Había demasiada historia en los anaqueles de Dave Grohl que hacía imprescindible y necesaria la cita con su banda el sábado pasado en la capital. Y así lo refrendaron las 45 mil personas aproximadamente que asistieron al estadio El Campin, templo del balompié nacional que poco a poco se está ganando el titulo de legendario, al tener ya sobre su césped a una leyenda como Paul McCartney y ahora y sin exagerar, otra que va rumbo a ello. Bienvenidos.
Los amplificadores se fueron y la quinta canción de la noche, * “My Hero”, se interrumpió a los 32 segundos de su emisión, Dave se acerca para ‘rockearla’ junto al bajista Nate Mendel, pero ante el sonido solo en tarima cae en cuenta, mira a su equipo logístico algo desconcertado y luego deja la guitarra sobre el suelo para descender por la rampa camino a la extensa pasarela. Realiza un conteo y levanta los brazos invitando a continuar la canción, cada localidad hace lo propio y se escucha a capela «There goes my hero… Watch him as he goes…» ¡asombroso!, 3 minutos después Dave vuelve al micrófono y explica que los parlantes no quisieron trabajar más y que esto nunca les había sucedido, antes de calzarse de nuevo la guitarra nos agradece por tener una voz bonita y retoma la canción. Era la primera señal de un show que pintaba como memorable.
Una hora antes de este suceso sobre 7 de la noche los colombianos Diamante Eléctrico abrían la fiesta pintados de azul por las luces, apoyados en ocasiones por las pantallas laterales, el cuarteto intervino poco y dejó que canciones como ‘Revolver’ y ‘Nos Rompemos Igual’ hablaran de la cuota de buen rock cargado de guitarra que posee su propuesta, además, como en escasas ocasiones para una banda nacional, el sonido esta vez fue solido y hasta en la localidad norte se escuchó perfecto.
Globos amarillos azules y rojos en movimiento, uno a uno fueron pinchados y el sonido parecía pirotécnico, la primera sorpresa de parte de la gente -gracias al club de fans– dejaba a la banda estupefacta tan solo unos segundos de haber saltado a escena, mientras Rami Jaffee el tecladista inmortalizaba aquel momento en su móvil. Grohl otea y emocionado inicia los acordes de ‘Something From Nothing’, la voz melódica rompe los gritos de éxtasis, la canción explota y una vez termina, amarra a la siguiente ‘The Pretender’, las primeras ondas tal vez resonaban a varios kilómetros a la redonda, allí, literalmente se sentían en todo el estadio. Acto seguido, aceitados unas horas antes los miles de aeroplanos de papel blanco volaron cuando el gigante Fighters matizó con ‘Learn To Fly’, otro presente de parte de los asistentes planeaba por el denso aire capitalino.
5 pantallas de alta resolución la más grande como respaldo de la banda contaban los detalles para las localidades más distantes, también las múltiples expediciones que realizaba el reconocido baterista de Nirvana, cuando corría sobre el puente convidando, como queriendo “tocar” a todos. Los aplicados y certeros Foo como el consolidado guitarrista rítmico
El foco blanco pegó sobre el solitario Dave, ahora dispuesto sobre el final del puente, Skin And Bones inició el set acústico al cual se unió a mitad de camino, Rami, quien lo acompaño con melodías de acordeón, llego luego ‘Wheels’, pero de ‘Time Like These continuó con las sorpresas que parecían interminables, una vez introducida en voz y tonadas eléctricas a media canción el resto de la banda emergió sobre una diminuta tarima circular y girante, a la cual el líder de los Fighters acudió para unirse, una vez finalizada y sin entremeses tributa con soberbias versiones a cinco de los héroes que los tenían en medio de semejante euforia, en medio de la gloria. Kiss, Rush (Tom Sawyer) -muchos desorientados- AC/DC y Queen, covers para cada rostro del estadio. ¡Inmensos!. Luego, las memorias de los noventas y el agradecimiento de tener la fortuna de estar allí, empujaron las lágrimas en algunos, cuando la reflexiva y liberadora ‘Best of You’ retumbó.
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Cuando nuestra bandera tricolor con en el emblema FF estampado fue desplegada en el escenario por la banda, segundos después de danzar con ‘Everlong’ N° 22 del set y luego de más de 2 horas de espectáculo, muchos sabíamos que nos despedíamos de un gigante que ahora pertenece a las grandes ligas del rock. Un coloso que respeta, divierte, conmueve y de vuelo adaptado a cualquier circunstancia *remitirse al parrafo de My Hero* que hace de cada interpretación un instante memorable. Obvio, la mente maestra y el carisma de Dave Grohl es arrasador, el plus la mega-producción, no obstante, Grohl encontró lo esencial, un sonido compacto y distintivo, quien sigue y ama la música en vivo sabe que pocas agrupaciones lo obtienen actualmente, además, halló en sus compadres Smear, Hawkins, Shiflett y Mendel, -enormes en lo suyo- el punch necesario, dejando en claro en nuestro patio que quien respeta de manera coherente al rock siempre tendrá el chanche de disfrutarlo y ellos de perpetuarlo.
All My Life desde el Campin
Permanezcan Rockosos