En la entrada anterior sugería que el giro que ha dado la administración Santos en materia de política exterior responde al intento/deseo de cambiar drásticamente la identidad internacional de Colombia.  El contraste entre anteriores políticas exteriores que buscaban promover a Colombia como país problema (‘el ojo del huracán’) y la actual campaña internacional alrededor de la ‘Nueva Colombia’ no puede ser más claro.  En esta entrada explicaré en qué consiste esta nueva identidad.
¿Qué es la ‘Nueva Colombia’?
La ‘Nueva Colombia’ es una suerte de marca internacional que el gobierno colombiano -en concierto con el gobierno estadounidense- ha comenzado a promocionar agresivamente.  La marca tiene dos componentes principales: uno que publicita el progreso de la economía colombiana e invita a la inversión, y otro que busca construir al estado colombiano en el exterior como un gran éxito en materia de seguridad.
La prosperidad económica
En materia económica la narrativa es una de prosperidad, riqueza e internacionalización.  La historia de éxito descansa principalmente sobre el reciente auge de la minería.
Según la OECD, «después de una fuerte desaceleración en 2009, el crecimiento de la producción se recuperó rápidamente hasta alcanzar el 5,9% en 2011, a pesar de las graves inundaciones registradas a finales de 2010 y la pérdida del mercado de exportación de Venezuela … El crecimiento se apoyó en el auge del sector minero, y las exportaciones e inversiones de productos básicos se vieron impulsadas por el fuerte aumento de sus precios. El sector minero creció en más de un 14% en términos reales en 2011. Los sectores no trasnsables también se comportaron de forma boyante, en particular el de los transportes, los servicios financieros y la construcción.»
El Departamento de Estado actualmente financia un proyecto que tiene asiento en la Universidad de Miami bautizado The New Colombia Task Force. En uno de los papers escritos para el proyecto, David Yanovich asegura que Colombia nunca ha visto una oportunidad como la actual de generar riqueza: si el régimen fiscal actual se mantiene, predice Yanovich, en los próximos 10 años se generaran al menos $53 mil millones de dólares en regalías, un 16% del actual PIB.
En esta misma serie de papers y en la misma clave, Santiago Montenegro describe cómo durante la actual coyuntura se ha experimentado el influjo de inversión extranjera más grande de la historia colombiana, habla de una expansión de más de dos millones de empleos desde el inicio de la administración Santos, del aumento de la inversión colombiana en Centro y Sur América, de la caída de la pobreza y del índice de desigualdad en el ingreso. Sin embargo, señala Montenegro, la infraestructura sigue siendo el lunar en esta historia de éxito económico.
Así las cosas, Colombia se presenta ante la comunidad internacional como una economía boyante, prometedora y como un inmejorable destino para la inversión extranjera.  Semejante progreso es posible gracias a, continua la narrativa, un mejoramiento en la situación de seguridad sin precedentes en la historia del país.
La superación de los problemas de seguridad
Según reportaje aparecido en el Financial Times con ocasión de una visita del presidente Santos a Inglaterra y no por coincidencia también titulado The New Colombia: Peace and Prosperity in sight, las Fuerzas Armadas colombianas están ahora clasificadas como unas de las mejores del mundo y de hecho, el gobierno está interesado en ofrecer y compartir su experticia. Durante la última década, de acuerdo con dicho reportaje, Colombia ha ofrecido su experticia a varios países en América Latina, el Caribe, Europa y África.
Recientemente, y solo para citar un ejemplo, Colombia ha firmado un acuerdo para compartir su know-how en materia anti-narcóticos con la OTAN . Más de 16.000 personas en 40 países han sido entrenados por fuerzas de seguridad colombianas en áreas como la interdicción marítima, el combate de jungla, la inteligencia anti-terrorismo y tácticas para combatir la extorsión, el secuestro y el tráfico de drogas.  Las Fuerzas Armadas colombianas son más grandes que las de Brasil, un país cuatro veces más grande que Colombia, y entre el 2000 y el 2010, el gasto anual militar se ha casi duplicado pasando de $5.7 miles de millones a $10.4 miles de millones.
Según otro paper de The New Colombia Task Force, esta vez de autoría de Román Ortiz y Janneth Vargas, el estado colombiano se ha fortalecido sustancialmente: las Fuerzas Militares y la Policía Nacional han crecido de 287.000 hombres armados en el 2002 a 440.000 en el 2013. Ambas fuerzas han pasado por un proceso profundo de modernización y han ampliado sus capacidades de inteligencia, apoyo aéreo y habilidad para operaciones especiales.
Aquí la historia sobrepasa el argumento del éxito en materia de seguridad para transitar hacia la idea de Colombia como poseedor de una experticia y un know-how exportable. Este elemento, ya presente desde los últimos años de la administración Uribe, se va a constituir en una herramienta clave de una nueva política exterior ya con visos de post-conflicto.
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La narrativa de la ‘Nueva Colombia’ es igualmente beneficiosa para Bogotá y para Washington: el primero está interesado en cambiar su identidad/imagen internacional y el segundo, quiere demostrarle a su electorado que la plata que se invierte en la lucha contra las drogas no siempre es plata desperdiciada.  En la próxima entrada, hablaré de cómo esta ‘Nueva Colombia’ es el cimiento más importante sobre el cual se construye la nueva política exterior Santos y discutiré los posibles efectos–positivos y negativos–de este cambio de norte en el proceso de inserción internacional del país.
@sandraborda