Esta es la escalofriante historia de Juan Andrés Colmenares, un venezolano de 22 años, que, debido a la situación actual de Venezuela, ha tenido que sacar una página web para poder salvar su sueño: terminar sus estudios en Boston. «Lo más duro, sin duda, es la incertidumbre», afirma, «el no saber qué será de ti mañana, la desesperanza ante el futuro».

Juan Andrés Colmenares ha sido becado en diversas instituciones por su alto desempeño y se ha graduado siempre con honores. No se separa de sus audífonos, escuchando música a toda hora, explorando artistas nuevos en redes como Spotify y sobretodo YouTube. Fascinado por el infinito nivel de talento que descubre a diario en internet y las mil historias de emprendimiento a nivel global que ha descubierto, ha crecido aceleradamente durante los últimos años su pasión por el desarrollo del talento humano para la innovación y el emprendimiento. Durante tres años, en su adolescencia, practicó artes marciales (Kung Fu), alcanzando varios títulos locales y regionales, formando en él una personalidad caracterizada por la determinación y el autocontrol.

PREGUNTA.- ¿Qué está pasando en Venezuela?

RESPUESTA.- Venezuela está gobernado por un grupo de gente con poder, dinero y armas. Controlan el país a través del miedo, limitando el crecimiento personal y profesional de los venezolanos. El estilo de vida del venezolano consiste en despertar e irse a dormir con miedo de perder hasta los derechos más básicos. Con los altos niveles de regulación fiscal impuestos por el gobierno y un control cambiario centralizado, la inflación ha alcanzado más del 50% por tres años consecutivos, agarrada de la mano con un mercado negro de divisas que no para de crecer por la incapacidad del gobierno de acortar la escasez de divisas, escasez creada por la corrupción y la baja del precio del petróleo que constituye un 90% del PIB de Venezuela.

P.- Esta crisis, ¿cómo te ha afectado personalmente? 

R.- Cuando me gradué en Administración en Hult International Business School (Londres, Reino Unido) y regresé a Venezuela, llegué emocionado con miles de ideas para hacer del país un mejor lugar. Tristemente, tras reunirme con “asesores” con diferentes experiencias en el mercado venezolano, el resultado fue que sin ponerme una franela roja que demostrara mi apoyo al gobierno, no sería exitoso, y mis valores no me permiten ser hipócrita y apoyar un gobierno que destruye sueños. Esto me llevó a no perseguir estas ideas y buscar trabajos que no me satisfacían: sentía que con mi trabajo no marcaba una diferencia en el futuro del país. Un día por fin me di cuenta que me había dejado llevar por el clima de conformismo que se vive en Venezuela. Ese clima donde las metas grandes se limitan y acabas conformándote con sobrevivir y algunas metas pequeñas, porque no sabes que puede pasar mañana: el alto nivel de incertidumbre no permite pensar en el futuro, sino sobrevivir el presente.

P.- Ante esta situación, ¿qué hiciste?

R.- Con mucho sacrificio de mis padres, logré salir una vez más de mi país. Me encuentro cursando una Maestría en “International Business” en Boston, USA. Lastimosamente, estando aquí recibo el rechazo de mi gobierno al intentar pagar a través el sistema cambiario del Banco Central de Venezuela, por lo que sólo tengo opción a comprar divisas (USD) al valor del mercado negro en Venezuela, que es 15 veces más alto que el oficial, haciendo de mi futuro en esta ciudad y mi graduación un sueño cada vez más difícil de alcanzar.

P.- ¿Qué es lo más doloroso de este momento que vive Venezuela?

R.- La incertidumbre. El no saber qué podrá pasar mañana, y el alto nivel de “todo es posible por este gobierno”, no permiten al venezolano soñar con tranquilidad o con mucha confianza en el futuro, sino en cómo sobrevivir el presente. Cuando tus necesidades fisiológicas, la base de todas tus necesidades humanas, corren este nivel de incertidumbre, las demás necesidades de seguridad y desarrollo caen más en crisis y te preocupas por el simple sobrevivir.

