«¡Colombia, patria mía!..»

Mientras escribo esta columna de opinión, aún sigue viva la llama que encendió la.. escandalosa confesión de la representante a la cámara, Susana Gómez, mejor conocida en el «universo paralelo» como «Susana Boreal», en el sentido de ser una asidua consumidora de marihuana, manifestación que con gran desparpajo y un urticante cinismo que le quemó la garganta a más de uno, hizo en vivo desde el parlamento.

El revuelo causado no se hizo esperar. Aupada con la seguridad y el tono «medio sollado» que la caracteriza, gran parte de la opinión la crucificó, calificándola de marihuanera, drogadicta y demás. Los comentarios peyorativos fueron incrementándose, conforme se iba expandiendo su imprudente y nada satírica declaración que terminó siendo casi que una insolente y exasperada apología al «libertinaje». La crítica escudriñó hasta el fondo su desempeño en el congreso y halló en la conformación de su UTL (Unidad de trabajo legislativo) inconsistencias en uno o varios de los perfiles académicos exigidos por ley, para los asesores privados de los congresistas, quienes devengan abultados salarios y que, en el caso de Susana (y quién sabe en cuántos casos más) no reunían ni siquiera 1/3 parte de los requisitos. Como esos son dineros públicos que los contribuyentes (el pueblo de Colombia) paga con su bolsillo, la indignación fue peor aún, cuando salió a la luz pública que Cristian David Guzmán, el «afortunado» asesor de la politiquera, la política perdón, en mención, resultó ser también su «asesor sentimental». En fin, apague y vámonos.
Es el congreso de la república, cualquier cosa se puede esperar. Cualquiera que ofenda al colombiano promedio. «La corporación con más aguas estancadas y corruptas», como alguna vez alguien por ahí, la definió, y acertó.
Unos meses atrás, el senador Álex Flórez ¡cómo olvidarlo!, protagonizó en Cartagena un verdadero escándalo, cuando borracho, en la recepción del prestigioso Hotel Caribe, arremetió en contra de algunos empleados del hotel e insultó a uniformados de la Policía Nacional, todo, por no haberle permitido ingresar con una mesalina sacada quién sabe de dónde. No era el primer escándalo del «HP» (‘Honorable Parlamentario’) valga la pena resaltarlo.
¡Ah, mal llamados «padres de la patria», que llegan a ensuciar el inmaculado nombre del congreso de Colombia!
«¿Por qué son tan desalmados?»
¡Oh insensato afán de los mortales, por correr a elegir incompetentes!
Pero si el poder legislativo repta («a veces») el judicial no se arrastra menos. Hasta hace poco, una juez de Cúcuta, en plena «audiencia virtual», quedó evidenciada en cámara pública, tirada en la cama, en «paños menores» y, fumando no se sabe a ciencia cierta qué, (quizá Susana Boreal y cía, puedan identificar la sustancia). «Su señoría» Vivian Polanía creo que se llama, fue retirada temporalmente de su cargo por haber (la opinión pública más que todo), considerado indigna su conducta. Posteriormente, la judicatura le levantó la suspensión, solo Dios sabe porqué rayos. En fin, es el Estado colombiano, astuto e «infalible».
Y no podía cerrar el telón de mi columna sin dejar al ejecutivo por fuera, ¿pero cómo? ¡Después de todo lo que han dado de que hablar la primera dama, la vicepresidente, y hasta el mismo primer mandatario, su círculo más cercano y demás!
Mejor dicho, …esto es de nunca acabar.
Dan ganas de pedirle prestado el «Black Hawk» a la vice Francia Márquez (que no lo suelta ni para ir a comprar el pan) y, ¡desaparecer de esta parte del hemisferio!
¡Ánimo Colombia, no desfallezcas, vendrá a rescatarnos un futuro más promisorio, si no muere antes en el intento!
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