Acabo de leer que los expresidentes Andrés Pastrana y
Ernesto Samper están muy ocupados y no podrán asistir al debate en el Congreso
sobre el fallo de la Corte Internacional de Justicia.  Uribe al contrario, está que se habla.

La Canciller y el Presidente, por su parte, han usado
escenarios en los que deberían haber dado explicaciones, para atizar el
nacionalismo y culpar a la Corte por la ‘expropiación’.  De los anteriores Cancilleres que
estuvieron involucrados en este proceso, solo hemos oído decir a Araujo que aunque
no tiene ni idea del tema, él de todas formas apoya al presidente. Y se asume
que Noemí Sanín y María Emma Mejía, por ser miembros de la Comisión Asesora de
Relaciones Exteriores, también adoptaron la misma posición. Eso sí, nunca
públicamente.

Y así, unos escondidos bajo sus rocas y otros confesando que
nunca estuvieron preparados para ocupar el cargo de cancilleres, nos quedamos
en un escenario donde absolutamente nadie rindió cuentas por lo que pasó con el
archipiélago de San Andrés.  El
discurso absurdo del gobierno no pudo ser más efectivo: la culpa es de la
Corte!

Otra vez hay que preguntarse ¿por qué es tan difícil que en
Colombia alguien se haga responsable políticamente? Para empezar, es esencial
decir que esta es una tendencia mucho más acentuada en temas de política
exterior que en otras políticas públicas. Esto ocurre por varias razones.

Primero, este es un tema que no le interesa a nadie en este
país. Rara vez los medios registran lo que hace o deja de hacer el gobierno en
este ámbito y rara vez la opinión demanda información.  Sólo importa cuando se le pueden sacar
réditos políticos internos, como sucedió en el caso de la Corte. Pero noten que
antes del fallo, prácticamente nadie le estaba prestando atención al
proceso.  La diferencia frente a lo
que está ocurriendo con el fallo entre Perú y Chile es clara: allí la opinión
está siguiendo día a día las argumentaciones de sus propios equipos defensores.

El Congreso, por su parte, sigue el mismo patrón.  No le presta atención al tema y cuando
lo hace, lo explota con una irresponsabilidad política desbordante. Convoca a
un debate con poco interés y no tiene fuerza ni voluntad para darse la pelea con los intocables de sus partidos y obligar a un debate serio.  La política exterior no da votos, no
vale la pena correr el riesgo.  Y
los expresidentes en este país..? Mejor decirlo claro: ese club ya parece más bien
una mafia, son intocables, no responden por nada.

Todos, opinión, medios y políticos, tienen suficientes
incentivos para dedicarse al populismo nacionalista en vez de exigirse a si
mismos transparencia.  Y el
resultado es siempre el mismo: una política exterior que funciona como una
rueda suelta y que el presidente maneja de acuerdo con las necesidades
políticas internas del día; unos funcionarios que como en ningún otro sector,
están exentos de cualquier responsabilidad y, una opinión pública que a pesar
de pagar con dinero de sus impuestos los sueldos de estos funcionarios, se
siente más cómoda–por perezosa–invocando desobediencia al fallo que intentando
informarse sobre quien hizo qué y por qué pasó lo que pasó. 

Twitter: @sandraborda