En un entorno con masiva asistencia y buen sonido se reactivó el pasado 18 de julio el segundo periodo de conciertos en la capital con el retorno de dos bandas nacidas en las recientes melodías del rock. Crónica de este evento. Bienvenidos.
Cuando la banda colombiana Deadfate abordó el escenario sobre las 7 de la noche ya los motores andaban en marcha, los coterráneos Brand New Blood, minutos antes abrían el evento de manera contundente luego de un periodo fuera de los escenarios. El quinteto Deadfate no desentonó y bajo su propuesta de metal hizo mover a la gente quien no dudo en reconocer con aplausos la fuerza de canciones como “Blindness”, el primer sencillo de su disco debut Dysfunctional.
Aunque el plato fuerte era la vuelta de los británicos Bullet for My Valentine, algunos rostros maquillados y los gritos constantes por el vocalista Chris Cerulli, evidenciaban que los americanos Motionless in White, soportados en su estancia sobre la carretera, poseen un considerable margen de seguidores como para entregar un show no solo de apertura. “Break the Cycle” abrió el set de estos jóvenes provenientes de Pensilvania recién entrada las 8 de la noche y como cual interruptor se activaron los sentidos de gran parte de los asistentes quienes al costado derecho de la tarima abrían el respectivo espacio para el acostumbrado ‘Mosh’. Pero serian canciones de corte más industrial como “Reincarnate” las que hicieran desatar el descomunal ‘baile del choque’.
Evocando visualmente a uno de sus héroes musicales -Slipknot- el bajista Devin «Ghost» Sola, lucía una aterrorizante máscara que jugaba con su toque y movimientos densos, rítmicos en canciones como “América”, y más explosivos como los suscitados en la consecutiva ‘Abigail’, secundado por la dupla de guitarristas que denotan la destreza en cuerdas del grupo. Cerulli de ropaje fracturado y rostro pintado con el color del ‘más allá’, presencia por la que gran parte de las féminas “muere”, recuerda la primera visita de la banda que con potestad comanda, agradece la lealtad a quienes repetían e incluye a los novatos. Su rango de voz que pasa de lo oscuro a la claridad sin apuros, prende más el ambiente cuando el teclado desemboca en “Duhast” canción de constante mención y original de los alemanes Rammstein. “Immaculate Misconception” escrita para aquellos que abusan en nombre de Dios y afectan a otros emocionalmente, sacude una vez más el recinto, cierre visceral de un show de un poco más de 30 minutos.
Balas de revancha
Varios “proyectiles” musicales habían quedado en la recámara luego de que el guitarrista y vocalista Matt Tuck en pleno debut en nuestro país perdiera la voz hace 4 años. Llegaba el honor. Consecuentes, el soberbió telón no solo respaldaba la portada de Venom, (disco a las puertas del horno) también le daba un aire de grandeza a Bullet For My Valentine que una vez sobre las tablas despacha “No Way Out”, primera ráfaga de listado y de dicha producción. Al plato una vez más los círculos de licuadoras humanas, brazos y piernas al vacio, -algunas colisionan- “Your Betrayal” con un sonido en constante ascenso, funge como excusa para este tipo de escenas, vistas incluso por unos padres que en asocio comparten sin temor la fiesta junto a sus hijos. “Metralla” en los tambores, Michael «Moose» Thomas ahora pone su sello al introducir “Scream Aim Fire”, homónima del mayor éxito de los Bullet, no hubiera estado de más ver el alcance del velocímetro de esta canción.
“Alone”, emisión número 12 dentro del toque, hace presencia mucho antes del dedicado solo, evidente carácter y enorme forma de expresión del caudillo Michael «Padge» Paget al mando de la guitarra, no solo en esta pieza musical, también en otras de variados tempos como “The End que da la supuesta partida. Con menos sobriedad en la producción a lo acostumbrado, las diversas luces más dedicadas a clarificar al colmado teatro, regresan vestidas de tono azul para introducir de nuevo al grupo, pero en realidad el destello lo ofrece el coro de “You Want a Battle? (Here’s a War)” perfecta sincronía de guitarras cargada de sentimiento y furia. Pero sería el toque de palmas del público incitado por el compás de la última de la noche, “Tears Don’t Fall”, el preludio del agradecimiento, que al juzgar por los rostros al final, refrescó y dejó a las nacientes almas del metal, prestas para el siguiente encuentro.
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Poco importó que las dos bandas se hubieran presentado antes en la capital, pues las nuevas generaciones permanecen leales a los sonidos contemporáneos, inyectados por fortuna a través de otras vías ante la indiferencia de los medios locales por irradiarlos. El teatro Metropol en donde fueron cancelados en días pasados otros eventos, confirma que allí existe afinidad para el rock al momento de amplificar todas sus corrientes, además, deja claro que el nivel de las bandas que hoy retumban en el mundo es de alta riqueza técnica. No en vano cada acto estuvo precedido por la música de Pantera, feroz firma izada también en camisetas, respeto de la raza más joven hacia los antecesores y un camino ideal para inscribirse en la historia.
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Permanezcan Rockosos