Hace 20 años exactamente The Rolling Stones pisaban por primera vez tierras sudamericanas, la gira que los traía por entonces apoyaba su exitoso disco número 22, Voodoo Lounge, pero con la ausencia de su bajista original Bill Wyman quien los acompañó hasta 1993. Brasil fue el primer país en recibir a estas piedras preciosas del Rock and Roll que completaban en ese momento un poco más de 3 décadas de rodar. 5 fechas, 3 en Sao Paulo y 2 en Rio de Janeiro. Los gauchos columna vertebral históricamente en la presencia de Jagger y su combo por este continente, no se quedaron atrás, con igual cantidad de conciertos realizados en el mítico estadio de River Plate, en Buenos Aires, en febrero de 1995. Chile cerraría este debut Stoniano a mediados del mismo mes.
3 años después regresaron al cono sur, pero solo Argentina y Brasil tuvieron el chance de verlos en 5 y 2 toques respectivamente, luego pasarían 8 años para su tercer retorno en la supuesta gira de despedida denominada ‘A Bigger Bang Tour’ (entre el top de las más exitosas) está vez el único concierto para los brasileños fue gratuito y se presentó en las playa de Copacabana ante dos millones de personas, con trasmisión por radio y televisión; 2 shows más cerrarían las gira de nuevo en Argentina.
El concierto más longevo que un rockero legendario haya ofrecido en Colombia le pertenece al Bill Haley, en 1962 en el Teatro Colombia -ahora Jorge Eliecer Gaitán- lo recibió junto a su grupo Bill Haley & His Comets, su reinterpretación de la exitosa canción ‘Rock Around the Clock’ ya se había sentido debido a la proyección de la película homónima a finales de los años cincuenta y gracias a la gestión del periodista y leyenda de la radio el señor Carlos Pinzón. Una década después, en 1973 James Brown el reconocido ‘Padrino del Soul’ hizo lo propio ante más de 10 mil personas en el Coliseo el Campin, en otro concierto memorable. Sería entonces solo hasta el 2010 en un evento inesperado, que el genio de la guitarra Jeff Beck rompería la sequía de estos fundadores del estilo, luego vendrían Paul McCartney y recientemente su partner Ringo Starr.
Nuestra entrada a la música rock se debe a precisamente a precursores del medio como Pinzón y Armando Plata, no obstante, el interés general con el paso de los años se fue diluyendo, perjudicando su difusión proveniente de otras latitudes y por supuesto al rock nacional que se empezaba gestar como un movimiento real . Así, en el camino nos hemos perdido entre otras cosas de grandes espectáculos, la desidia hoy pasa factura -contadas excepciones- en medio de la actual “invasión de conciertos”, la escasa asistencia lo confirma. El reciente anuncio de la llegada de los Rolling Stones al país quiebra una espera en la que este grupo ha construido a lengua propia un libro ilustrado de cómo vivir el rock en todo el sentido de la palabra, crónicas que los hijos de los hijos y las miles de generaciones venideras seguirán perpetuando cuando bajen de los anaqueles un volumen o rueden un acetato para narrar estas historias innumerables.
¿Suceso histórico?
Estar al frente a 50 años de una bitácora musical influyente en la humanidad que ha prensado más de una veintena de discos pero que esencialmente permanece en perfectas condiciones físicas pisando naciones reconocidas e inéditas alrededor del planeta, es complejo de superar. Por esto no es exagerado decir que luego del 10 de marzo próximo en materia de conciertos el molde aquí se romperá. Claro, toparse por ahí el emblema de la popular lengua afuera, desemboca en la mente colectiva el rostro de los Rolling Stones, sin embargo, quien se haya matriculado alguna vez en la fiesta del señor Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Wats y Ronnie Wood, sabe que en realidad lo que invade la memoria de inmediato es la explosión de emociones que estas cuatro ‘piedras’ producen al vivo.
Colombia no ha tenido un espectáculo de la magnitud de los Stones, y no me refiero solo a la parafernalia, cada cosa allí está perfectamente aceitada y hace parte de un todo. Y Si, es un hecho histórico e irrepetible que estos cuatro jinetes salvajes lleguen a nuestras tierras, es como encontrar el eslabón faltante de algo que se daba por perdido. Seguidores y estudiosos vivirán mejor este show, pero no significa que su música discrimine, la inclusión de varios estilos es otro valioso ingrediente. Los precios de la boletería –pendientes- pueden ser exorbitantes, pero es lo que nos tocó, en parte, debido a nuestro previo desinterés; son otras épocas. Lo cierto es que finalmente la hora de vivir la mayor verbena del planeta esta presta, a partir de allí, como los Stones, quien asista tomara la pócima de la inmortalidad.
Autopista Rockosa recibe este acontecimiento con enorme alegría, tener entre nosotros por un par de horas al rostro viviente del rock es realmente de gran fortuna, no hay hecho musical ni banda alguna que se pueda comparar. Música y sosiego en un mismo mes, definitivo en la reconciliación de esta doliente nación.
Continuará…
Permanezcan Rockosos