«El juicio del siglo». Por lo menos en el ámbito de la farándula y «el Olimpo» del séptimo arte: Johnny Deep vs Amber Heard.
El primero, un actor de elevadísimo octanaje; ella, para muchos, una atractiva actriz con «mucha proyección», cuya verdadera fama empezó en el 2018, con el estreno de la película Aquaman.
Este nuevo capítulo en el que Johnny arremetió en contra de su ex, abrió las puertas de los estados judiciales, en virtud de la demanda que por difamación, instauró el agraciado «joven manos de tijera».
Según los abogados de Johnny, su reputación se vino abajo, sus contratos cancelados, su «good will» se deshizo por completo, cuando su ex esposa Amber Heard, escribió para el Washington Post, periódico de altísima circulación estadounidense (y mundial), un artículo en el que evidenciaba ser al interior de su relación, una víctima más de violencia doméstica (y acoso). Nunca mencionó a Deep, pero era obvio a quien hacía indirecta alusión.
Hay que tener presente que Amber Heard pidió el divorcio en el 2016, argumentando violencia doméstica y abusos varios por parte de Johnny, durante un matrimonio que apenas y duró poco más de un año.
Las pretensiones de las partes, finalmente, fueron conciliadas de la mejor forma, y se dispuso finiquitar la relación en los «mejores términos».
Dos años después aproximadamente, Johnny volvió a los estrados judiciales cargando esta vez en contra del diario inglés The Sun, por haberlo llamado «agresor de esposas» (algo así), proceso en el que no sale bien liberado, porque los jueces le hallaron la razón al periódico, más que todo amparando el derecho a la libre expresión, no tanto porque se le haya probado ser violento con las mujeres.
Pero claro está, la fama del muchas veces ovacionado Johnny Deep continuaba decayendo. Aparentemente..
Vuelvo al presente. Al juicio por difamación en contra de Amber Heard, que empezó en abril del año en curso, y que desde entonces, ha acaparado la atención de «medio planeta».
Para mí, Johnny Deep empezó ganando el juicio, frente «al mundo» por lo menos, mucho antes de que este arrancara.
¿Las razones? Su carisma, su todavía preservada y notoria fama, y su doble condición de gran estrella del cine y «rock Star» además. Por ese solo hecho, ya cuenta con una fanaticada absolutamente nada despreciable regada por todos los continentes.
El número de seguidores en sus redes sociales y el apoyo que ha recibido del público en general, habla por sí solo.
A pesar de sus visitas previas a los tribunales, su fama sigue intacta, por lo menos entre sus millones de fans. Y como si lo anterior fuera poco, también, todo indica, tiene una inmejorable reputación entre sus amigos, reconocidas estrellas del séptimo arte.
La solidaridad que ha recibido es apabullante, frente a la aplastante ráfaga de críticas en contra de Amber Heard.
¿Pero quién no se ha dejado seducir por el encanto de Johnny Deep, que desde su fascinante papel en «21 Jump Street» (1897-1990) empezó a cautivar admiradores(as) a granel?
¿Quién no se ha maravillado con sus protagónicos en «Don Juan de Marco» (1994) al lado del grandioso Marlon Brando; «Érase una vez en México» (2003) (con Antonio Banderas y Salma Hayek), «Chocolate» (2000), «El turista» (2010), con Angelina Jolie; «La leyenda del jinete sin cabeza» (1999), «Piratas del Caribe» (2007, 2011, 2017..), «Pacto criminal» (2015), «Sombras tenebrosas (2011), «El joven manos de tijera» (1990) y, «Charlie y la fábrica de chocolates» (2005), solo por mencionar algunas de sus mejores películas?
Johnny Deep es una estrella del cine, querido por todos. O por casi todos…
Y a menos que, sus millones de fans, su público, sus amigos, el mundo que ha logrado con esfuerzo, carisma y talento «poner a sus pies» vean una prueba irrefutable de violencia física en contra de la mujer, nadie, jamás, le va a creer a Amber Heard que su ex, el magnánimo y extraordinario Johnny Deep, sea un «maltratador de mujeres», como lo llamó alguna vez el periódico The Sun.
