Existen en el mundo miles de personas afectadas por la inyección de
biopolímeros o células expansivas en partes del cuerpo como el rostro,
glúteos, senos, pantorrillas e incluso, hay hombres lesionados en sus pectorales y órganos masculinos a causa de estos tratamientos con fines estéticos.

Personas
dedicadas al oficio de la cirugía estética de forma ilegal y
clandestina, ponen en peligro la salud y la vida de aquellos que,
buscando mejorar su imagen o cumplir el sueño de obtener algún tipo de
cambio físico, terminan siendo víctimas de sustancias peligrosas que no se deben aplicar en el cuerpo, como el metacrilato
PMMA, biofil, hialucorp, dimetil polisiloxano o silicón, entre otros
componentes que supuestamente son ácido hialurónico, un producto que es
realmente costoso y exclusivo en el mercado legal de la cirugía
estética.

Los biopolímeros al ser derivados del
petróleo y líquidos de alta viscosidad no se reabsorben, esto quiere
decir que pueden causar graves complicaciones desde el momento en el que son inyectados
,
generando diversos problemas de salud de por vida como alteraciones
inmunológicas, lesiones en los músculos y en los tejidos de la piel y
hasta consecuencias irreparables como la muerte.

A pesar de los
casos de mujeres víctima de biopolímeros, expuestos en diferentes medios
de comunicación, y de historias desafortunadas como la de Jessica Cediel o Alejandra Guzmán, no han sido un ejemplo suficiente para que otras mujeres estén alerta y se cuiden de caer en las manos equivocadas.

Desafortunadamente,
aún se presentan casos de víctimas de biopolímeros como el de la actriz
caleña Sandra Brand, quien falleció el pasado 11 de abril a causa de la
inyección del supuesto ácido hialurónico,
que llegó hasta sus
pulmones a través del torrente sanguíneo, provocándole, shock séptico,
el fallo de diferentes órganos y un paro cardiaco, según un artículo
publicado en ‘El Tiempo’.

Con
respecto al ácido hialurónico que se le aplicó a Sandra Brand,
presuntamente en un centro estético ilegal ubicado en el Sur de Bogotá, «cuando
a una mujer le ofrecen aplicarle ácido hialurónico (300 centímetros en
cada glúteo) es falso porque el procedimiento tendría un valor de 270
millones de pesos».
Asegura el cirujano plástico Carlos Valdivieso, en una entrevista para el periódico ‘El Colombiano’.

Aunque
mucho se ha dicho acerca de los riesgos del uso de estas sustancias con
fines estéticos, son muy pocas las campañas que existen en Colombia
para alertar a las personas sobre los peligros de las inyecciones con
biopolímeros.
-A duras penas, conocemos de esta problemática
por lo poco que ha salido en televisión, refiriéndome al especial de
«Pirry» sobre el caso de Jessica Cediel en 2011-.

Como lo asegura una publicación de la fundación venezolana No a los Biopolímeros: «Nada, absolutamente nada diferente a la grasa de nuestro cuerpo está autorizado para ser inyectado».

Por
eso es muy importante informarse y asesorarse muy bien, antes de tomar
la decisión de acceder a un procedimiento quirúrgico de cualquier tipo,
con el fin de que «no nos metan gato por liebre».

Y es que en
este mercado negro de la estética no sólo se aplican las sustancias
ilícitas antes mencionadas, sino que también se realizan tratamientos
estéticos con suministros como gel de ecografías, silicona industrial, cemento para huesos, parafina, aceite de avión o de cocina, entre otras sustancias letales para cualquier ser humano.

El
negocio de la belleza se ha convertido en una fuente de
ingresos para personas que se las han ingeniado para engañar a sus
pacientes, prometiéndoles magníficos resultados, como puede ser un
aumento de glúteos «garantizado», a partir de procedimientos
estéticos inadecuados, ofrecidos en clínicas de dudosa procedencia como
gimnasios, peluquerías y en otros lugares clandestinos o no certificados
en los que se realizan prácticas estéticas casi que de forma casera e inescrupulosa a precios muy bajos.

Este tipo de prácticas riesgosas, por lógica y por los antecedentes que hemos visto, deberían ser tenidos en cuenta como una problemática de salud pública.
Casos como los que mencioné anteriormente, sumados los de otras
víctimas de biopolímeros, que no salen a la luz de los medios de
comunicación, son pruebas suficientes de que es necesario ejercer mayor
control sobre quienes se desempeñan en la belleza estética y por
supuesto, sobre aquellos centros o clínicas en los que se realizan
tratamientos de este tipo.

¿Ilegalidad?, ¿Ignorancia?, ¿Terquedad?, ¿Falta de control por parte del Estado? ¿Falta de amor propio? ¿Quién tiene la culpa?