Aunque la segunda versión de este festival celebrado el pasado 3 de octubre se vio algo fracturada debido al abandono en plena gira de la emblemática banda de hardcore, Hatebreed, esto no alcanzó a empañar un evento que se mantuvo siempre firme y que terminó por dejar sin aliento a quienes fielmente asistieron a un cóctel realmente explosivo. Bienvenidos.
El itinerario del Nightmare Fest fue reprogramado y cumplido a cabalidad, pues sobre las 6 de la tarde la banda Disgrace and Terror saltó al escenario, lo propio hicieron una hora después los ticos Billy The Kid, quienes luego de ajustar el sonido, rodaron algo de hip hop de intro para después sacudir el recinto junto al poco público que en su gran mayoría era joven. La mecha la encendió Eddy, voz de los Kid, quien solo permaneció un minuto en tarima, y luego se abalanzó sobre los adolescentes invitándolos al Mosh, patadas al aire, brazos lanzados al vacio, leves caídas, energía a mil, todo ante la mirada de las contadas personas que esperaban la banda de cierre y
El teatro las Vegas fue recibiendo con fluidez más gente, cuando el reloj marcaba las 8 de la noche quedaba poco espacio por cubrir del costado derecho mirando hacia el escenario, prácticamente en escasos minutos todo quedó copado. Prueba de sonido lista, todo a punto y entrada las 8:20 los platillos al toque anunciaban el final del festival pero el comienzo de una devastadora maquina con antecedentes intachables en la capital. La ansiedad se sentía y con la lenta pero densa Multinational Corporations, Part II mensaje directo a quienes usurpan las naciones ante el ojo benigno y arrodillado de los gobiernos locales, los ingleses Napalm Death daban el primer y corto sorbo, desembocando después con un puñetazo directo al rostro, Silence Is Deafening, de su código rojo, absortos, ya iban dos sobre el lomo de este tractor del metal que decidió llevar la incontrolable marea que se abría entre olas de pogo incesante, hacia la última orilla en estudio, el álbum Utilitarian con la indescriptible Evereyday Pox, que una vez consumada dio para ajustar un tanto el sonido, pedido en español un “momentito” por parte del señor GreenWay.
7 minutos y medio de show y ya estaba todo el lugar incrustado en el ardiente hedor del de la celeridad, contagiados por la “demencia” que posee el cuerpo de Mark GreenWay cuando obtura su voz, fueron “digeridas” canciones como The Wolf I Feed, Unchallenged Hate, Suffer The Children y When All Is Said and Done. Entonces, estando
Mientras en el segundo piso un señor adulto, sentado se tomaba un par de tragos y atónito miraba el show, abajo, en “parche”, otros cantaban a pleno grito, algunos lavados en sudor se estrechaban en abrazos, la felicidad también se siente desde la piel del rock, impulsada por la energía innata de músicos que llevan al limite sus herramientas para levantar espesas composiciones como las asonadas Protection Racket o Taste the Poison, limites declarados en voz aguda por el aplicado y serio guitarrista Mitch Harris quien impresiona con tamaños timbres de respaldo. El set pasada la veintena de canciones y aunque del milimétrico álbum debut Scum ya habían tocado un par de temas, la seguidilla de Life? The Kill y en especial You Suffer –canción de 2 segundos- mostraron el reloj suizo que son estos ingleses al vivo. Llegó la falsa ida, tiempo breve para tomar una bocanada de aire, a la vuelta el primer y único cover de la noche compuesto por los grandilocuentes Dead Kennedys, Nazi Punks Fuck Off, que rehabilitó el ánimo para cerrar sobre las 10 de la noche con Greed Killing y Siege of Power, completando un concierto de 27 canciones consecuentes y aplastantes a la hora de tronar.
La segunda edición del Nightmare Fest se llevó a cabo a pesar de los contratiempos, y aunque en el evento oficial publicado en facebook algunos mostraron su inconformismo, se supo sortear el impasse ante la cancelación del restante tour de la banda Hatebreed, la organización ofreció la posibilidad de ingreso, 2 personas con una entrada -2×1- e incluso por un valor mínimo adicional el chance de asistir a otros de sus eventos. Por el lado musical el sonido fue óptimo y corregido en su momento, las 3 bandas cumplieron e igualmente lo asistentes en cuanto a comportamiento se refiere. El cierre a cargo de Napalm Death dejó en firme la honestidad y profesionalismo de esta agrupación, entregada en cuerpo y alma no solo a su estilo, también a sus seguidores. En vivo son una completa aplanadora aceitada y perfectamente sincronizada, el dolor de cuerpo y en especial de cuello de quienes colmaron el teatro es el más ferviente testimonio de un festival que poco a poco crece, en pos de traer cultura, y aumentar las ediciones para beneficio de todos.
Registro visual de este caos musical
Permanezcan Rockosos