El coaching empresarial puede ser una poderosa herramienta para las pymes que quieren crecer y situarse a un nivel de gestión superior.
Siempre he defendido que, en realidad, hay pocos coachs. Por una sencilla razón: todos deberíamos ser coachs del alguna manera, al menos de nosotros mismos. El coaching nos invita a realizar procesos de cambio que agreguen valor. El rol de coach se puede resumir en hacer posible lo (aparentemente) imposible.
El coaching no es otra cosa que una conversación poderosa cristalizada en un proceso donde la pregunta poderosa es la principal metodología. Y, en este sentido, me reafirmo que se necesitan más coachs, más personas con la actitud de despertar en los demás un proceso de cambio. La sociedad actual reclama un nivel superior de conciencia para poder superar los retos cada vez más complejos del mundo contemporáneo.
Criterios para que las pymes acierten con la elección de un coach
Fruto de varios cursos de entrenamiento para coachs en pequeñas y medianas empresas, he llegado a la conclusión de que existen algunas dificultades que se repiten a la hora de encontrar un buen coach que sea realmente un facilitador de la transformación organizacional que se necesita.
A veces he visto casos de falta de experiencia profesional que, cualquiera que ella sea, siempre implica afrontar situaciones que sorprenden y pueden generar miedo al no estar acostumbrados. Pero lo que más se repite en las empresas suele ser el drama de la desconfianza: cuesta confiar en las personas y en lo que no vemos en ellas. Un coach debe ser como un «tifosi» de los equipos de fútbol, esto es, la «hinchada» de un equipo, generalmente deportivo, que confía, anima y motiva al equipo desde el primer minuto hasta el final del partido. Un buen coach coach se pone la camiseta de la empresa y pasa a ser su principal defensor.
Sin ánimo de ser exhaustivos comparto aquí algunos bretes, atolladeros o incluso conflictos que los coachs, incluso algunos ya experimentados, experimentan en sus propias carnes y que merecen ser consideradas por las empresas que quieren contratar a un coach:
- Un coach debe generar empatía, conexión, confianza, para lograr la apertura del cliente (coachee): que se abra a contar su realidad más profunda;
- Un coach sabe encontrar bloqueos ocultos en el coachee y en la empresa que le contrata, que generalmente están a un nivel estratégico;
- Logra que el coachee (persona o empresa), que suele estar rígido en sus posiciones, gane en flexibilidad para descubrir más alternativas de acción;
- Responde asertivamente a las objeciones o al escepticismo en el proceso que siempre, antes o después, surgen;
- Un coach maneja los tiempos del proceso, de las conversaciones, y sabe cuándo intervenir o interrumpir para cortar al cliente que se puede estar extendiendo mucho hablando de situaciones irrelevantes para el objetivo del proceso;
- Observa, escucha, contextualiza, no aconseja: un coach no debe dar la propia opinión al coachee o a la empresa, ni aun cuando le sea solicitada;
- Un buen coach consegue llevar las riendas del proceso: no permite que las conversaciones se distancien en exceso en el tiempo, ni que sean dispersas, es decir, que se pierda el foco o se divague o el coachee se vaya por las ramas;
- Acierta con el orden de las preguntas poderosas para enfocar el problema y establece compromisos de acción concretos, concisos, claros y medibles;
- Desarrollar una comunicación clara y precisa: no generaliza, concreta y sabe hacer un cierre empático a las sesiones de coaching;
- Identificar la mejor opción de cambio: la acción más relevante;
- Al preparar las sesiones de coaching, logra concentrarse en los temas (acertar con el asunto clave de la conversación), en los objetivos del coachee y en estructurar las preguntas poderosas;
- Un buen coach no confundir roles: el coach no es un mentor, ni un psicólogo ni un asesor ni un consultor ni un buen amigo que da sabios consejos.
Al final, de lo que se trata es de ayudar a las personas al cambio, a que escuchen su propia voz y encuentren su mejor camino hacia la realización personal y profesional. La dificultad más d
Considero positiva la moda del coaching empresarial porque construye sobre una gran verdad: que el ser humano no está determinado biológicamente sino que necesita ir adquiriendo con el tiempo la humanidad que le es propia y le perfecciona. El ser humano es el único ser de la creación conocido que necesita saber quién es para ser, y este conocimiento se adquiere mejor con la ayuda de otro que nos enfrenta a las diferentes posibilidades a las que estamos abiertos y muchas veces solos no somos capaces de ver.
El coaching, en definitiva, puede ayudar a muchas personas y empresas a superar la unilateralidad que la vida moderna nos propone. No estamos solos y, por lo general, conseguimos mejores y más grandes resultados en equipo que solos.
Pablo Álamo
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