Y esa prueba contundente ya existe. Y no una, sino varias, según Amber Heard y sus abogados.
Pruebas que ya vieron la luz y que el mundo entero conoció durante las últimas semanas de juicio. Para muchos, una película más de Johnny Deep y Amber Heard, dado «el show», la atención mediática y el «alcance cinematográfico» que ha alcanzado.
Se han presentado pruebas de acoso y violencia determinantes, suficientes para desestimar los cargos de difamación en contra de Amber Heard y condenar a Johnny, según las pretensiones de la contra-demanda presentada por ella misma.
Pruebas que los abogados de Johnny Deep han tachado de falsas, prefabricadas, insuficientes e inexistentes.
El jurado tiene la última palabra.
Los alegatos finales de cada una de las partes terminaron el viernes pasado. Cerrado el juicio, solo resta esperar el veredicto. Para ello el jurado tiene todo el tiempo que considere necesario.
Deliberarán con calma y, presumo, se van a tomar más tiempo de lo habitual para darle a conocer al juez su decisión. Más aún, habiéndo advertido el interés mundial que ha generado el caso. La presión tiene que ser inmensa.
Los miembros del jurado (ciudadanos «común y corriente» seleccionados cuidadosamente «al azar») llevan más de un mes aislados del mundo para evitar que su buen juicio se vaya a parcializar conforme la presión mediática impera y empuja.
Es más, una vez entregado el sobre con su veredicto, y proferida la sentencia, sus identidades serán mantenidas en secreto («de Estado» prácticamente) conforme lo anunciara la juez, directora del proceso.
Corolario de lo anterior, confieso, me gustaría que Deep saliera triunfante, (me incluyo en su grupo de «fans» menos eufórico) pero, objetiva y desapasionadamente, sé que, no solamente no le va a quedar nada fácil al jurado deliberar y tomar una decisión completamente imparcial, si no que, al final, probablemente la sentencia favorezca a Amber Heard. Eso sí, muy seguramente, dejando lo más «indemne» posible a Johnny.
¿Por qué?
Porque (respetando cualquier otra opinión), según la evidencia demostrada en el juicio, para mí, sí hubo abuso de parte de Johnny. No en el grado en que Amber lo ha querido hacer ver. Pero sí hubo abuso «en cierto modo». Producto, no necesariamente, de una personalidad violenta y salvaje de Johnny, porque todo indica ello no es así, sino de una «fuga» de personalidad adversa (y momentánea), que, producto de su adicción (o la que fué su adicción a las drogas y al alcohol), lo hizo cometer excesos.
No me interesa defender a Amber Heard, no es «santo de mi devoción», es más, creo que de parte de ella sí hubo triquiñuelas mendaces para hundir a Johnny, exageraciones odiosas y manipulaciones reprochables, que bien deberían de ser ponderadas con la serenidad debida por el jurado. Lo espero, de hecho.
Pero, insisto, que hubo violencia «en menor grado» de parte de Johnny, la hubo.
Atribuible insisto, y creo no estar equivocado, a su sumisión a las drogas y al alcohol. Ahora bien, ¿se trata de aquel tipo de abuso y violencia que debería de ser indultado?
No sabría decirlo, no soy quien para hacerlo.
Si Amber Heard provocó a Johnny a reaccionar así, es el jurado quien deberá tenerlo en cuenta. Francamente, a juzgar por lo que ví durante el juicio, no creo.
Quizá, solo quizá, al fin y a la postre, «el gran juicio final» termine en…» tablas».
Así las cosas, sigo creyendo que ni la espectacular imagen de Johnny, su aún inquebrantable y valiosa fama, ni la espléndida defensa de sus abogados, incluida la sensacional y voraz arremetida y presión ejercida por parte de la sin igual togada Camile Vázquez con su forma tan sutil y efectiva como enérgica y feroz de cortar los interrogatorios, podrían llegar a ser suficientes para que Amber Heard sea hallada culpable.
«Amanecerá y veremos.»
(.)