Foto: Archivo particular EL TIEMPO
Juan Pablo Iragorri, paracaidista colombiano torturado y condenado a cadena perpetua en Catar.

Solo las personas que han vivido en el exterior saben realmente cuán vulnerables son sus derechos cuando se está en otro país, especialmente nosotros, los colombianos, quienes sabemos qué es llevar una cruz más grande que la de la inmigración.

Si bien la garantía de los derechos de una persona depende en parte de su estado migratorio, como colombianos debemos cargar con algo más pesado en el exterior y es el legado que dejaron y aún siguen dejando nuestros criminales por el mundo entero.

Sí, hablo nuestra fama: las drogas y la delincuencia. Nunca he tenido la oportunidad de viajar por todo el mundo, pero ya he escuchado suficientes comentarios en los varios países que he visitado. También, en muchas ocasiones, he sido obligado junto con otros colombianos a abrir mi maleta en requisas de la policía fronteriza en países de la región, y lo que me genera indignación es que ciudadanos de otras nacionalidades pasan como si nada.  Al final, lo único que la policía encuentra es el “estigma” que llevamos los colombianos en el pasaporte y en la maleta.

Sé y soy consciente que en muchas de las ocasiones en las que he viajado he estado expuesto a ser un “conejillo distractor” de quienes realmente son los narcotraficantes. No nos digamos mentiras; siempre será más fácil echarle el agua sucia al que tiene la “fama”.  Por eso me conmovió la historia de Juan Pablo Iragorri, un colombiano paracaidista de 40 años, que fue capturado, torturado y obligado por autoridades de Catar a firmar documentos en árabe (idioma que no domina) y en los que aceptaba los cargos de narcotráfico y falsedad en documento.

Ahora, Iragorri está condenado a cadena perpetua en Catar y pide a la Cancillería de Colombia y a las organizaciones de derechos humanos que ejerzan presión sobre su caso en ese país.

Según su familia, Juan Pablo trabajó como instructor de paracaidismo en varios países y en su último trabajo en Catar, recibió propuestas de un oficial de las fuerzas militares de ese país para conseguir cocaína, a lo cual él se negó y ahí comenzó su calvario.

El paracaidista colombiano (víctima de nuestra fama) fue capturado en 2011 y le negaron el derecho a un abogado y a un traductor. Está privado de la libertad de por vida y a miles de kilómetros de Colombia por “irregularidades” en la justicia de Catar.  Según su familia, la Cancillería de nuestro país solo se apareció ocho meses después de que lo capturaran y su actuación en el caso fue paupérrima.

En redes sociales existe un movimiento para apoyar y promover un juicio justo para Juan Pablo Iragorri. Por internet se han logrado movilizar grandes causas. Yo podría pasar desapercibida su historia, pero me solidarizo con él y su familia, no sea que el día de mañana, allá en Colombia, mis compatriotas también se olviden de mi inocencia.

#JuanPabloIragorri     #LiberenAJuanPa      #FeePablo

Por: Andrés Gutiérrez 
Río de Janeiro, Brasil.
Instagram: @AndresGutierez
Twitter: @AndresGutierez
Facebook: Fb.com/AndresGutierezR
Corrección de estilo y ortografía: Juan Manuel Almanza