P.- ¿Y qué es lo más duro que te ha tocado vivir?

R.- Cuando me encontraba estudiando mi pregrado, hubo una época en la que las tres veces que visité Venezuela, a los pocos días fallecía un familiar. En cuestión de un año, vi enterrar a mi abuela y dos tíos paternos. Mi abuela estuvo hospitalizada en tres hospitales diferentes antes de ser tratada en el último donde encontró descanso, ya que en ninguno de los anteriores se encontraban los medicamentos y suministros necesarios para tratarla, o su seguro médico no cubría sus gastos por lo cual no la podían atender. En el caso de mis tíos, ambos fueron tratados durante meses por médicos cubanos en los populares “Centros de Diagnóstico Integral” promovidos por el gobierno y ellos, por falta de seguro médico y capital, veían esto como la mejor opción. Tristemente ambos fallecieron por no ser tratados con tiempo y con los medicamentos adecuados, y digo esto con certeza porque uno de sus hijos, es decir, uno de mis primos, le fue detectado la misma enfermedad pero habiendo vivido recientemente la muerte de su papá, buscó ayuda y se encuentra en la mejor condición médica de su vida.

P.- ¿Qué te falta para cumplir tu sueño?

R.- Mi sueño es ofrecerle ayuda, consejos e instrucción a jóvenes latinoamericanos, en especial a venezolanos, a cómo perseguir sus sueños emprendedores cuando se tienen las apuestas en contra, cuando tu gobierno no cree en ti. Mi sueño es demostrarles que hay gente que cree en su talento y que creen que deben abrazarlo, criarlo y desarrollarlo. Quiero culminar mi maestría para tener una mejor base académica y una red de contactos más profunda, para luego fundar mi propia organización incubadora de talento, ideas y sueños de jóvenes quienes no han tenido las oportunidades que otros hemos logrado tener.

P.- ¿Y qué necesitas para culminar tu maestría?

R.- Que el Gobierno venezolano me permita pagar mis estudios a través el sistema cambiario del Banco Central de Venezuela, de lo contrario será imposible. Por eso estoy recaudando fondos para poder culminar mis estudios. Más precisamente, estoy buscando recolectar $15,000 para mis gastos de comida, renta y gastos de manutención por los siguientes 8 meses, hasta mi graduación en agosto. Paralelamente, estoy consiguiendo amigos programadores que me ayuden en el desarrollo de una página de crowdfunding para educación, de manera tal que jóvenes venezolanos que se encuentren en mi posición, puedan iniciar su campaña, sin límites de tiempo o de nacionalidad como otras plataformas, para que podamos iniciar y terminar nuestros estudios sin la necesidad de la dependencia de las impredecibles reglas de juego del gobierno venezolano.

P.- Si alguien que lee la entrevista quiere ayudarte, ¿qué tiene que hacer?

R.- Actualmente estoy trabajando en mi página www.juancolmenares.com donde estoy recaudando fondos para mis gastos hasta mi graduación, y ofrezco a todo el que contribuya para mi causa servicios profesionales en cualquier área que necesiten basado en mi experiencia profesional – pueden ver mi CV en la misma página. Si alguien quiere ayudarme pero no se encuentra en una posición para donar, agradeceré que comparta el enlace con sus contactos en sus redes sociales. Se los agradecería de todo corazón.

P.- ¿Le pide algo a Dios para este nuevo año?

R.- Sí. No le pido por una vida fácil, sino la fuerza para sobrellevar y conquistar una vida fuerte, así como lo dijo una vez mi ídolo Bruce Lee. Pido a Dios que me dé la fuerza para seguir luchando y luz para encontrar la forma de graduarme, con honores, en agosto del 2015. Si lo logro, se lo dedicaré a aquellos venezolanos que luchan todos los días por sus sueños. Soy afortunado de tener esta oportunidad de estudiar en Boston, y no voy a dejarla pasar así tenga que inventar una nueva moneda para pagar con ella mis estudios.

@pabloalamo