Ni la lluvia previa al evento ni el cambio de sitio, impidieron que el pasado viernes se recibiera de gran manera a las agrupaciones Parkway Drive y Heaven Shall Burn. Reseña de lo que fue su presentación en Bogotá. ¡Bienvenidos!

Parkway Drive

El Teatro Las vegas, anclado en la reconocida zona de Chapinero en Bogotá,  es otro recinto que ya tiene acostumbrado sus “oídos” a los sonidos extremos del rock y cuando las puertas de otros son cerradas por algún motivo, este lugar abre su entraña para recibir especialmente a los adolescentes, que buscan en parte, desfogar aquella energía propia de la edad a través de la música. El evento de apertura estuvo a cargo de la banda colombiana KontraGolpe, quienes ya habían tenido la oportunidad de compartir tarima con una de sus influencias, justamente Heaven Shall Burn en 2011;  el siguiente acto permitió ver a unos amigos de la casa, los venezolanos Dischord, reconocidos por abrir en concierto de Lamb of God en Bogotá en 2010 y por su participación en la versión RAP el siguiente año.

Sobre las 7 de la noche Heaven Shall Burn  tomó el control del escenario  y el vocalista Marcus Bischoff  luego de un breve saludo, disparó la primera ráfaga de metal, «The Weapon They Fear» haciendo hervir de nuevo el lugar,  gotas que caían desde el segundo piso acusaban el intenso calor, el sonido un tanto saturado caló directo  para iniciar la danza del choque que luego se acrecentó  con el tema “Counterweight” recreando en parte escenas del video oficial, ante el paso de la gente  desde y hacia la tarima, seguida por  la contundente, “Profane Believers”. El turno para la “inédita”  “Land of Upright Ones” de su reciente disco,  allí Marcus pide aplausos, se le otorgan y luego el recompensa  sacudiendo sus cuerdas vocales al límite, dos punteos delgados y después los riffs que caracterizan el sonido fiel de los alemanes. Los ruegos de la humanidad a lo largo de la historia bélica fueron representados en  “Combat” y “The Omen” en donde la banda pidió que el pozo del pogo se abriera para circular dentro y a base de furia sacar toda la indolencia frente a la constante guerra mundial.

No hubo reemplazo en el bajo ante la ausencia esta vez de Eric Bischoff, en cambio el nuevo integrante en la batería Christian Bass, calzó dignamente la silla del recién ido y miembro fundador Matthias Voigt, ejecutando en canciones nuevas como “Hunter Will Be Hunted”-oda a la caza de ballenas-  tempos lentos y precisos, o en la siguiente de la noche  “Voice of the Voiceless” denotando mayor fluidez. Quien pensó que en el teatro no se podía arder más, estaba equivocado, pues aunque “Awoken” intro en piano del álbum de la trilogía insignia Iconoclast, redujo el ímpetu, el  buen conocedor sabía que se avecinaba la tempestiva e icónica “Endzeit”, no hubo cuerpo que de alguna manera se quedase quieto, marcando  el punto alto del show. El final se acercaba, pero antes un par de camisetas como obsequio y muestra de generosidad de parte del grupo para ambos géneros.  “Behind a Wall of Silence” seguida por  “The Disease” y finalmente “Black Tears”, dieron cierre a un acto de un poco más de una hora, que nuevamente dejo claro que el metal  honesto, sencillo y bajo una filosofía diáfana, captura, más, si en vivo truena tanto como en los discos.

Parkway Drive

Llegaba el turno de para los australianos y luego de un breve chequeo de sonido especialmente en la batería, cerca de las 8 y 10 de la noche la intro de guitarra acústica del tema “Sparks” daba paso a cada integrante, para que luego “Old Ghost / New Regrets”  estallará no el resto de energía de la gente, toda, pues parecía que apenas el evento comenzaba.  Aquel delfín inflable puesto a la orilla del escenario minutos previos a la salida de la banda,  fue disparado por los aires, cruzando de lado a lado impulsando por las cientos de manos, la marea de sensaciones era  incontrolable. Antes de que “Sleepwalker” sonara  el vocalista Winston McCall, se agachó como sumergiéndose en el agua intentado tomar aire, parecía faltarle, se veía pálido y con síntomas de dolor, algo no andaba bien. No obstante, la “locura” en tarima y debajo de ella continuaba,  la canción “Karma”  intensifico la bruma de calor, tanto que había dificultad para distinguir quien volaba desde el escenario -‘Stage Diving’ a tope -, el coro a media interpretación dio algo de tregua.

Entre corte y corte McCall se inclinaba como tomando un respiro, se soltaron dos más del disco Horizons, “Idols And Anchors” y “Boneyards”, poco a poco, la voz McCall especialmente al fondo del recinto se escuchaba más y mientras las paredes transpiraban igual que cada joven alma,  la ola de metal crecía, todos deseaban estar sobre ella, Byron Bay de donde proviene esta banda parecía recrearse en la capital, no había tablas de surf, pero si flotadores de piscina deambulando, esto es literal. Conteo en español y a saltar con “Deliver Me” guitarras parejas en riffs y batería al unisonó, el delfín aparece en tarima una vez más y uno de los guitarristas lo devuelve con su pie. El gracias en español y aparece “Dark Days” en coro, todos cantan la letra, igual para “Home Is For The Heartless” más acondicionada. Ante el “abandono” del grupo,  en la oscuridad todos pedían una más, luego de vivir  las atronadoras “Romance is Dead”, “Wild Eyes”  y “Swing” , cerraron entonces como en toda la gira -que terminó en Bogotá- con “Carrion”, la alegría de deslizarse sobre la cresta no quería dejarse ir , pero la venia rompía esta impresionante ola  de hardcore.

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Aunque esta vez el teatro, conocido por tener vista desde cualquier punto tuvo que recostarse hacia el lado oriente, y el espacio quedo reducido para los músicos,  no fue obstáculo a la hora de armar la fiesta. Desde la banda colombiana, hasta Heaven Shall Burn, que sin duda piden pista para ser cabezas de cartel. Y a juzgar lo expuesto por los señores de Parkway Drive, se nota que es una banda de la entraña, pero no por nada, aún cuando su vocalista tenía fuertes dolores de espalada, lo dejaron todo, nivel para decir que del estilo, esta agrupación supera a otras que han pasado por aquí. Andar y andar sobre la ruta les ha servido para ir madurando en medio de la juventud.

Es así como los jóvenes seguidores de las nuevas tendencias permanecen firmes en asistencia y las bandas contemporáneas sin defraudarlos. Queda entonces el listón  en un punto alto y la puerta abierta para superarlo.

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