Unas horas antes, parte del Kiss Army (seguidores de Kiss), habían llegado a las zonas aledañas al Campin, igualmente vendedores de artículos alusivos y personas que pintaban los rostros de quien deseara estamparse el maquillaje de alguno de los miembros del grupo. Desde los puentes peatonales se veía parte de la tarima ubicada como de costumbre al costado sur del escenario deportivo y sobre el lado occidental una pancarta gigante con la imagen de la banda. La entrada estaba servida, el turno le llegaba al plato fuerte. Bienvenidos.
El marco dentro del lugar era tranquilo, entre nueve mil a diez mil personas aproximadamente, todas ubicadas sobre la cancha dividida en dos localidades. El telón negro con el nombre del grupo fue ascendiendo lentamente hasta cubrir todo el frente de la tarima, una vez finalizó la música de fondo -Led Zeppelin- las luces se fueron y los gritos crecieron, geo-localización proyectada (quedó la del parque Simón Bolívar) en las 2 pantallas laterales, segundos después, como en los viejos tiempos, los mismos monitores mostraron al ‘demonio’, al ‘hombre del espacio’, al ‘hombre gato’ y al ‘chico estrella’ en tiempo real caminando por un pasillo rumbo al escenario. El anuncio: “All ready Bogotá…You Wanted The Best You Got The Best, The Hottest Band In The World… KISS!”, cae el telón y la euforia estalla en medio de luces giratorias, explosiones, serpentinas y mientras Eric Singer descendía de lo más alto del tinglado sobre una plataforma tocando su batería.
“Detroit Rock City” abría a las 9 de la noche esta segunda aventura por las melodías de Kiss pero con sonido regular, pues la guitarra se sentía muy baja y a las voces también les faltaba algo de fuerza, incluso se observaba al mismo vocalista Paul Stanley algo incomodo. Llegó “Creatures of the Night”, seguida del viaje sonoro de finales de los noventa “Psycho Circus”, en donde el público invadido por la emoción veía inmensos a través de la pantalla de fondo de alta definición, a los cuatro gigantes de plataforma y trajes plateados. El riff enganchador de “War Machine” anunciaba algo de mejoría en el sonido en varios puntos del estadio, las ráfagas de fuego al unisonó con el golpe de bombo y el bajista Gene Simmons que rompe en el micrófono con su voz carrasposa. Luces apagadas, una breve pausa para ajustes y luego Paul dice que ama estar de regreso porque aun que no habla español, “… pero comprendo tus sentimientos y mi corazón es tuyo”, acto seguido introduce el hit “Do You Love Me”.
Parte de la gente fue perdiendo la energía notándose algo fría, en las pausas pedían “Forever” (tocada en la visita pasada) hecho que no causó mucha gracia a la banda. Precedida de la tradicional “Deuce”, la inclusión en el set de “Hell or Hallelujah”
El grito de batalla fue anunciado a través de 6 descargas de pirotecnia lanzadas atrás del escenario, al plato “Love Gun”, excusa para que Stanley viajará por encima de la gente, impulsado por una polea hasta una alta pero pequeña tarima ubicada en el centro del estadio, allí invita a cantar pero recibe tibias respuestas, la canción da otra vuelta y el vocalista comienza de nuevo, canta por breves espacios desconcertado y perdido, una vez termina, introduce “Black Diamond” y vuela de vuelta, mientras el baterista Eric continua interpretando tamaño himno. Kiss, luego de la falsa huida regresa para finalizar con 3 icónicas canciones, “Shout It Out Loud”, la encargada de poner a brillar la bola -discoteca de disco- y que energiza el poco aliento del público, “I Was Made for Lovin’ You, y la pieza final “Rock and Roll All Nite” que desemboca en un baño de papel picado, que recibió hasta el último asistente a este aniversario.
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El balance del concierto en mi opinión no fue bueno, aceptable, si bien como espectáculo presentó puntos positivos como luces, efectos, pirotecnia, actos, cambio de escenario y una buena logística, dentro y fuera del lugar, no alcanzó a ser redondo. Lejos de querer señalar a alguien, la idea es corregir los errores para el bien de todos. En cuanto al sonido, nunca fue óptimo, mejoró pero no se por qué no se sintió con la potencia necesaria, por ejemplo las guitarras estuvieron ‘encajonadas’, sumado a algunos desfases en vivo del grupo; por el lado del publico el entusiasmo tuvo algunos picos pero se fue diluyendo, contadas respuestas cuando la banda las pidió, además de la baja asistencia comparada con la del 2009 (cerca a las 40.000 personas) siendo una celebración relevante y aún cuando en días previos se ofreció una promoción a través de una reconocida caja de compensación, beneficio que generó molestias entre quienes pagaron su entrada plena. La organización está en todo su derecho y es respetable el tipo de estrategias que utilizan para la promoción, sin embargo, no sé qué tan provechoso fue lanzarla cerca a la fecha del evento.
Cada quien asume sus responsabilidades y a decir verdad todos tuvimos una cuota, lo cierto es que la suma de dichos factores hicieron de este, un aniversario agridulce, una fiesta colorida pero a la que le faltó más sabor.
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