“Cesó la horrible noche..”
¿Cuál noche?
¿La interminable y horripilante noche en que el uribismo, con sus odiosas prácticas amiguistas, codiciosas y oscuras, quiso aferrarse energúmenamente al poder, haciendo trizas la moral y la virtud de una nación?
O, ¿la fatídica noche para quienes con estupor e indignación aún ven rezagos de esa, aún cuando maltrecha, todavía existente institucionalidad al interior del Estado colombiano, que les impide continuar sus fechorías y expandir sin freno alguno sus empresas y designios criminales?
¿Cesó la horrible noche acaso del nefasto uribismo para abrirle el alba a un petrismo obcecado e iracundo?
Dios no quiera.
Voté por Rodolfo Hernández, quizá más en contra de Petro que a favor del santandereano. Como millones seguramente. Porque desconfío hasta los tuétanos de gente muy cercana a Gustavo, por muchas de sus urticantes propuestas populistas, por la simbiosis con la irredenta primera línea, por su penoso paso por la alcaldía de Bogotá (sin desconocer la piedra en el zapato que fue Ordóñez y cía.), en fin, por “N mil” y un razones voté en contra de Petro, sin desconocer, eso sí, lo que pueda tener a su favor: periodos más que sobresalientes en el congreso destapando a granel ollas podridas del uribismo y la promoción de interesantes y enriquecedores debates para la nación, por ejemplo.
Soy, amén de lo anterior, de aquellos que, habiendo votado en contra de Petro, creen que, no necesariamente con él, el panorama se va a tornar peor, y quizá, solo quizá, no vengan tiempos todavía más aciagos en su gobierno.
El domingo, sin embargo, en su discurso proclamándose ganador de los resultados en segunda vuelta, a dos meses todavía de su posesión como presidente electo, y transcurridos menos de 25min sobre la tarima, ya “solicitó” al Fiscal general de la Nación “liberar a nuestros jóvenes, que solamente salieron a elevar un grito de esperanza..” y, posteriormente, manifestó su anhelo de unir a los pueblos suramericanos.
Vaya mensaje el que de entrada mandó nuestro nuevo presidente…¿“Dejad que los revoltosos, incendiarios y sediciosos vuelvan a mí”, acaso? ¿”Me limpio el c@#*¡…con la institucionalidad del Estado”, de pronto? Tenaz.
Penosa y muy inquietante salida, señor presidente, electo. Muy temprano además, empezó usted a sembrar la incertidumbre y un muy denso temor.
Ahora bien, el que sea entendible que lo haya hecho (presionar la libertad de los jóvenes que incendiaron el país hace un año, porque él, en gran parte azuzó a la horda enardecida), no significa que no deba reprochársele. Mucho menos ahora que es presidente.
Gran parte de los jóvenes privados de la libertad lo están porque un país entero los vio incendiado, agrediendo, bloqueando, saqueando, destrozando, etc… No porque hayan salido a las calles con el puño en alto y las hormonas hirviendo solamente a gritar “NO MAS” o a exigir más oportunidades. No.
Se pasearon por una zona importante del código penal, extrayendo todo su néctar y obligando a la autoridad a judicializarlos por cada violación a la ley cometida. Vidas incluso, fueron cegadas por su enardecido, manipulado y poseso ímpetu “adolescente”. Y aún así, esperaban impunidad, reconocimiento y que sus nombres fueran laureados, coreados e impresos en las páginas rosa de la historia de Colombia.
Cínicos obnubilados.
No están lejos sin embargo, de obtener semejante rédito. Hace 2 días, el proclamado presidente casi que exigió a la justicia indulto a los reos y, quizá más adelante, la petición será al denostado congreso de la República todo lo concerniente a la cruz de Boyacá, colgada solamente al pecho de nuestros.. “verdaderos héroes”..
Cáustico, a todas luces.
Lesivo en grado sumo.
Impresentable.
Y mejor ni hablar de aquél … “hermoso” anhelo de Gustavo Petro de ver una Suramérica unida, “arropada bajo una sola bandera”…con seguridad a más de uno, nos invadieron unas insondables ganas de trasbocar, evocando al “egregio” coronel Hugo Rafael Chávez Frías y a su eterno y soez jornalero mayor, Nicolás Maduro.
(Apague y vámonos..)
Así las cosas, y sin extenderme más de lo debido y permitido al lector exigente, bajo el telón de mi columna deseándole buen viaje a aquellos que hace 36hrs empezaron a hacer su maleta inmediatamente Petro empezó a perfilarse ganador. Bien idos. No hacen falta.
En este país solamente merecen quedarse aquellos que quieran construir Nación, generar empleo, promover valores, formar personas de bien, extender y compartir el conocimiento, nutrir al ser humano desde todas las vertientes loables y posibles y, cualquiera sea su aporte diáfano y positivo desde su profesión o la legítima disciplina y oficio que sea. El resto que se vaya. Lejos.
No queremos cerca ni a aquellos que denigran del país porque sí, ni mucho menos, aquellos que lo incendian, asaltan, arrasan y pervierten.
Tampoco, y ante todo, queremos a alguien que quiera desconocer y triturar la separación de poderes, premiar a los criminales y conceder indulto a aquellos que desde sus privilegiados cargos han regurgitado una y otra vez sobre el pueblo y la bandera de Colombia.
¡Fuera!