Una de las abogadas más jóvenes y talentosas de Colombia, responde a preguntas sobre la paz en Colombia, la felicidad en el trabajo y el ejercicio del derecho, que para ella es un arte y un compromiso con la sociedad.

Helena Álvarez, de 29 años, actualmente trabaja al servicio de una empresa de indiscutible liderazgo global en los mercados industriales y de consumo. Su formación, talento profesional y pasión por Colombia, le hacían una excelente candidata formar parte del gobierno de Santos: «Si queremos un país en paz tenemos que darnos la oportunidad de perdonar. Es valiente, guerrera y a la vez tranquila, orientada al logro pero abierta a la gente. Y quizá lo que más llama la atención en ella: ama los retos. No usa “maquillaje” porque siempre ha procurado ser una persona auténtica y sencilla.

P. ¿Cómo define el éxito?

R.- Más que exitosa, considero que he sido afortunada. La definición de éxito es algo muy subjetivo. Para mí, el éxito es la satisfacción de cumplir lo que te propones, independientemente de la dificultad o no de la meta. Es esa alegría de saber que el esfuerzo y dedicación que le pones a las cosas que quieres en la vida, dan frutos. No es fácil tener éxito, porque para eso se necesita tomar la decisión de iniciar un proyecto, enfilar todo lo que tienes a tu alrededor para sacar tus proyectos adelante, implica tiempo y dedicación.

P.- …No sólo tiempo y dedicación sino un poco de suerte para ganar casos difíciles y delicados, nada fácil para una mujer de su edad.

R.- Es cierto. No te podría citar casos puntuales, pero ha habido temas como negociaciones contractuales, consecución de conciliaciones en casos bastante complejos, adquisiciones de compañías y litigios, tanto en tribunales de arbitramento como en la jurisdicción ordinaria. El ejercicio profesional a una edad muy joven no es sencillo, especialmente en determinados escenarios. Cuando le pides a una persona que se imagine a un abogado se lo que viene a su cabeza es la figura de un hombre, de por lo menos 50 años, de corbata, sentado en un escritorio grande, con cara de tener la verdad revelada.

P.- Abrirse espacio en una sociedad acostumbrada a un estereotipo determinado de profesionales, no debe ser fácil en Colombia…

R.- No solo frente a clientes, sino entre los mismos profesionales del derecho, hay resistencia por diferencias generacionales o de género. Esto me ha enseñado que hay que preparase para cualquier escenario en que te vayas a desenvolver; que no hay contraparte pequeña; que para que te crean, tienes que creértelo tu primero; que necesitas tener y proyectar seguridad en todo lo que hagas; que además es fundamental que nunca olvides que antes de ser un abogado eres una persona y que tus intervenciones en cualquier escenario se deben hacer con respeto. Considero que el carisma y la buena energía que le pones a las cosas son factores determinantes en la consecución de objetivos.

P.- ¿Volverías a trabajar en una firma de abogados?

R.- No creo, la verdad, no es la forma que más me gusta de ejercer mi profesión.

P.- ¿Por qué?

R.- Muchas razones. El abogado de firma está dirigido a un asesoramiento muy profundo en temas muy especializados; mientras que los abogados de empresa se enfocan más en brindar soluciones ágiles, que atiendan las consultas permanentes de los clientes internos de forma adecuada, sin olvidar la perspectiva comercial. Aunque admiro muchísimo a los abogados que desarrollan su vida profesional en firmas, a mí me gusta más estar dentro del negocio que conocerlo desde afuera, me gusta más hacer parte de la toma de decisiones que mueven una compañía y aportar ideas para la estructuración de nuevos proyectos; prefiero hacer parte del día a día y ver cómo crece y se desarrolla una compañía; además te da conocimientos mucho más específicos del sector para el que trabajas, lo que especializa mucho tu ejercicio profesional, pero a la vez diversifica tus puntos de vista sobre muchos temas.

P.- Precisamente por esa agilidad que exige cada situación, ¿no es mucho más fácil equivocarse siendo abogado de empresa?

