Entre adornos florales, abundante color blanco, humor y juego,  los californianos ofrecieron  una alta dosis de rock de todos los sabores, inolvidable. Bienvenidos.

 

 

Los conciertos de Faith No more suelen ser impredecibles y quien han tenido la oportunidad de verlos en más de una  ocasión puede constatarlo, incluso en lugares donde nunca han tocado. La gira por Sudamérica justamente arrancó  en Bogotá,  y a pesar que el punto de referencia lo ofrecía la presentación  previa en Costa Rica, nada era seguro. Los caleños Desnudos en Coma quienes arribaron al país recientemente luego de tocar  por  varios lugares de los Estados Unidos, tuvieron la responsabilidad de abrir el evento, una propuesta que reúne diversos sonidos del rock que en vivo suena bastante interesante.

“Damas y caballeros bienvenidos a un concierto… de Faith No más” dijo Mike Patton y los “semáforos” intermitentes multicolores pegaron sobre los pliegues del telón para ambientar las consecutivas “Land of Sunshine” y “Caffeine”, que sonaron mejor, después de que sobre las 9:30 de la noche un tanto saturada, la trepidante “Motherfucker” diera la  apertura; introducida en voz por el aplicado y dueño de las atmosferas en piano Roddy Bottum, que no solo liberó los gritos anudados de las féminas, también sus hormonas luego de que  Patton, tomara el mando. Detractores del alcalde, no hubieran dudado en deshonrar aquel cantante ‘lunático’ que lucía el rotulo de egregio impreso en la popular banda de posesión.

La expectativa de ver a una banda que básicamente construyó sus cimientos sobre diversas corrientes sonoras, influyentes, eran grandes, especialmente para aquellos que crecieron con su música en los años ochenta y en la alternativa década de los noventa.  “Suavecito”,  así, se presentó la canción “Evidence”, no obstante, una de las que de seguro invocó el llanto o aguó el ojo fue “Epic” -bastante historia allí- saltos y locura de varios forasteros rubios que tal vez  habían perdido la fe de verla tan cerca. Voz en todos los estados, agazapado o girando, enseñando tonos para un mejor desempeño (“Midlife Crisis”), nada se le escapaba al ilustre Patton, dirige con solvencia a su orquesta y audiencia, sabe quien está afinado, y quien no,  humor espontaneo o sarcasmo.

Aún cuando la asistencia fue aceptable también es el reflejo de la escasa irradiación e interés que aquí se tuvo en su momento. Un millar de rostros de culto en las dos localidades, líneas de expresión nacidas en canciones como “Last Cup of Sorrow”,  “The Gentle Art of Making Enemies”, o la conmovedora, “Easy”, que hizo salir del acostumbrado balanceo a Billy Gould quien cerró los ojos y decretó su sabiduría al comando del bajo, apoyado por el ‘marcapasos’ Mike Bordin,  incesante en impactos tildados en las novedosas “Separation Anxiety” y “Matador». El riif evocó las miles de noches que en verbena se cantó, ‘Ashes To Ashes’  por fin rugió en tiempo real, marcando el mayor pico de voces y decibeles de la noche; ella se desató, la piel de gallina igual, abrazos, lagrimas y saltos a máximo pulmón, luego de este himno, acuso recibo de “Superhero” con un previó de cumbia.

El visitante ya era ilustre pero tenía que dejar su impronta,  cada nación por donde ha pasado tiene la suya.  Presente y pasado a escasos minutos de distancia: “Sol Invictus”  y “We Care a Lot”  dos caras de una postura musical trasgresora hasta el fin. Mike Patton gritó: “Cumbia”… “Porro” mientras  cantaba “Just a Man”, depositando la magia de esta pieza en el rincón más cercano de los recuerdos, pero también al tacto. Cruzando la línea posterior de los monitores, al borde del escenario una vez termina la parte hablada de la canción, se lanza de espalda sobre el público, como en los viejos tiempos navega balseado por las manos de esa masa fiel que nunca perdió la fe de sentir a este ‘monstruo’. Hoy es un día mejor que ayer y desde el pasado viernes estoy seguro que muchos buscaremos ir por más, pues con Faith No More nunca será suficiente.

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