Los niños maleducados son peor que la cicuta. ¿Cuándo entenderán los padres que los principales responsables de formarlos son ellos y no el colegio, el vecino o la sociedad en general?
Cuán equivocados están aquellos progenitores que todavía creen que la educación de sus hijos es una carga que deberían asumir per se, los abuelos o maestros. No es esta,sin embargo, una columna para denigrar de las concepciones irresponsables o de la sinvergüencería de muchos papás, porque de ello ya se ha escrito bastante y desgraciadamente la irresponsabilidad tiende a ser analfabeta, sin que ello signifique que solo de la ignorancia y la penumbra salgan los más infames padres. Tampoco es mi intención liberar una estampida de razones para enunciar cuán exasperante es lidiar con párvulos o preadolescentes contestatarios o díscolos; realmente lo que pretendo es allanarme y resaltar unas líneas escritas con grata sencillez y que atraparon toda mi atención, impresas en un breve artículo denominado “Sus niños deben aprender” divulgado en 1969 por la revista chilena Cema, el cual valiendo la pena reproducir en su integridad, reza de la siguiente manera:
“Sus niños deben aprender”
(como atractivo título, resaltando en letra gigante las primeras dos palabras. Leyéndose acto seguido en letra pequeña y antes de entrar a numerar una extraordinariamente bien seleccionada lista de lo que deberían aprender los infantes lo siguiente:)
“Enseñar bien a sus niños le deparará muchas satisfacciones, y usted estará dándoles la oportunidad de ser recibidos y queridos en todas partes. Los niños bien educados además de sentirse seguros no sufren problemas de adaptación al ingresar al colegio o jardín infantil…”
“..*A Saludar, *A dar en el momento oportuno la mano derecha, *A no indicar con el dedo, * A hablar en voz baja y no a gritos, * A que saluden al entrar en casa ajena, * A callar en la mesa y no decir “Está bueno o está malo” “me gusta o no me gusta, etc”, *A conformarse con lo que tienen en el plato, *A comer sin hacer separaciones de las cosas que le gustan y las que no, dentro del plato, * A tomar un solo trozo de pan de la panera y no revolverlos todos, *A no interrumpir las conversaciones de los mayores, *A lavar sus manos antes de sentarse a comer, *A peinarse antes de comer, *A comer correctamente y no botar restos en el suelo, *A usar correctamente la servilleta, poniéndola sobre sus rodillas, *A decir perdón cuando deban pasar delante de otras personas, * A ceder su asiento a las personas mayores en el micro, * A cuidar las flores y las plantas, de su casa y de los lugares públicos.”
Así concluye según parece esta publicación que hoy día y como nunca, sigue teniendo plena vigencia -por más de que le produzca a muchos urticaria- y, la que valdría la pena, junto con muchos otros postulados más claro está, incluir en el estricto adoctrinamiento de los (muchas veces incorregibles y extremadamente caprichosos) niños de hoy día. Haciéndola extensiva por supuesto, a un puñado de indómitos adultos que no solamente se portan mal en la mesa.
(Porque definitivamente, la experiencia y el diario acontecer no dejan de ratificarnos que, no solamente hay que “educar al niño para no tener que castigar al adulto” sino que, hay adultos que se rehúsan a dejar de ser niños; con las nefastas consecuencias que muchas veces, ello trae consigo.)