R.- Sin duda, por eso la responsabilidad es más alta. La actividad dentro de la empresa es mucho más dinámica, orientada a objetivos específicos y a conseguir el mejor resultado posible para la compañía. Te tienes que convertir en un guardián de sus intereses y velar por que las actividades de todas las áreas de la empresa se dirijan al mismo propósito. Si bien es un trabajo más agitado según mi perspectiva, genera mucha más satisfacción y personalmente considero que tienes una mejor calidad de vida.

A esta joven abogada le apasiona descansar conectando con la naturaleza.

P.- Usted es una mujer valiente, guerrera, orientada al logro, que ama los retos. ¿Con qué retos sueña?

R.- Quiero dejar huella. Quiero que la gente que me conoce me recuerde siempre; quiero que mi participación en las cosas que hago en el día a día permanezca; quiero aportar a la sociedad todos los días con mi trabajo y como ser humano; quiero poder tener algo que ofrecer a la gente que me rodea. Eso suena fácil y muy básico tal vez, pero es un reto que implica un compromiso muy grande y un trabajo permanente en ello. Sueño seguir manteniendo un equilibrio entre lo profesional y lo personal, que, especialmente para las mujeres no es tan fácil. Sueño con tener un negocio propio que me permita independencia económica, no he decidido todavía en qué sector, pero me encantan los temas relacionados con consumo masivo.

P.- ¿Y la política? ¿Aceptaría ser ministra?

R.- Nunca había considerado esa posibilidad, pero no me negaría a ella, además porque sería un honor que así sucediera. Sería un compromiso mucho más grande, pues mi trabajo sería para mi país. Sería un reto que me encantaría afrontar. No tengo nada que ver con la vida política colombiana y, personalmente, considero que hace falta que más personas así se vean involucradas con cargos de servicio al país, solo así podría darse un aire nuevo a nuestras instituciones.

P.- Una gran mayoría de personas no tiene una buena opinión de los abogados…¿fama merecida?

R.- Para nada. El ejercicio profesional del derecho es un arte; es un compromiso que se adquiere con la sociedad para ayudar a la comunidad a resolver sus controversias o asesorarlos en sus actividades diarias. Una de las cosas más lindas que tiene el Derecho, es que puedes aplicarlo desde el momento en que te levantas en la mañana, prendes la luz (lo que implica un contrato de prestación de servicios públicos domiciliarios), te subes a un medio de transporte (lo que implica un contrato de transporte), compras los dulces que ofrece un vendedor (contrato de compraventa), llegas a tu trabajo (lo que implica una relación laboral), desarrollas tus actividades, independientemente de la profesión que tengas (implica responsabilidad profesional), hasta que regresas a tu casa y así, te puedo dar miles de ejemplos de cómo el derecho tiene una permanente relación con las actividades diarias de los seres humanos. Como en todo en la vida, hay buenos ejemplos y malos ejemplos, buenas y malas experiencias, pero considero que la inmensa mayoría de los abogados somos conscientes de nuestra responsabilidad con las demás personas, que además nos contactan en busca de ayuda y es para eso que estamos aquí.

P.- ¿Los abogados son para el cliente o el cliente para el abogado?

R.- Indiscutiblemente nosotros como abogados nos debemos a los clientes, somos para ellos y para eso estamos, para asesorarlos y brindarles todo el apoyo profesional e incluso personal que esté a nuestro alcance.

P.- ¿Cómo ve el camino de la paz en Colombia?

R.- Tengo fe en que Colombia, en un tiempo cercano, llegue a conseguir finalmente este sueño. Lo que pasa es que para eso hay que trabajar en equipo, recordar que estamos todos del mismo lado y que si queremos un país en paz tenemos que darnos la oportunidad de perdonar. Para tener paz entre nosotros tenemos que empezar por estar en paz con nosotros mismos. Para eso es fundamental el perdón. Hay que entender que el perdón, antes que darlo, hay que recibirlo de uno mismo, uno debe perdonar. El perdón no es para los agresores, el perdón es para las víctimas, quienes se merecen poder sanar las heridas de lo que ha pasado.

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