La devaluación de las monedas latinoamericanas frente al dólar y el euro, ha puesto a muchos viajeros en una encrucijada sobre cuál es el mejor destino para viajar sin exceder el presupuesto y sin echar por la borda los escasos días que el sistema laboral les da para dedicarles a sus vidas.
Lo que para muchos es una «catástrofe económica» por el simple hecho de que las vacaciones en Orlando o en París saldrán más caras, para otros es una hermosa oportunidad de conocer uno de los 20 países que conforman América Latina.
Y este no es un discurso de odio hacia los países desarrollados, sino una invitación a la confraternidad. Qué mejor que, en tiempos de crisis, nuestros pueblos dejen de echarse agua sucia y sean solidarios los unos con los otros. Qué tal si antes de gastar la plata en Estados Unidos y en Europa, le hacemos el gasto a nuestros vecinos, visitándolos, conociendo su cultura, sus lenguas, sus maravillas y todo lo que por andar desinformados nos perdemos en el vecindario.
Latinoamérica, “la bella”, es un territorio con más de 22 millones km², aproximadamente el 13,5% de la superficie del planeta. En ella, se concentran casi todos los climas y la mayor diversidad de fauna y flora del mundo. Desde Tijuana, en la frontera de México con Estados Unidos, hasta Ushuaia, la última ciudad de Argentina, existe una gama de paisajes que van desde un desierto implacable hasta una tierra tapada por metros y metros de nieve. Viajar por América Latina es como llevar una paleta de colores: cada país tiene su propio color, forma, textura, olor y sabor.
Mientras un plato de comida en Estados Unidos o en Europa puede costarle más de $15, en cualquier ciudad de Latinoamérica puede costarle menos de $5. En Colombia, por ejemplo, actualmente se puede almorzar en restaurantes caseros desde $2.50 que incluyen un plato principal, una sopa y un jugo (en caso de no querer sopa, se puede cambiar por un huevo o por fruta). Estas mismas diferencias de precios se pueden encontrar en el hospedaje, transporte y actividades de entretenimiento.
Y es probable que usted desconozca que hay cientos de miles de lugares y paisajes que son tan o más impactantes que los que se encuentran Estados Unidos o en el viejo continente. Si está buscando playas paradisiacas y aguas cristalinas, el Caribe puede ser una opción económica: el archipiélago de San Blas en Panamá, el Parque Tayrona en Colombia, Punta Cana en República Dominicana, o Isla Margarita en Venezuela son algunos de los destinos más apetecidos. También, con un poco más de dinero, puede optar por ir a Islas Galápagos en el Pacífico ecuatoriano o Fernando de Noronha en el Atlántico brasileño.
Si la cuestión es visitar grandes ciudades con muchas actividades culturales y variedades gastronómicas, México D.F., Sao Paulo, Santiago de Chile, Buenos Aires, Panamá, Lima y Montevideo están a la vanguardia de muchas grandes metrópolis del mundo para ofrecer el mejor entretenimiento.
En turismo arqueológico e histórico, las pirámides mayas y aztecas en México, Machu Picchu en Perú, el Cristo Redentor en Brasil o La Habana en Cuba son lugares que jamás se va a arrepentir de visitar. Si quiere conocer maravillas naturales, el Salto del Ángel (Venezuela), Caño Cristales (Colombia), Glaciar Perito Moreno (Argentina), Atacama (Chile), Chapada Diamantina (Brasil), Salar de Uyuni (Bolivia), Huacachina (Perú), Valizas (Uruguay), Iguazú (triple frontera) o las selvas tropicales de Centroamérica son sitios que, además de dejarlo sin aliento, lo harán sentirse orgulloso de los paisajes latinoamericanos.
Y finalmente, si lo que está buscando es una aventura completamente diferente, lejos de la tecnología y la ciudad, Bolivia puede ser una opción muy económica. El país que en varias ocasiones es menospreciado por los latinos por mantener aún vivas sus tradiciones indígenas y no contar con una infraestructura como la de sus vecinos, ofrece un viaje en el tiempo y las costumbres de los pueblos descendientes de los incas. Otra opción puede ser Paraguay, en donde para sorpresa de los turistas, sus habitantes muchas veces prefieren hablar en guaraní, la segunda lengua oficial del país. Asimismo puede optar por un viaje en barco, durmiendo en hamaca, sin comunicación y durante 5 días por el majestuoso Río Amazonas.
Latinoamérica, “la bella”, es un territorio tan místico como real. Un lugar lleno de hermosos paisajes y paraísos postergados por Disneylandia o el Vaticano. Un tesoro tan bien guardado que muchos han perdido la esperanza de encontrarlo. Un regalo que se abre de últimas, pero que se siente como si hubiera sido el primero.
Por Andrés Gutiérrez
Ciudad de Panamá
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*Corrección de estilo y ortografía: Juan Manuel Almanza