La protección de los derechos de la comunidad LGBTI, los afrobrasileños y las mujeres están en la agenda de los movimientos sociales y activistas.

Mientras que la razón de protesta de los brasileños está en la calidad e inversión de los derechos que ya tienen, en Colombia, parece que nos sobraran los derechos y muchas veces miramos con malos ojos las pocas manifestaciones pacíficas que se realizan en el país. Nada ocurrió cuando nos quitaron las horas extra de trabajo, nos aumentaron los años para pensionarnos, nos alzaron el precio del transporte público, nos comenzaron a cobrar por un pésimo sistema de salud y casi casi nos privatizan la mejor universidad pública del país, si no fuese por unos “estudiantes locos, comunistas, desocupados y quizá marihuaneros” que le complicaron el “chanchullo” a la entonces Ministra de Educación.

Al lector: Esta no es una propaganda para que se vaya a vivir a Brasil. Esta es una muestra de algunas apuestas sociales y una reflexión sobre la participación política que deberíamos tener los ciudadanos para que nos sean reconocidos estos derechos, básicos y fundamentales, para el progreso humano de la nación.

Por: Andrés Gutiérrez 
Río de Janeiro, Brasil.
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Corrección de estilo y ortografía: Juan Manuel Almanza