“Cría cuervos…”
Y, …
“Educar al niño para no tener que castigar al hombre.”
La primera vez que leí esta segunda y magnífica e infalible frase, fue en una valla bogotana por allá en los años 80’; desde entonces, se me quedó grabada para siempre.
Si mal no estoy, esa frase tan reflexiva como exacta hasta más no poder, salió de la boca de Pitágoras hace mucho más de 2000 años. Y aún conserva plena su vigencia. Y la conservará hasta el fin de los días.
A propósito, ¿qué pensaría Pitágoras si viviera en estos tiempos y llegara a enterarse (de) que, hay padres que lejos de educar a sus hijos y/o reprenderlos, los premian cuando han hecho algo malo?
Hace 2 meses en la vía Chía – Cota, a tan solo unos minutos de Bogotá, 4 estudiantes “primíparos” de la facultad de Negocios Internacionales de la Universidad de la Sabana, según parece por exceso de velocidad, se accidentaron, dejando el siniestro una víctima fatal y dos con heridas de consideración. El vehículo quedó completamente destrozado y, en fin. Toda una tragedia, más que todo, o …“solamente” mejor, para una familia que allí, lo perdió todo. Lo perdió todo en un joven abarrotado de cualidades que ese día cerró sus ojos para siempre.
¿Qué pensaría Pitágoras si pudiendo hoy escuchar, se enterara (de) que, al joven que iba conduciendo el vehículo quien tuvo la preciosa fortuna de salir ileso, sus padres le repusieron el carro desbaratado (por uno nuevo por supuesto) a los 8 días de haber ocurrido la tragedia y además, lo mandaron de vacaciones a la cálida Punta Cana para que “superara la crisis”?
Crisis que muy rápido superó a juzgar por las fotos subidas a sus redes sociales transcurridos menos de 20 días del suceso, mientras otros lloraban sobre el helado féretro la llama extinta de su hijo adorado.
Sin lugar a dudas, el gran filósofo y excepcional matemático griego, se sobresaltaría. Mínimo se avergonzaría de lo… depravada.. que se ha vuelto la humanidad que durante siglos se ha servido y nutrido con su excelso conocimiento.
Vergüenza tan solo equiparable a la que, probablemente, puedan llegar a sentir solo algunos padres de familia a quienes por la razón que sea, logre atrapar el título de esta columna de opinión.
Hoy, con las redes sociales exacerbadas, el abigarrado y eufórico desdén adolescente derramado por todas partes y la conciencia impertérrita de muchos, no hay posibilidad de ocultar nada. Ni siquiera bajo las rocas más pesadas (y “sobornables”).
De los hechos referidos me enteré no solamente porque visito con alguna frecuencia salas de concurridos tribunales y no poco ando corredores sitiados de despachos judiciales y polvorientos expedientes, sino además por mi oficio y entradas paulatinas a la fiscalía, contacto con la policía y en fin, también soy ex alumno de La Sabana y sé, que en el fatídico y penoso accidente la orgullosa alma mater perdió quizá, a uno de los mejores alumnos de su promoción.
No hace poco conocí un caso en el Valle del Cauca, en la “Ciudad del Milagroso o Ciudad Señora”, en el que la incauta y burlada madre de un joven que aún no cumple los 22, regularmente le envía recursos desde el exterior desconociendo todo indica, que gran parte de esos recursos, el “bebé” los destina a alimentar una red de micro tráfico que lo tiene felizmente…atrapado.
En fin, de casos de “adolescentes NO FUTURO” y de padres y madres alcahuetas, irresponsables o indiferentes, podría escribir cientos de hojas pero jamás lo voy a hacer; para qué si ya todos sabemos lo desecha que está la sociedad por cuenta desgraciadamente, no de unos pocos “enajenados”.
Pero por supuesto que también conozco de primera mano, casos de padres muy responsables que ejercen su rol comprometidos hasta los tuétanos con la causa. Papá y mamá que están ahí, siempre, o por lo menos, lo hacen y dan todo por estarlo, resueltos a “educar al niño para no tener que castigar el hombre”.
Papá y mamá que lo son, independientemente de serlo porque quisieron, “por accidente” o porque “les tocó”, asumen su trascendental dignidad con un denuedo hermoso e infinitamente admirable. Gracias por ello.
Y ni hablar de las mamás solteras que haciendo de padre y madre, vierten y sacrifican todo, honrando milimétricamente esa máxima inquebrantable de
“Educad al niño para que no tengais que castigar al hombre.”
Para todos ellos(as) también van dedicadas estas líneas.
Por favor, no desistan de esa titánica labor humana, existencial y “cósmicamente” de todas seguramente la más trascendental, de formar y guiar por el buen sendero a quienes escribirán el futuro próspero con el pulso firme, sin mamarrachos y sin titubear.
(.)