Eran 4 décadas de espera por una de las leyendas del rock mundial, se había perdido la esperanza ante varios intentos frustrados a pesar de las varias expediciones de esta agrupación por el cono sur. El anunció de la llegada de Deep Purple hace mes y medio aproximadamente, generó emociones encontradas, algunas personas manifestaban alegría y otros incredulidad. Luego se confirmó el Coliseo el Campin como el lugar para dicho evento, esto trajo una oleada de críticas argumentadas en que la gran mayoría de eventos realizados allí habían sido un fiasco debido a la mala acústica que presenta este recinto, -doy fe de ello- y a decir verdad, no habían demasiadas expectativas. Reseña de lo que fue el concierto de Deep Purple en Bogotá. Bienvenidos.

DEEP PURPLE / Coliseo el Campin / 21 Nov 2014

Las últimas semanas la capital ha sido azotada por la lluvia y el pasado viernes no fue la excepción, por fortuna el reloj biológico del agua arreció como de costumbre a las 2 de la tarde. Pasada el agua, cayó el frio, no obstante para los amantes del rock poco importó, pues fueron llegando  a una cita imprescindible pactada en el polémico Coliseo el Campin. Ya sobre las 8 de la noche salió al escenario  una de las bandas más queridas del rock nacional, que entró en receso desde hace un par de años, los señores The Black Cat Bone, quienes  prendieron las antorchas para calentar el ambiente con su poderoso rock-blues, haciendo recordar aquellas épocas cuando andaban de bar en bar tronando canciones como Redemption o Black Cat Bone.  Desempolvado su sonido, parte del público los aclamó  haciendo sentir que este reencuentro aunque temporal, pide pista para que la guitarra Fender “ying  yang” sellada con las iníciales TBCB y comandada por el vocalista Mauricio Leguizamo, vuelva junto a los otros Bone; se hace justo y necesario.

The Black Cat Bone

 

Cuando Highway Star sonó a las 9:22 de la noche aquel júbilo atragantado se inyectó directo en las más de cuatro mil almas asistentes,  llevábamos  40 años esperando en la estación del rock y sobre la misma silla, ver descender parte de una historia ajena para muchos aquí, pero necesaria para todo aquel que aprecia realmente la música. Entre un público variopinto pero en su gran mayoría marcado por las líneas de la vida, el sutil acento de batería de esta canción se sintió diáfano y el oído escéptico porque ese monstruo de tribunas y cancha ya se había engullido inmisericordemente en su pésima acústica a otras leyendas como Heaven & Hell, quedó pasmado. Sonido certificado aun más cuando rodaron Into the Fire  y Hard Lovín’ Man,  canciones cargadas de riffs y atmosferas de teclado. Luego, sin preámbulos  sobre su silla el aplicado y milimétrico Ian Paice hizo el conteo con sus baquetas, respuesta inmediata en punteo de guitarra, florecía la fémina Strange Kind of Woman.

Era verdad los cinco purpuras estaban parados en nuestro suelo, esos astros del rock aun vierten respeto no solo por su edad, también porque nos  eclipsaron a través de riffs gancheros de temas como Vicent Price, o el tributo instrumental a los astronautas accidentados en el Columbia, Contact Lost, escrita y ejecutada limpiamente por Steve Morse, solo de guitarra que se extendió para introducir después la orquestada Uncommon Man. Llegaba el momento de tildar el talento puesto en el instrumento,  el primer turno  justamente para  Morse quien recorrió los trastes de su guitarra de arriba abajo con The Well, en este viaje sideral sobraba el foco pues el guitarrista brilla con luz propia. Ahora, Ian Piece quien sin tanta musaraña le pegó a los tambores con potencia pero también finamente, equilibrio necesario apostado en la canción The Mulle, baquetas con luces de neón incorporadas para un kit de batería soberbió. Porque esperar, había que aplaudir al dueño del aviso.

El blues puesto en el tema Lazy, enloqueció de plano a dos hombres vestidos de gabán que no podían creer que semejante himno sonara finalmente, abrazados saltaban a su compás, mientras el vocalista Ian Gillan subía sus tonos ya no como décadas atrás, la exigencia cobra pero su sabiduría enaltece. Saltó Hell to Pay de su nueva placa, desembocando  en el solo del introvertido y risueño Don Airey, encerrado en su cuadrante de pianos a parte de otorgar todas las auras y sentimientos en Deep Purple, en solitario nos llevó a bandas sonoras de terror, amor y esperanza, pero su as bajo la manga atravesó el corazón cuando ofrendó el himno nacional de Colombia,  atónitos todos ante el digno heredero del grandioso Jon Lord. Entonces, “cambio de telón”, emerge la tripleta de canciones más esperada, tres historias adoptadas según la situación de cada cual, Perfect Strangers, Space Truckin’ y Smoke on the Water, el Coliseo literalmente rugió,  incitados por las llamas proyectadas en la gran pantalla de fondo, de columnas y luces multicolores, perfecto espacio para arder sobre el agua, felicidad absouta.

Poco tiempo para recuperase, mientras las expresiones de regocijo se mezclaban los Purple salieron de nuevo a escena y con el cover Green Onions abrieron la parte final del set, pero fue la longeva  Hush  de 47 años de edad la que hizo mover los cuerpos con su ritmo y coro pegadizo, cerrado   “duelo” de teclado y guitarra. Aun faltaba una tilde más, la batuta ahora estaba a cargo del dueño de la pañoleta azul, la ‘hormiguita’ Roger Glover quien condimentó más su bajo de 4 cuerdas y de lomo rojo,  sazón servida en un delicioso solo que culminó este viaje purpura de 2 horas hilando su caudal en otro de esos canticos dignos de las noches bogotanas, Black Night.

 

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Parece ser que los dioses del rock le tienen guardado un lugar especial a esos fieles seguidores de su música, los pronósticos en cuanto a sonido eran reservados, sin embargo, como pocas veces desde todos los puntos del coliseo se escuchó bien, corroborado por varias personas que estuvieron en las 3 localidades. Sin duda alguna cabe darle el crédito a la organización y a los ingenieros que supieron sortear este hueso duro de roer. Tuvimos la fortuna de ver a una de las bandas más grandes del planeta desplegar un repertorio musical desbordado en talento,  a cinco hombres frágiles en edad pero recubiertos de duras melodías indelebles, ofrendadas como justo premio para quienes en verdad respetamos la historia.

 Lazy al vivo..

 

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