Indeleble noche, sonidos del hijo más prodigioso del rock, nadie imagino estar frente a este hombre que continúa destapando oídos con su música sincera, humilde.
Es cierto estamos en épocas de balance y con el perdón de todos los seguidores de cada banda que visitó este año nuestras tierras, habían dos citas ineludibles. Es entendible fallar a casi todas, la situación económica principal factor, obliga, sin embargo los amantes, creyentes, inexpertos, especialistas, músicos, periodistas, seguidores, melómanos, tenían que asistir a dos de ellas. La primera Lamb Of God, sin ser amantes de los sonidos pesados, es bueno enterarse en que va la movida actual, hasta donde han evolucionado esos sonidos que inventaron los padres del rock hace 6 décadas, y si se gusta del género con más veras. La otra era Jeff Beck, si señores, la cita por el respeto precisamente hacia un inventor de esta historia, de la cual alabamos y adulamos en ocasiones, era obligatoria, entender de la mínima a la máxima expresión la música cuando la oportunidad (impensable de por sí), se da, es para aprovecharla, como el caso de Ronnie James Dio, a raíz de su pérdida muchos lamentaron no asistir al concierto ofrecido en la capital. Así hubiesen existido varios shows el mismo día de gran talla como el de Rammstein. Repito, con todo el respeto y sin ofender, pero este momento en un alto porcentaje será irrepetible.
Tuve la oportunidad de pasar por el teatro horas antes del show, en las afueras varias personas limpiaban la fachada y daban los últimos retoques. Al costado algunos otros con disco en mano, buscaban alguna «palomita» para obtener una firma, una foto o simplemente ver a Jeff cara a cara. Ya entrada la noche muchos habían ingresado a un lugar bien presentado, impecable, con varias rutas de evacuación según indicaba el plano pegado en la pared a la entrada de platino, amenizado esta vez por un Dj, los cuatro niveles dispuestos con mesas y sillas se encontraban casi llenos, aproximadamente en un 80 % de su capacidad total. Por fortuna el desfile de varias generaciones se presentó, familias, parejas, amigos, todos sabían de la fiesta más importante del año, niños llevados de la mano por sus padres recibían el mejor regalo de navidad y espero, el inicio a la inquietud de continuar explorando; llegaba la hora de estar frente a frente a la verdad.
Sobre las 9:15 pm el maestro de maestros sonando la ganadora de Grammy Plan B, apareció, el publicó emocionado perdió la compostura mostrada horas antes y en localidades como general, las sillas sirvieron para superar los obstáculos visuales. El sueño era realidad, el Royal, virgen de sonidos reales, recibía en su clínico espacio a la leyenda viviente más relevante de la música, seguro cuando se cruce por allí el corazón aducirá una sonrisa de precioso recuerdo. Con la piel llena de líneas de expresión, envuelto en camisa sisa blanca, chaleco y pantalón negro, (color puro de la música), sostenía la guitarra diáfana mientras sus botas soportaban el peso de notas construidas con esmero, a dedo puro.